Si entras con pestaña privada unas cuántas veces te deja verlo. Y sí, huele que apesta a publirreportaje para acostumbrar a la plebe a quedarse sin herencia:
Tiene 29 años, es estudiante de Lengua y Literatura Alemanas en Viena y está destinada a heredar una fortuna estimada en
4.200 millones de euros, pero se niega a aceptar este último detalle de su biografía. Marlene Engelhorn es descendiente de Friedrich Engelhorn, un hombre que a los 27 años fundó una fábrica de gas, luego una fábrica de tintes y anilina y, finalmente, en 1865, Badische Anilin- und Soda-Fabrik, o BASF, para abreviar. Hoy es la empresa química más grande del mundo y en 2020 registró unas ventas de casi 60.000 millones de euros...
El caso es que
Friedrich Engelhorn dejó la compañía en 1883 e invirtió su dinero en la farmacéutica Boehringer Mannheim. Su nieto Curt dirigió esta empresa hasta 1997, antes de vender el grupo a la suiza Hoffmann-La Roche por 11.000 millones de dólares. La familia quedó, con esta operación, asegurada para los restos. O al menos eso es lo que pensó la abuela Traudl, viuda de Peter Engelhorn, bisnieto de Freidrich, número 687 de la lista Forbes de las personas más ricas del mundo y empeñada en que el patrimonio siga en la familia a pesar de la oposición de su nieta Marlene, que quiere renunciar al 90% de la herencia.
«Me mueven varias motivaciones –explica–. Desde la justicia social hasta que de verdad no necesito todo ese dinero, pasando por el hecho de que gestionar ese patrimonio conlleva mucho tiempo, esfuerzo, tensiones... y no es ese mi proyecto de vida». «No es que no quiera ser rica», precisa, «es que
no quiero ser tan rica».
Engelhorn creció en Viena en una «casa que era demasiado grande», como ella dice, y fue a una guardería y a una escuela privada. «Niña rica privilegiada, esa fue mi infancia», resume. Hace dos años, su abuela comenzó a ponerla en antecedentes de la fortuna que iba a heredar y de las responsabilidades que asumiría con ella. Marlene quedó horrorizada. «Al principio no sabía qué hacer con ella, después comencé a pedir consejo a la gente de mi entorno, hablé con expertos, y llegué a la conclusión de que no debería ser mi decisión qué hacer con el dinero de mi familia, por el que no he trabajado», relata.
En febrero de 2021, fundó AG Steuersrechtigkeit, que después ha estado operando bajo el nombre
Taxmenow. A través de esta iniciativa, ha reunido a 50 herederos de fortunas millonarias que piensan como ella y que aspiran a que el Estado asuma el grueso de sus recursos y se encargue de gestionarlos.
«Para la gran mayoría de las personas, el dinero es una cuestión de tener o no tener, mientras que para los de mi clase la cuestión es dónde lo quieres invertir y eso conlleva mucha deliberación, dependiendo de los escrúpulos que tengas. Pero lo que la mayoría no sabe es que el dinero lo más probable es que te haga menos feliz... Lo único interesante es lo que puedes hacer con el dinero».
Marlene reconoce que ni siquiera sabe cuánto dinero tiene en realidad y atribuye esa cuestión a la falta de transparencia que los Estados exigen a las grandes fortunas: «Nuestra sociedad tiene pérdidas que se socializan y ganancias que se privatizan debido a que las transacciones e inversiones no tiene que ser siempre públicas, de manera que hay empresas que siguen recibiendo ayudas estatales a pesar de que reparten dividendos a sus accionistas».
Para muchos de su entorno, Marlene ha desarrollado una especie de complejo de rica, pero ella se defiende. «Creo que mi relación con el dinero es bastante sana, lo que pasa es que diferencio entre el flujo de dinero ordinario, que cubre tus necesidades e incluso te permite ahorrar para emergencias, y la riqueza que supone tanto dinero extra que no sabes qué hacer con él». A menudo escucha la sugerencia de que done su dinero y termine con su supuesto problema, pero ella responde que «la mayoría tiene pagar impuestos por su salario y no tiene otra opción, se otorga al Estado la decisión sobre cómo utilizar esos impuestos, y me parece problemático que yo sí pueda decidir de forma privada a qué dedicarlos».
Aunque pueda parecerlo, la decisión de Marlene no es en absoluto novedosa. En la primavera de 1207, Francisco, hijo de un rico comerciante de telas italiano, se rasgó las vestiduras en la plaza de la catedral de Asís y renunció a su posición y a su herencia con un gesto espectacular. Fue canonizado por vivir en la pobreza, mientras sus padres, Pietro y Giovanna di Bernardone, apenas son recordados por haber contribuido a la prosperidad de su comunidad, como hoy lo hacen, por ejemplo, la pareja fundadora de Biontech, Ugur Sahin y Özlem Türeci, recién ingresados en las listas de multimillonarios.
Los investigadores del Imperial College de Londres estiman que alrededor de 20 millones de personas más habrían muerto por o con el bichito solo en el primer año de vacunación si la banderilla no hubiera existido. Su contribución fiscal ha servido para que la ciudad de Maguncia, en solo un año, se haya liberado del déficit que la lastraba desde hacía décadas. El Ayuntamiento de Maguncia es ahora, de hecho, el que se atasca en discusiones sobre qué hacer con tanto dinero.