Cucumis Sativus
PIENSA, REZA, LUCHA.
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Autarquía es una palabra arcaica, con mala fama y despreciada por el mundo globalizado en el que nos ha tocado vivir. Etimológicamente procede del vocablo griego "autarkeia" que no viene a significar otra cosa que "capacidad de bastarse a sí mismo".
La Libertad es la capacidad de tomar decisiones propias y asumir las consecuencias de ellas, y para ser libre lo principal es no depender de la voluntad de otro. Los vínculos económicos, políticos, o de vasallaje de cualquier tipo impiden la expresión de la libertad individual y comunitaria. Por lo tanto, es necesario realizar en el marco de una Revolución Integral una labor política, lograr ser "autárquicos" en nuestra organización política, en la gestión del poder sin depender del Estado, y una labor económica, procurando depender lo mínimo de la sociedad.
Si el Estado se organiza y construye sus instituciones de arriba a abajo, el Pueblo debe hacerlo al revés, de abajo a arriba. Y la más pequeña unidad política y económica no es otra que La Familia, institución hoy interesadamente desvirtuada por el feminismo y atacada por el trabajo asalariado y la destrucción de vínculos horizontales en la sociedad. Es la Familia el último bastión que separa al Pueblo de ser pastoreado sin piedad por los poderosos. En los ancianos abandonados y desatendidos, a los que en cuanto conviene al Poder se les aplica una eutanasia más o menos velada (véanse los protocolos el bichito en residencias durante el 2020), en la observación atenta de la situación de las mujeres solteras sufriendo el régimen asalariado del modo más atroz (se puede observar siguiendo el consumo de antidepresivos por las mujeres étnicamente españolas de los últimos lustros) o viendo lo que sucede con los jóvenes emancipados, que viven sometidos bajo la bota del patrón bajo la amenaza de no poder pagar el alquiler y no tener margen de ahorro que les de autonomía económica, se puede corroborar la certeza de esta afirmación.
La autarquía ha gozado siempre de mala fama porque es "antieconómica". Los economistas clásicos desde Adam Smith en "la riqueza de las naciones" han hablado de la división del trabajo y la especialización. Si el tabaco da un rendimiento por hectárea mucho mayor en el trópico que en Europa, y la diferencia de precio justifica asumir los costes del transporte, lo lógico es cultivarlo allí y consumirlo aquí. Los consumidores de tabaco, si confían en el dúo Estado-Capital y su capacidad para gestionar la riqueza, deberían obtener un producto muy barato y de gran calidad. Con el mismo dinero, obtener más a cambio y por lo tanto, ser más ricos.
Del mismo modo, ese tabaco cultivado en el trópico, se lleva a la fábrica tabacalera. Una legión de operarios y la más avanzada maquinaria construyen cigarrillo por cigarrillo a un ritmo frenético y a un coste baratísimo. El cliente no solo obtiene tabaco barato y de calidad, sino que debe encontrar en el estanco más cercano cigarrillos doblemente baratos, tanto por la especialización económica por regiones (comercio global) como por la automatización y mecanización del proceso (división del trabajo y uso de alta tecnología).
Ahora, si bajamos del mundo de las Ideas a La Realidad, lo que encuentra el pobre adicto al tabaco es un tabaco carísimo, lleno de petroquímicos y de una calidad más que cuestionable. ¿Dónde está toda la riqueza que nos prometieron? ¿Acaso era una mentira? No. La teoría económica clásica, luego superada, en mi humilde opinión, por la Escuela Austríaca que completó la explicación de la mayor parte de las dinámicas económicas en el capitalismo, no estaba equivocada en esto. El problema es que nos pasamos la vida teorizando, y cuando entramos en contacto con la Realidad, nos damos de bruces contra ella. Toda esa riqueza se ha generado, sí. Pero no ha ido a parar a dónde nos prometieron porque el que ha propiciado toda esa abundancia aparente es el Estado. El Estado invade un país tropical dónde poner los campos de tabaco, el Estado controla los flujos de comercio global, y el Estado controla la producción y distribución de cigarrillos. Sí, las tabacaleras en muchos casos son privadas, quizá el dueño de la finca en el país tropical es privado, pero si se tiene en cuenta que a nivel económico todos pagan buena parte de sus ingresos en forma de impuestos y que están sujetos a multitud de normativas, tasas y burocracia, tenemos que el Estado de facto controla económica y políticamente esas empresas privadas, dándoles la autonomía justa para que trabajadores y patrones tengan un incentivo económico para trabajar más allá de lo justo y para evitar la corrupción e ineficiencia de los funcionarios y sindicatos de las empresas industriales públicas.
