La cloaca mediática perrofláutica carga contra Enrique de Diego por su último libro: El suicidio de

Profesor Bacterio

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Pues eso señores, la inmunda cloaca pijoprogre-perrofláutica con el diario elplural a la cabeza está rabiosa por el éxito del último libro del patriota español Enrique de Diego: El suicidio de España, en el que aborda el declive social, jovenlandesal y económico de España y de Europa y el proceso tutelado por las élites extractivas y la oligarquía que nos ha llevado hasta aquí.

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Además el principal azote de la derecha liberal pepera, de su marca blanca Cs de Albert Rivera, de la monarquía borbónica y del pensamiento ****oprogre único carga sin ningún tipo de compasión ni de corrección política contra la principal lacra a su modo de ver: El feminismo radical.

El Abc de la caverna: “España se derrumba. España se suicida. Y todo es una cosa”


El Abc de la caverna:

Franquismo a raudales en 'El suidicio de España', el libro en el que Enrique de Diego expone lo que de verdad piensa la extrema derecha

El pasado mes de diciembre, un ensayo político se posicionaba en la listas de los libros más vendidos de España en Amazon, la compañía líder de comercio electrónico. Se trata de El suicidio de España (Editorial Libros Libres). Un ensayo en el que el fundador de Intereconomía y azote de Albert Rivera, Enrique de Diego, desglosa los males que en su opinión sufre España.

Pesimismo a raudales concentrados en 240 páginas en la que se exponen sin pelos en la lengua los argumentos que la TDT Party y los movimientos más conservadores repiten a diario. De Diego no oculta que son malos tiempos para la derecha y sin disimulo afirma que “España se derrumba. España se suicida. Y todo es una cosa, una mierdocracia”.

“Este suicidio colectivo, consecuencia de haber dado la espalda a Dios, sólo puede impedirse mediante la oración y la conversión personales”, llega a indicar el fundador de Intereconomía ante lo que considera una crisis que no sólo tilda de económica, sino también “jovenlandesal y religiosa” y cuyas raíces se asientan ni más ni menos que en el “abandono de Dios; la apostasía y la tibieza respecto a la revelación de Cristo”.

Sin corrección política

En El suicidio de España se reflejan los argumentos de la caverna, lo que de verdad piensa gran parte de la derecha en nuestro país. Precisamente, su éxito de ventas radica en atreverse a poner blanco sobre neցro las ideas y argumentos que muchas veces se disimulan desde la TDT Party para no alejarse de la corrección política.

Es un libro de cabecera para los ultramontanos que como de Diego piensan que en España estamos ante una “degeneración de las mentes, acompañada y precedida por la degeneración de las conductas”. Una obra esencial para los que lamentan vivir en una sociedad en la que “el varón sin atributos y la mujer liberada y desquiciada tratan de continuo de presentarse como diversos y espontáneos”.

Para ellos, España está repleta de una serie de “plagas” (la borbónica, la autonómica, la del separatismo, la de los demócratas y políticos profesionales o la de los funcionarios) que “han hecho metástasis en el cuerpo social” del país, “invadiéndolo por completo”.

Franquismo a raudales

“En esta mierdocracia -donde gobiernan los más cosas, donde la selección es invertida, no por méritos sino por deméritos- no hay división de poderes”, apunta el autor antes de descubrir la plaga que a su entender es la más letal de todas: “la feminista”.

“Es la plaga decisiva, exterminadora. Las españolas actuales han decidido triunfar, realizarse, liberarse, al tiempo que extinguirse”, afirma de Diego rescatando los argumentos machistas que tanto triunfaron en la dictadura. Franquismo a raudales como cuando el autor carga contra dos “adelantos” técnicos: los electrodomésticos y la píldora por “haber permitido” la incorporación de la mujer al mundo del trabajo.

“Los electrodomésticos han facilitado las tareas del hogar, restándolas sus aspectos más sacrificados. La píldora, los métodos anticonceptivos, y ahora ya abortivos, con la píldora del día después, han facilitado a la mujer disociar su sexualidad de la procreación. De fondo, hay un proceso jovenlandesal de degradación, en el que un número considerable de mujeres españoles han abjurado de ser madres. La incorporación de la mujer al mundo del trabajo -consecuencia en buena medida de los dos adelantos citados- ha sido un fracaso sin paliativos, una demolición de la sociedad”, dice de Diego en El suicidio de España.

