macduro
Madmaxista
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Una inicativa muy interesante y necesaria sobre una parte de la historia de España desconocida para las grandes masas , esto no fue mera anecdota de la hsitoria , sino un "problema" que posiblemente le costo a España el quedarse a la cola en muchas cosas en cuanto a Europa por nuestra aficion al Guerra Civilismo , y no es una critica al movimiento Carlista ni a sus ideas ni una acusacion , sino una evidente consecuencia de estar en guerra civil cada dos por tres dejando algunas zonas del pais muy perjudicadas .
Nosabia que este muse existia y me parece bien la verdad , sobre todo en tiempos en que otros han desaparecido como el de Montjuic .
La historia del carlismo sale del olvido. El Correo
La historia del carlismo sale del olvido
Abren en Estella un museo dedicado al complejo movimiento político y social fundado por Carlos V
Está desapareciendo de los libros de texto, reducido a lo anecdótico de nuestra Historia, pero el carlismo, movimiento político y social de enorme trascendencia en la España del siglo XIX y XX, se resiste a dejar paso al olvido. Por fin, tras varias guerras libradas sin demasiado éxito, los carlistas del siglo XXI han ganado una batalla crucial: la de la construcción de un museo monográfico que preserve su memoria, repase sus orígenes, su evolución y su enorme protagonismo como movimiento contrarrevolucionario que tomó calles, montes y valles para luchar contra aquellos que osaron despreciar a Dios, a la Patria, a los Fueros y a su legítimo Rey.
Este ambicioso proyecto impulsado por el Gobierno de Navarra nace del mandato unánime elevado en 1997 por las fuerzas políticas que componen el Parlamento foral. Incluido el Partido Carlista, la formación política más antigua de Europa, que en 2000 cedió para su custodia al Ejecutivo navarro su riquísimo legado histórico.
Enclavado en pleno Camino de Santiago, el recién inaugurado Museo del Carlismo se halla en Estella, escenario en el que se han escrito algunas de las más importantes páginas de la historia carlista. Sobre la puerta del rehabilitado Palacio del Gobernador, el lema que recoge el escudo familiar de los Echávarri, 'Firma Manet' ('Permanece firme'), bien puede asignársele a sus nuevos inquilinos. En el horizonte, demasiado cerca, aún resuenan los ecos de la matanza de la tristemente célebre Montejurra. Nos encontramos en el corazón del carlismo, movimiento popular de disidencia social que hunde sus raíces ideológicas en las corrientes contrarrevolucionarias de finales del siglo XVIII y sin el cual no podría entenderse nuestra Historia contemporánea.
«Guerra sin cuartel»
Una galería pictórica con escenas militares de la Primera Guerra Carlista (1833-1840) nos recuerda que la pretensión carlista está estrechamente unida a la guerra. Es la lucha de los liberales reformistas que apoyan a Isabel II, hija de Fernando VII, contra los tradicionalistas o realistas, firmes defensores del Antiguo Régimen, la jovenlandesal, la religión y su Rey, Carlos María Isidro (Carlos V) cuyo magnífico retrato de Antonio López ha sido cedido por el Museo del Prado por cinco años. Junto a él, un gran lienzo rescata a otro de los mitos del carlismo, el cura Santa Cruz, famoso por su «Guerra sin cuartel». En el pintoresco recorrido encontramos ejemplares de 'La Gaceta de Oñate', órgano de propaganda oficial del carlismo, una litografía del general Zumalacárregui, así como paneles interactivos que dan cuenta de las expediciones que intentaron levantar a la masa por la causa. Navarra, el País Vasco, ciertas zonas del interior de Cataluña y el Maestrazgo fueron áreas de dominio carlista.
Mención especial merece el rincón del pretendiente Carlos VII, Rey de reyes del carlismo, y cuya entrada a España desde el exilio dio lugar a la Segunda Guerra Carlista (1872-1876). A él se le atribuye el dolmán original que debió vestir en la famosa Batalla de Lácar (1875), una boina blanca (y no roja) bordada con su marca ('C7') que imprimió en joyeros, carteras, polveras, sellos y monedas, en una de las primeras estrategias de merchandising que se recuerdan.
Siguiendo la cronología de la exposición, llegamos al siglo XX, que supone la modernización del carlismo como movimiento político. Destaca la militarización de una sociedad que se prepara para la guerra. Los tercios de requetés se alistan en tromba en el bando nacional en defensa de la religión y la tradición. En vitrinas, los uniformes muestran el aspa de San Andrés y el 'detente'. El discurso del museo, que habla de dos grandes guerras carlistas, concluye en 1939, con el final de la Guerra Civil y el Decreto de Unificación. Su integración forzosa en la Falange deja entre los carlistas el sabor amargo de la traición por no poder propagar sus planteamientos políticos pese a la victoria.