Este mismo ejemplo nos desvela el secreto de por qué el dúo Estado-Capital venció al Estado comunista, logrando un Poder mucho mayor delegando unas mínimas libertades a los individuos confiando en que gestionan mejor la economía que el funcionariado. También nos deja entrever que más tecnología no es siempre mejor. Realmente conviene más una tecnología "mejor", adecuada a las necesidades reales del fumador, que una tecnología más cara y compleja que solo acaba por reportar beneficio al Estado y al Capital. Viéndolo desde un punto de vista más amplio, la productividad, la creación de riqueza por hora trabajada, se ha multiplicado desde los años 70, pero la riqueza real de la gente común, que no puede pagarse ni la más sencilla vivienda.
La alternativa realmente libertaria, autárquica, es que ese mismo fumador plantase tabaco en su huerto bajo clima europeo, y se enrollase él mismo los cigarrillos, quizá con algún útil que haga este trabajo manual rápido y eficiente. Y esta simple acción es REVOLUCIONARIA. Acaba de deslegitimar y debilitar la ocupación por parte del Estado de colonias y estados satélites en los países pobres del mundo, ha detraído una increíble cantidad de impuestos acumulados, y ha dejado de depender del sistema comercial global, aparte de obtener un tabaco de gran calidad. Utilizando el argot posmoderno, se ha "empoderado" económicamente, porque ha detraído poder al Estado y al Capital, y al no necesitar dinero para obtener ese producto, ha reducido su dependencia del salario, y quizá puede empezar a ahorrar lo que antes gastaba en cigarrillos, dándole autonomía financiera. Una de las dos patas del poder, la economía, ha pasado a ser gestionada por el Individuo.
Pues esto mismo se puede aplicar al suministro eléctrico, al gas, a la calefacción, a la comida, al combustible, a la vivienda, al suministro y tratamiento de agua y a multitud de otros aspectos de la vida que pueden resolverse con tecnologías al alcance de cualquiera (solar térmica y fotovoltaica, recogida de agua de lluvia de tejados y superficies de captación, biogas, cultivar un huerto del tamaño suficiente, etc...) Solo eliminando o reduciendo mucho del presupuesto familiar estas partidas de gasto se puede ahorrar, saldar deudas o incluso plantearse reducir jornada o trabajar solo por temporadas, y reducir así en gran medida nuestra dependencia del salario y vivir más tranquilos, al mismo tiempo que desde el ámbito familiar reconquistamos las libertades que hemos ido perdiendo estas últimas décadas. Desde la base, y desde el Amor entre iguales.
La Libertad es la capacidad de tomar decisiones propias y asumir las consecuencias de ellas, y para ser libre lo principal es no depender de la voluntad de otro. Los vínculos económicos, políticos, o de vasallaje de cualquier tipo impiden la expresión de la libertad individual y comunitaria. Por lo tanto, es necesario realizar en el marco de una Revolución Integral una labor política, lograr ser "autárquicos" en nuestra organización política, en la gestión del poder sin depender del Estado, y una labor económica, procurando depender lo mínimo de la sociedad.
Si el Estado se organiza y construye sus instituciones de arriba a abajo, el Pueblo debe hacerlo al revés, de abajo a arriba. Y la más pequeña unidad política y económica no es otra que La Familia, institución hoy interesadamente desvirtuada por el feminismo y atacada por el trabajo asalariado y la destrucción de vínculos horizontales en la sociedad. Es la Familia el último bastión que separa al Pueblo de ser pastoreado sin piedad por los poderosos. En los ancianos abandonados y desatendidos, a los que en cuanto conviene al Poder se les aplica una eutanasia más o menos velada (véanse los protocolos el bichito en residencias durante el 2020), en la observación atenta de la situación de las mujeres solteras sufriendo el régimen asalariado del modo más atroz (se puede observar siguiendo el consumo de antidepresivos por las mujeres étnicamente españolas de los últimos lustros) o viendo lo que sucede con los jóvenes emancipados, que viven sometidos bajo la bota del patrón bajo la amenaza de no poder pagar el alquiler y no tener margen de ahorro que les de autonomía económica, se puede corroborar la certeza de esta afirmación.
La autarquía ha gozado siempre de mala fama porque es "antieconómica". Los economistas clásicos desde Adam Smith en "la riqueza de las naciones" han hablado de la división del trabajo y la especialización. Si el tabaco da un rendimiento por hectárea mucho mayor en el trópico que en Europa, y la diferencia de precio justifica asumir los costes del transporte, lo lógico es cultivarlo allí y consumirlo aquí. Los consumidores de tabaco, si confían en el dúo Estado-Capital y su capacidad para gestionar la riqueza, deberían obtener un producto muy barato y de gran calidad. Con el mismo dinero, obtener más a cambio y por lo tanto, ser más ricos.