El Abc de la caverna:


Dice que contestará a la cloaca mediática hoy en su cuenta de twitter:

Enrique de Diego (@enriquedediegov) | Twitter
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El ascenso de Podemos y C´s, ¿una jugada maestra orquestada desde las cloacas del estado para perpetuar el narcorégimen?

http://www.burbuja.info/inmobiliari...stada-cloacas-del-perpetuar-narcoregimen.html
 
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Pero, ¿lo del mestizaje y el projudaísmo dónde lo dice? En el artículo no lo veo por ninguna parte.

:roto2: Tercer párrafo por debajo.

Por Enrique de Diego.- En el asesinato del soldado Lee Rigby lo más inquietante es la falta de respuesta de la clase política o el sinsentido de la respuesta en ese consenso suicida de la estupidez compartido por socialistas y conservadores. Hemos perdido un héroe que, además, por los comentarios de sus familiares, era una buena persona. El asesinato en sí por su brutal inhumanidad sería la inhabilitación de cualquier idea, de la islámica en cuyo intrínseco fanatismo se ha perpetrado.

Pues los autores son dos simples patéticos, dos inadaptados, dos auténticos pringados alucinados. Una clara regresión de la especie humana a niveles infrahumanos.

Asesinato evitable como tantos en aras de la ceguera autoimpuesta por lo políticamente correcto a un Occidente que se tambalea por ese consenso suicida de la estupidez. Del poco equilibrado que más se ha informado sabemos que se hacía llamar “el que acude a la guerra santa” y que ponía un tenderete en la misma calle del asesinato en la que proclamaba su voluntad criminal. Los servicios de seguridad, que más bien lo son de inseguridad, lo habían investigado y habían llegado a la conclusión de que no era peligroso. Sería para que no les llamaran racistas.

La desprotección en Europa es una imposición del sistema, un corolario perverso de la declaración de los políticos respecto a los fiel a la religión del amores como su grupo mascota por excelencia. Desde la masacre en Londres del 7 julio de 2005 se han incrementado sustancialmente los presupuestos de los servicios de información, pero lo que no ha variado ha sido ese velo que cubre al islamismo contra todas sus evidencias genocidas. Nunca en la historia de la Humanidad se ha producido una impostura tan colosal, una desprotección jovenlandesal e intelectual tan completa.

La intervención de David Cameron fue una exaltación en estado puro de ese consenso suicida de la estupidez. Para Cameron, el acto criminal habría sido “una traición al Islam”. Cualquier de la religión del amor o quien haya leído El Corán habrá pensado de inmediato en que Cameron es un perfecto petulante. La secta mahometana promueve y ensalza el asesinato, tanto del no de la religión del amor como del apóstata; el integrismo sólo añade que la mayoría de los fiel a la religión del amores han apostatado y se encuentran en el estado de paganismo anterior a la predicación de Mahoma.

La segunda idea de Cameron fue llamar a la concordia entre las comunidades. Nunca había escuchado una proclamación tan certera y obscena del presunto final del Reino Unido como sociedad abierta, a la que es extraña la existencia misma de comunidades. Y para redondear los despropósitos, Cameron enfatizó la aportación de la “comunidad fiel a la religión del amora” a Inglaterra. Esotérica aportación, ignota, salvo la citada masacre del 7 J o este alevoso crimen en plena calle de Londres.

En Inglaterra, la llegada masiva de fiel a la religión del amores fue una decisión consciente de los laboristas, un proceso de ingeniería social para descristianizar Inglaterra, para modificar sus bases o regularidades, su textura vital, para convertirla en una sociedad multicultural; es decir, para desgtruirla. Están publicados los papeles en su día secretos del partido de Tony Blair. En España llegaron con Aznar y con Pujol (frente a los castellano-parlantes) y al reclamo del falso Estado asistencial con la renta mínima de inserción montado por Eduardo Zaplana, en los tiempos en que Mariano Rajoy era ministro de Interior. La intervención de David Cameron confirma ese consenso suicida del que participan socialistas y conservadores.