En la planta de abajo, una muestra temporal explica en qué consiste un buen carlista, sus vivencias, sentimientos y sus adversarios políticos. El hoy pretendiente a la Corona, Carlos Hugo de Borbón-Parma, acudió hace unos días a la inauguración del museo, «la cuna del futuro carlismo», según su deseo
Nosabia que este muse existia y me parece bien la verdad , sobre todo en tiempos en que otros han desaparecido como el de Montjuic .
La historia del carlismo sale del olvido. El Correo
La historia del carlismo sale del olvido
Abren en Estella un museo dedicado al complejo movimiento político y social fundado por Carlos V
Está desapareciendo de los libros de texto, reducido a lo anecdótico de nuestra Historia, pero el carlismo, movimiento político y social de enorme trascendencia en la España del siglo XIX y XX, se resiste a dejar paso al olvido. Por fin, tras varias guerras libradas sin demasiado éxito, los carlistas del siglo XXI han ganado una batalla crucial: la de la construcción de un museo monográfico que preserve su memoria, repase sus orígenes, su evolución y su enorme protagonismo como movimiento contrarrevolucionario que tomó calles, montes y valles para luchar contra aquellos que osaron despreciar a Dios, a la Patria, a los Fueros y a su legítimo Rey.
Este ambicioso proyecto impulsado por el Gobierno de Navarra nace del mandato unánime elevado en 1997 por las fuerzas políticas que componen el Parlamento foral. Incluido el Partido Carlista, la formación política más antigua de Europa, que en 2000 cedió para su custodia al Ejecutivo navarro su riquísimo legado histórico.
Enclavado en pleno Camino de Santiago, el recién inaugurado Museo del Carlismo se halla en Estella, escenario en el que se han escrito algunas de las más importantes páginas de la historia carlista. Sobre la puerta del rehabilitado Palacio del Gobernador, el lema que recoge el escudo familiar de los Echávarri, 'Firma Manet' ('Permanece firme'), bien puede asignársele a sus nuevos inquilinos. En el horizonte, demasiado cerca, aún resuenan los ecos de la matanza de la tristemente célebre Montejurra. Nos encontramos en el corazón del carlismo, movimiento popular de disidencia social que hunde sus raíces ideológicas en las corrientes contrarrevolucionarias de finales del siglo XVIII y sin el cual no podría entenderse nuestra Historia contemporánea.
«Guerra sin cuartel»
Una galería pictórica con escenas militares de la Primera Guerra Carlista (1833-1840) nos recuerda que la pretensión carlista está estrechamente unida a la guerra. Es la lucha de los liberales reformistas que apoyan a Isabel II, hija de Fernando VII, contra los tradicionalistas o realistas, firmes defensores del Antiguo Régimen, la jovenlandesal, la religión y su Rey, Carlos María Isidro (Carlos V) cuyo magnífico retrato de Antonio López ha sido cedido por el Museo del Prado por cinco años. Junto a él, un gran lienzo rescata a otro de los mitos del carlismo, el cura Santa Cruz, famoso por su «Guerra sin cuartel». En el pintoresco recorrido encontramos ejemplares de 'La Gaceta de Oñate', órgano de propaganda oficial del carlismo, una litografía del general Zumalacárregui, así como paneles interactivos que dan cuenta de las expediciones que intentaron levantar a la masa por la causa. Navarra, el País Vasco, ciertas zonas del interior de Cataluña y el Maestrazgo fueron áreas de dominio carlista.
Mención especial merece el rincón del pretendiente Carlos VII, Rey de reyes del carlismo, y cuya entrada a España desde el exilio dio lugar a la Segunda Guerra Carlista (1872-1876). A él se le atribuye el dolmán original que debió vestir en la famosa Batalla de Lácar (1875), una boina blanca (y no roja) bordada con su marca ('C7') que imprimió en joyeros, carteras, polveras, sellos y monedas, en una de las primeras estrategias de merchandising que se recuerdan.
Siguiendo la cronología de la exposición, llegamos al siglo XX, que supone la modernización del carlismo como movimiento político. Destaca la militarización de una sociedad que se prepara para la guerra. Los tercios de requetés se alistan en tromba en el bando nacional en defensa de la religión y la tradición. En vitrinas, los uniformes muestran el aspa de San Andrés y el 'detente'. El discurso del museo, que habla de dos grandes guerras carlistas, concluye en 1939, con el final de la Guerra Civil y el Decreto de Unificación. Su integración forzosa en la Falange deja entre los carlistas el sabor amargo de la traición por no poder propagar sus planteamientos políticos pese a la victoria.
En la planta de abajo, una muestra temporal explica en qué consiste un buen carlista, sus vivencias, sentimientos y sus adversarios políticos. El hoy pretendiente a la Corona, Carlos Hugo de Borbón-Parma, acudió hace unos días a la inauguración del museo, «la cuna del futuro carlismo», según su deseo