Del mismo modo, ese tabaco cultivado en el trópico, se lleva a la fábrica tabacalera. Una legión de operarios y la más avanzada maquinaria construyen cigarrillo por cigarrillo a un ritmo frenético y a un coste baratísimo. El cliente no solo obtiene tabaco barato y de calidad, sino que debe encontrar en el estanco más cercano cigarrillos doblemente baratos, tanto por la especialización económica por regiones (comercio global) como por la automatización y mecanización del proceso (división del trabajo y uso de alta tecnología).
Ahora, si bajamos del mundo de las Ideas a La Realidad, lo que encuentra el pobre adicto al tabaco es un tabaco carísimo, lleno de petroquímicos y de una calidad más que cuestionable. ¿Dónde está toda la riqueza que nos prometieron? ¿Acaso era una mentira? No. La teoría económica clásica, luego superada, en mi humilde opinión, por la Escuela Austríaca que completó la explicación de la mayor parte de las dinámicas económicas en el capitalismo, no estaba equivocada en esto. El problema es que nos pasamos la vida teorizando, y cuando entramos en contacto con la Realidad, nos damos de bruces contra ella. Toda esa riqueza se ha generado, sí. Pero no ha ido a parar a dónde nos prometieron porque el que ha propiciado toda esa abundancia aparente es el Estado. El Estado invade un país tropical dónde poner los campos de tabaco, el Estado controla los flujos de comercio global, y el Estado controla la producción y distribución de cigarrillos. Sí, las tabacaleras en muchos casos son privadas, quizá el dueño de la finca en el país tropical es privado, pero si se tiene en cuenta que a nivel económico todos pagan buena parte de sus ingresos en forma de impuestos y que están sujetos a multitud de normativas, tasas y burocracia, tenemos que el Estado de facto controla económica y políticamente esas empresas privadas, dándoles la autonomía justa para que trabajadores y patrones tengan un incentivo económico para trabajar más allá de lo justo y para evitar la corrupción e ineficiencia de los funcionarios y sindicatos de las empresas industriales públicas.
Este mismo ejemplo nos desvela el secreto de por qué el dúo Estado-Capital venció al Estado comunista, logrando un Poder mucho mayor delegando unas mínimas libertades a los individuos confiando en que gestionan mejor la economía que el funcionariado. También nos deja entrever que más tecnología no es siempre mejor. Realmente conviene más una tecnología "mejor", adecuada a las necesidades reales del fumador, que una tecnología más cara y compleja que solo acaba por reportar beneficio al Estado y al Capital. Viéndolo desde un punto de vista más amplio, la productividad, la creación de riqueza por hora trabajada, se ha multiplicado desde los años 70, pero la riqueza real de la gente común, que no puede pagarse ni la más sencilla vivienda.
La alternativa realmente libertaria, autárquica, es que ese mismo fumador plantase tabaco en su huerto bajo clima europeo, y se enrollase él mismo los cigarrillos, quizá con algún útil que haga este trabajo manual rápido y eficiente. Y esta simple acción es REVOLUCIONARIA. Acaba de deslegitimar y debilitar la ocupación por parte del Estado de colonias y estados satélites en los países pobres del mundo, ha detraído una increíble cantidad de impuestos acumulados, y ha dejado de depender del sistema comercial global, aparte de obtener un tabaco de gran calidad. Utilizando el argot posmoderno, se ha "empoderado" económicamente, porque ha detraído poder al Estado y al Capital, y al no necesitar dinero para obtener ese producto, ha reducido su dependencia del salario, y quizá puede empezar a ahorrar lo que antes gastaba en cigarrillos, dándole autonomía financiera. Una de las dos patas del poder, la economía, ha pasado a ser gestionada por el Individuo.
Pues esto mismo se puede aplicar al suministro eléctrico, al gas, a la calefacción, a la comida, al combustible, a la vivienda, al suministro y tratamiento de agua y a multitud de otros aspectos de la vida que pueden resolverse con tecnologías al alcance de cualquiera (solar térmica y fotovoltaica, recogida de agua de lluvia de tejados y superficies de captación, biogas, cultivar un huerto del tamaño suficiente, etc...) Solo eliminando o reduciendo mucho del presupuesto familiar estas partidas de gasto se puede ahorrar, saldar deudas o incluso plantearse reducir jornada o trabajar solo por temporadas, y reducir así en gran medida nuestra dependencia del salario y vivir más tranquilos, al mismo tiempo que desde el ámbito familiar reconquistamos las libertades que hemos ido perdiendo estas últimas décadas. Desde la base, y desde el Amor entre iguales.