La conexión eugenista

Grandísimo hilo, Verto. Por desgracia, en este foro hay demasiado iluso a favor d elas prácticas eugenésicas y de la pseudociencia de la eugenesia, tanto de la originial, como de la neoeugenesia: la genética.

Resulta cómico que estas mismas personas creen ser superiores a los demás y no se por qué motivo creen estar a salvo de estas mismas prácticas que defienden. Lo mismo ocurre con los propagandistas de la "sobrepoblación".
 
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Se trató de aumentar el nacimiento de los niños de alto valor hereditario, en los estamentos mejores y la disminución o carencia de niños de un valor hereditario inferior. Así, la ayuda social no se dirigió, como en Chile hoy, hacia los inferiores, los impedidos, los sectores racialmente más bajos, sino a los mejores. Por otra parte, nada se, saca con mejorar los sistemas y la ayuda "caritativa", junto con las condiciones del mundo circundante, sin la simultánea esterilización legal de los hereditariamente inferiores, de los fulastres, los "mongólicos", los criminales, los transmisores de enfermedades incurables y los alcohólicos. La demagogia política de demócratas y dictadores, que viven del halago de las masas, de los estratos más bajos de la población, sólo trabaja para la destrucción final del pueblo y de su salud genética. El mito del deporte, fomentado oficialmente, también corresponde al pensamiento lamarckiano y a la creencia de la posible mejora desde el exterior.

La respuesta se encuentra en la exhortación de Leonidas a los espartanos, antes de su partida a la batalla de las Termópilas: "Casarse con capaces y dar a luz capaces". Ni siquiera el genio puede ser considerado, por el hecho de ser genio, como fuente de progenie sana. Por lo general no lo es (porque él ha nacido para otra cosa, para dar a luz el Hijo del Hombre, el Hijo de la fin). Se debe aprender a distinguir entre el valor de un ser humano como individuo y el valor como portador de herencia -al hijo de la carne- donde puede constituir un riesgo. Ni siquiera lo son los títulos, ni la nobleza de las viejas familias, gastadas y empobrecidas genéticamente, como en España y en la misma Alemania, por la mezcla con judíos económicamente poderosos. Por eso se consideró en el Tercer Reich que los títulos no eran decisivos, ni la posición, ni la fortuna, sino exclusivamente las predisposiciones hereditarias. De este modo, la nobleza de título alemana contribuiría a la nobleza de nacimiento en la medida en que pudiera aportar familias hereditariamente de alto valor. Pero como estamento noble, la nobleza de título ya no desempeñaba rol alguno en el Estado basado en las leyes de la aristogenesia y en el pensamiento aristocrático verdadero. Pues la nobleza que no se basa en la elección de predisposiciones hereditarias de mayor valor es un contrasentido. El Estado alemán hitlerista reconoció como más aristócrata, en un sentido genético, a un cochero de un conde que al conde, si el cochero tenía mejor raza. Era la raza sobreponiéndose a la clase. Ya nos hemos referido a este tema en la primera parte del libro. Fue también lo que llevó a la nobleza de títulos, a los von del ejército prusiano, mezclados con judíos y banqueros, además de masones, a levantarse contra el Estado Nacionalsocialista, el Gobierno racista de Hitler y a traicionarlos, prefiriendo que Alemania perdiera la guerra y ellos mismos sus privilegios de casta y clase. Günther, dice:

"La nobleza germánica, al igual que la nobleza indogermánica, ha ' anido originalmente una base biológica, y la igualdad de linaje ha significado alguna vez en los tiempos primigenios de estos pueblos tanto como un idéntico nivel de capacidad hereditaria e igual preeminencia de características de la raza nórdica. Todo esto se interrumpió y se destruyó con los matrimonios por dinero con "las hijas de canallas ricos". Y agrega: "Necesitamos no sólo una eugenesia, sino una aristogenesia". O sea, la creación de la aristocracia genética. "El dominio del dinero es aún peor que el de una nobleza desennoblecida, y el dominio de las masas de las gran des urbes es todavía más. Sin embargo, el pensamiento individualista no puede llegar nunca a ser un pensamiento aristocrático".