No me constan demasiadas condenas oficiales del crimen del soldado Lee Rigby, ninguno de esos comunicados rutinarios de los partidos, sólo una nota de la Unión Europea alertando frente a brotes de racismo y xenofobia…contra los fiel a la religión del amores. Nunca está de más la admonición, pues racismo y xenofobia son execrables, contrarios a la sociedad abierta, pero resulta que el crimen de Londres es un evidente acto de xenofobia extrema y en la línea de la absoluta xenofobia del islamismo, cuyas relaciones con los no fiel a la religión del amores están concretadas en la aleya coránica de la espada: “Matadlos allá donde los encontréis”. Soberana estupidez de la Unión Europea que es incapaz de ver la xenofobia manifiesta para execrar la no manifestada.

Ese consenso suicida de la estupidez del que participan socialistas y conservadores ha superado ya todos los límites. Si el asesinato de un soldado en Londres se convierte en un alegato proislamista en boca de Cameron es que hay que plantarle cara como algo perentorio, como lo más perentorio en un tiempo convulso lleno de problemas angustiosos. Hablamos de la misma Inglaterra que en 1884, mandó a Lord Kitchener a vengar la fin del general Charles George relleniton en Jartum, enfrentándose a los seguidores fanáticos de Muhammad Amad, proclamado El Mahdi, un movimiento integrista. O de la que, con su Armada, acabó con la piratería en el Mediterráneo atacando Argel. Ahora su capital es Londonistán.

La islamización como proceso de ingeniería social es general en Europa. Arde Estocolmo, la pacifista, atrapada en su generoso derecho de asilo, con fiel a la religión del amores somalíes incendiándolo todo ante la pasividad de la policía y la ineptitud de los políticos, que nunca van a reconocer su culpa en la situación artificialmente generada. Por toda Europa, por sus ciudades más emblemáticas, hay guetos donde ha desaparecido el imperio de la Ley, polvorines armados con subvenciones y ayudas, que no se pueden mantener y que nunca debieron existir. Hay un chantaje de la violencia irrestricta para saquear y desarmar a las sociedades europeas con la complicidad de sus falsos líderes jovenlandesales y con la protección de los gobiernos.

Por eso, cómplices tanto socialistas como conservadores del suicidio, partícipes del consenso suicida de la estupidez, no queda otra opción que la extremaderecha. Utilizo el término tal como lo usa el sistema sin su carga peyorativa, sabiendo que la definición geométrica es simplista y que sus corrientes son varias y dispares. Es precisa la extremaderecha sea como revulsivo, como la ruptura de ese consenso, como el grito de unas sociedades que no están dispuestas a morir.

Porque lo que se han generado son las bases de un conflicto sangriento de grandes dimensiones que es preciso parar y aún hay tiempo. Aún está la oportunidad de las elecciones al Parlamento Europeo en 2014 que han de ser un grito de todas las naciones contra este suicidio absurdo e inducido. Esos guetos subvencionados, esos grupos mimados por la asistencia social (el 60% de los varones marroquíes residentes en España están en paro) no se pueden seguir sosteniendo mediante la depredación de las posibles víctimas y, por ende, por este camino, bajo estos políticos, tanto socialistas como conservadores, la situación tenderá a empeorar y mucho.

En sí, el asesinato de Londres muestra el fracaso del integrismo; reducido a la operatividad de lo que se ha dado en llamar lobos solitarios; una de las estupideces del sistema que dice estar enfrentándose a un nuevo tipo de terrorismo, cuando es simplemente el islamismo, fiel a la religión del amores que ponen en práctica el precepto del asesinato contra el denominado infiel. Sé muy bien que, con la complicidad culpable de la educación y el periodismo, de los profesores y los periodistas, no se ha explicado a las poblaciones, a las gentes, los peligros que el islamismo representa, ni su condición, ni sus sencillos e inhumanos e inmorales preceptos. He tratado de combatir este oscuro camuflaje con mis libros “Islam, visión crítica” y “Chueca no está en Teherán”, porque están en peligro los ateos, los agnósticos y los gayses, los primeros de ellos, los socialistas y los conservadores, aunque ellos viven en urbanizaciones de acceso restringido y fuerte seguridad, creadores al tiempo que administradores del conflicto. Antes que reconocer su error están dispuestos a que haya más víctimas; a que se pueda gritar por las calles y las mezquitas la voluntad genocida, para luego seguir desarmando a las víctimas.

