Mateo77
Laico católico
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He estado leyendo un poco más al respecto, para aclarar lo que quiero decir.
Génesis 2,7 "El Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra, le insufló en sus narices un hálito de vida y así el hombre llegó a ser un ser viviente."
Ahí está separado el dar forma al polvo de la tierra del insuflar el hálito de vida. El hilemorfismo habla de materia y forma, y no veo problema en ello.
Según el catecismo,
Por lo que he leído, en el concilio citado se niega que haya dos almas, cosa que yo no afirmo al distinguir espíritu y alma. San Pablo también hace esta distinción. Ambos serían lo que dan forma a la materia, y la distinción entre ambos sería que "alma" se refiere a la capacidad de albergar espíritu, mientras que espíritu es lo que es albergado por el alma. La influencia demoníaca es un ejemplo de cómo los espíritus malignos pueden influir sobre la realidad material alterando de alguna manera la capacidad de obrar del espíritu propio de la persona. Ambos están dando forma a la misma materia, por tanto, según mi definición, ambos tienen acceso al "alma" (en diverso grado).
Cuando critico la influencia de la cultura grecolatina no quiero decir que haya que descartar todo, sino que hay que revisar todo en vista de los frutos que está dando, y de su procedencia no cristiana. Por causa de mi profesión estoy habituado a analizar las cosas descomponiéndolas en elementos simples (explicitando en el proceso todo lo implícito), y contemplar luego las interacciones de estos elementos. Con respecto a lo que enseña la Iglesia, no me sirve el argumento de la autoridad de un teólogo u otro como motivación para aceptar todo lo que estos enseñan. Me centro en tomar los dogmas como axiomas (y en general todo lo enseñado con certeza), modificando lo demás si encuentro algún error. Y el resultado de todo esto lo voy haciendo público sin pretender asumir en ningún caso la tarea de maestro, y como tal espero que sea recibido.
Por supuesto no conozco en profundidad todo lo que ha enseñado con certeza la Iglesia. Cuando encuentro algo nuevo que no había tenido en cuenta, reviso el modelo para adecuarlo si es preciso, en la medida de mi capacidad. Y todo esto lo hago desde la confianza de que nadie se va a condenar por sostener algún pequeño error si llegado el momento está dispuesto a cambiarlo. El único pecado que no será perdonado es el de rechazar el Espíritu Santo.
Génesis 2,7 "El Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra, le insufló en sus narices un hálito de vida y así el hombre llegó a ser un ser viviente."
Ahí está separado el dar forma al polvo de la tierra del insuflar el hálito de vida. El hilemorfismo habla de materia y forma, y no veo problema en ello.
Según el catecismo,
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A veces se acostumbra a distinguir entre alma y espíritu. Así san Pablo ruega para que nuestro "ser entero, el espíritu [...], el alma y el cuerpo" sea conservado sin mancha hasta la venida del Señor (1 Ts 5,23). La Iglesia enseña que esta distinción no introduce una dualidad en el alma (Concilio de Constantinopla IV, año 870: DS 657). "Espíritu" significa que el hombre está ordenado desde su creación a su fin sobrenatural (Concilio Vaticano I: DS 3005; cf. GS 22,5), y que su alma es capaz de ser sobreelevada gratuitamente a la comunión con Dios (cf. Pío XII, Humani generis, año 1950: DS 3891).
Por lo que he leído, en el concilio citado se niega que haya dos almas, cosa que yo no afirmo al distinguir espíritu y alma. San Pablo también hace esta distinción. Ambos serían lo que dan forma a la materia, y la distinción entre ambos sería que "alma" se refiere a la capacidad de albergar espíritu, mientras que espíritu es lo que es albergado por el alma. La influencia demoníaca es un ejemplo de cómo los espíritus malignos pueden influir sobre la realidad material alterando de alguna manera la capacidad de obrar del espíritu propio de la persona. Ambos están dando forma a la misma materia, por tanto, según mi definición, ambos tienen acceso al "alma" (en diverso grado).
Cuando critico la influencia de la cultura grecolatina no quiero decir que haya que descartar todo, sino que hay que revisar todo en vista de los frutos que está dando, y de su procedencia no cristiana. Por causa de mi profesión estoy habituado a analizar las cosas descomponiéndolas en elementos simples (explicitando en el proceso todo lo implícito), y contemplar luego las interacciones de estos elementos. Con respecto a lo que enseña la Iglesia, no me sirve el argumento de la autoridad de un teólogo u otro como motivación para aceptar todo lo que estos enseñan. Me centro en tomar los dogmas como axiomas (y en general todo lo enseñado con certeza), modificando lo demás si encuentro algún error. Y el resultado de todo esto lo voy haciendo público sin pretender asumir en ningún caso la tarea de maestro, y como tal espero que sea recibido.
Por supuesto no conozco en profundidad todo lo que ha enseñado con certeza la Iglesia. Cuando encuentro algo nuevo que no había tenido en cuenta, reviso el modelo para adecuarlo si es preciso, en la medida de mi capacidad. Y todo esto lo hago desde la confianza de que nadie se va a condenar por sostener algún pequeño error si llegado el momento está dispuesto a cambiarlo. El único pecado que no será perdonado es el de rechazar el Espíritu Santo.
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