Con esto Günther se refiere al individualismo liberal y capitalista. E insiste: "El ascenso de los linajes ha estado siempre condicionado a la elección del cónyuge. Sólo que este proceso ha tenido lugar en la mayoría de las veces inconscientemente. (Como entre nosotros, en Chile). Ahora debemos dar a la juventud como cometido consciente la elevación de su familia mediante la elección del cónyuge. Elevarla por cría, hasta que los hijos y los nietos puedan tener la pretensión de ser considerados entre la nobleza de nacimiento del pueblo alemán". Esto es la Aristogenesia. Y entonces se podrá repetir con Eurípides: "¡Sublime galardón, que con fama adorna la vida, es descender de nobles!".

Existen siempre esos intelectuales, que se llaman a sí mismos "cultos", "humanistas", "cristianos" y que piensan poder estar por encima de los fenómenos de la herencia y de la selección, gustando reírse de la raza y de la cría de una selección entre hombres. Hablan de una superioridad de criterio científico, religioso, moderno, cuando se discute el problema del mejoramiento de una raza. Pero cuando alguien se declara por la esterilización de los fulastres, los criminales, los alcohólicos, los esquizofrénicos, los portadores de enfermedades hereditarias, la ironía se transforma en furor. Aquí la Iglesia, los humanistas, los intelectuales, los "hombres de espíritu" y hasta los teósofos, citando las "leyes superiores del karma", pierden el control. Argumentarán que "los últimos descubrimientos científicos comprueban que el racismo es falso, un asunto de ignorantes, de "criminales fascistas, que transformaban en jabón y en pantallas para lámparas la piel de los prisioneros judíos en los campos de concentración". Lo que no impide que sigan practicando la cría en sus hipódromos y entre sus animales domésticos. "Pero el hombre no es un animal", dirán. Se equivocan, la mayoría lo es y lo seguirá siendo por la eternidad, si no se les obliga a superar su parte animal, precisamente. "Hay que aprender a distinguir entre el derecho a la vida y el derecho a dar vida", dice Günther. "Y la renovación depende de que después de la época de la nivelación igualitaria encontremos, por un lado, el coraje para la decidida afirmación y realización de la idea de la desigualdad y que, por el otro, hallemos la humildad necesaria para el reconocimiento de un escalonamiento de valores de todo lo viviente, según leyes divinas".

Para los religiosos y para los idealistas que ponen su fe en la instrucción generalizada, que aún aceptan a Platón como el fundador del pensamiento idealista, el Divino Platón de Pedro Sarmiento de Gamboa, es bueno recordar que él ya reconoció, hace dos mil cuatrocientos años, las leyes de la selección y de la cría, con proyectos de normas de este tipo para su Estado. Y es Platón quien explica el hundimiento de la Atlántida por causa de la mezcla indiscriminada de las razas. Algo que volverá a suceder, y por idénticas razones, en las rondas del Eterno Retorno. Y Günther termina:

"Tenemos derecho a sentir desconfianza frente a las distintas doctrinas religiosas y del saber que ponen énfasis y hasta exageran las influencias del espíritu y del alma, sin indicar el camino hacia una "corporización" dé los valores espirituales y anímicos (es decir, hacia una "encarnación") hacia una representación de estos valores en linajes humanos, terrestres. Sobre la base de estas reflexiones aparece como anti-espíritu mucho de lo que nos es ensalzado como Espíritu".

He aquí la posición de Hans Günther frente a la teoría de "la raza del espíritu", de Evola, y de la "raza del alma", de Clauss. Es ésta la auténtica posición de un ario, que no hace diferencia entre cuerpo, espíritu y alma, una vez encarnados y como impulsores de la mutación. La actitud de un verdadero pagano, en el mejor sentido del término. De un hiperbóreo, un nórdico-polar. Es bueno recordar también que Hitler habló de crear nuevos linajes en el pueblo alemán, linajes raciales. El problema de cómo poder preservar la nueva capa de dirigentes de esa aristocracia sin que la creación cultural agote sus estamentos genéticos superiores, se resolvía con la política de "sangre y suelo", de Walter Darré, manteniendo siempre viva la reserva agraria, el campo, el suelo mágico y "solidario" de la "patria del alma", como diría Nietzsche, de la raza, de donde volverían a surgir las nuevas cepas, las ramas de la Encina sacra, del Irminsul, lejos de las ciudades, en las fronteras tensas, donde los guerreros SS defenderían los confines geográficos de la divina sangre aria.
 
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