Es necesario que Europa despierte y exija responsabilidades por esta inmensa traición y, aquí y ahora, ese despertar sólo puede darse por un ascenso significativo de la extremaderecha en todas las naciones, también en España, que ponga coto y fin al consenso suicida de la estupidez. No lo digo como provocación, sino como llamamiento, desde mi amor a la libertad y a la Europa posible, a la civilización occidental a la que me honro en pertenecer.

Porque todos, socialistas y conservadores, hablan el mismo lenguaje de ese consenso suicida y exhiben la misma estupidez enervante. El ministro del Interior francés, Manuel Valls concede una entrevista a una de esas biblias degradantes de lo políticamente correcto, “El País”. Es oriundo de españoles. Es una emigración que conozco bien porque hay muchos protagonistas en mi familia. No iban a imponer, no iban a delinquir, no predicaban el asesinato de quienes les acogían. Iban a salir adelante y a sacar adelante a sus familias. Pues bien, Manuel Valls muestra su intensa preocupación porque “el viajero de la religión del amor es hoy el chivo expiatorio de los populismos, de la extrema derecha en Francia y en Europa”, de modo que “me preocupa el creciente rechazo a los pagapensiones fiel a la religión del amores”.

Consenso suicida de la estupidez en estado puro; los fiel a la religión del amores como grupo mascota de los políticos, de modo que el malo múltiple que mató en Francia a siete entre soldados y niños judíos era un mero radical que para nada interpela al islamismo. Ningún emigrante español, y que se me perdone la comparativa, hizo algo similar ni se le pasó por la cabeza. Luego algo habrá de intrínsecamente malo en la secta mahometana, porque los que sí fueron chivos expiatorios en sentido trágico fueron los soldados y los niños judíos. Francia es un archipiélago de guetos insostenibles. Cientos de “franceses” van a Siria a combatir. Y todavía es preciso alimentar el complejo de culpa de las víctimas.

¿Habrá razones para ese rechazo del “viajero de la religión del amor”? Porque después de tantos asesinatos –en España la terrible masacre del 11 de marzo de 2004 con 192 muertos, ocultada la autoría islamista por los voceros del PP-, de tantas amenazas a la libertad de expresión, de tantas proclamaciones genocidas, los europeos perciben que se les está llevando, desarmados, a un suicidio colectivo y se han hartado de ese consenso suicida de la estupidez.

Porque un día después de mostrar tan beatíficas preocupaciones el ministro del Interior francés, lo que se produjo en París fue el intento de degollamiento de un militar en París; degollamiento que es la manifestación última y más execrable de racismo y de xenofobia, pues se pretende un sacrificio halal, la consideración de que la víctima es un animal, el chivo expiatorio sin metáfora. Ese rechazo está fundado y es razonable, sobre todo hacia los asesinos radicales, como autodefensa, toda vez que los políticos al uso, tanto socialistas como conservadores, no sólo desarman a las víctimas sino que encima insultan su inteligencia y les quieren obligar a no ver lo evidente, por la sencilla razón de que la clase política europea en su conjunto es culpable; y lo evidente es que con una demografía expansiva y subvencionada, sin aportar nada, aprovechándose de los carísimos servicios públicos y hundiéndolos para todos, lastrando la economía, al menos una parte de los fiel a la religión del amores parecen haber sido inducidos a pensar que los europeos son tan estúpidos como lo son sus políticos y dan a entender estos. Políticos que, se acumulan los indicios, con frecuencia están comprados con el dinero saudí y de las petromonarquías. Eso es evidente en España en la jefatura del Estado.

Tengo muy buenos amigos palestinos e iraquíes. No son fiel a la religión del amores. Estas gentes merecen todo el respeto. Combato las ideas, no las razas, ni los orígenes nacionales. Otro absurdo histórico es el de una emigración que supuestamente huye del fracaso de sus sociedades pero que quiere imponer sus bárbaras y atrasadas costumbres. Hay ya una ministra en el Gobierno de Italia defendiendo la legalización de la poligamia y barrios de Europa donde impera la sharia. En Holanda se hacen razias medievales desde los barrios “fiel a la religión del amores” hasta los de los gayses. Son los fiel a la religión del amores los que están planteando problemas a la convivencia y por eso la extremaderecha, en su ascenso necesario, se presenta como el grito de rebeldía de una sociedad, de unas naciones que no quieren sucumbir y para ello deben arrumbar tanto a socialistas como a conservadores, a ese consenso de lo absurdo degradante.

Porque vemos que se radicaliza la segunda generación, sin futuro, drogodependiente de unas ayudas estatales que nunca debieron existir y que ahora, simplemente, no pueden mantenerse. Que la demografía expansiva fiel a la religión del amora incrementará el conflicto latente en un horizonte inmediato. Ni se puede conceder ni se puede permitir mantener la nacionalidad a quien predica o es partidario del asesinato de los europeos. Los viejos europeos están sufriendo el racismo y la xenofobia contra ellos en sus propias naciones y encima están siendo todo el día acusados por sus políticos y sus medios de comunicación prostituidos de racistas y xenófobos. No hay otra integración que el trabajo y la otra alternativa es la expulsión. Tolerancia cero con los integristas, por supuesto.

Los hispanoamericanos pertenecen a nuestra misma cultura, tienen nuestra misma religión, se mueven en los parámetros de la civilización occidental; siento hacia ellos una lógica fraternidad. Por supuesto, no hacia grupos de delincuentes organizados como los Latin Kings o los Ñetas. Ninguna sociedad admite la llegada ni la instalación de delincuentes. Sólo en este tiempo de degradación y decadencia, pero los culpables son los políticos. Y hay que ir a por ellos.


El antijudaísmo es una paranoia irracional que tengo bien estudiado; el prejuicio antijudío degrada la mente con su instalación en una teoría conspirativa que deforma la realidad y la acomoda a simplismos previos. Ojalá existiera el sionismo como algunos pretenden. Nuestra civilización occidental tiene varios fundamentos, que van desde la filosofía griega hasta el derecho romano, pero su cimiento más claro es el código ético de jovenlandesal natural de los diez mandamientos, entregados por Dios a Moisés en el Monte Sinaí.

No pertenezco a la extrema derecha, y quizás en el futuro tenga que confrontarme con ella si se sale de la defensa de valores e ideas para enfangarse en simplismos etnicistas del cientificismo decimonónico. Me siento cercano a lo que representa Geert Wilders, al que tengo, como yo, por un liberal; me considero el último liberal en esta España donde el liberalismo ha sido pervertido como patente de corso para la corrupción subvencionada. Pero sólo un ascenso imparable de la extremaderecha puede dar la voz de la rebelión contra el consenso suicida de la estupidez mantenido por una casta parasitaria que ha jugado al multiculturalismo y a la ingeniería social y que lejos de enmendar su error, y reconocer su fracaso, persiste en sus anatemas abracadabrantes, en sus admoniciones inconsistentes y cegatas.

La cita es en las elecciones europeas, que por celebrarse en todas las naciones y en circunscripciones nacionales, sin la deformación de modelos electorales como el nefasto asumido en España, pueden mostrar el consenso de la supervivencia. En España sería deseable o una nueva oferta superadora e integradora o una coalición articulada de partidos patrióticos, desde el socialcristianismo de Alternativa Española a las Falanges y Democracia Nacional y España 2000, sobre puntos comunes, dejando en el desván las viejas rencillas y los debates ora históricos ora de pureza ideológica esterilizante cuando se trata de abrir puertas al sentido común y sobrevivir. Lanzo el guante porque, aquí y ahora, frente al consenso suicida de la estupidez de socialistas y conservadores, en esta etapa postPP, con ese partido en proceso de autodestrucción irreversible, y con el PSOE moribundo sin renovación posible, no hay otra opción que la extremaderecha.
 
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