Pues precisamente es lo que ha hecho muy bien:
Te dono el dinero en forma de equipos punteros. Y así no lo puedes gastar en mamandurrias.
Es decir, un beneficio objetivo, cuantificable, y con un público muy bien definido: los enfermos de cáncer que precisan radioterapia avanzada. Pues eso, equipos de última generación para radioterapia más eficaz y menos invasiva.
Y eso para la sanidad pública.
Pero eso lleva a hacerse preguntas tales como si gran parte de esos equipos se podrían haber comprado también si se hubieran hecho coincidir todas las elecciones el mismo día, o quitando subvenciones a Partidos Políticos, o cerrando Observatorios públicos, o embajadas autonómicas.
Es decir, pone de relieve las vergüenzas del Gobierno, la Administración y el conjunto de los partidos políticos en general.
300 Millones de euros no es una cantidad elevada en el conjunto de los presupuestos.
Ahora explíquenme sus señorías cómo es posible que la sanidad pública no disponga de equipos de última generación por una inversión modesta, la mitad de la cuál se puede ahorrar poniendo las elecciones en la misma fecha, o cerrando chiringuitos diversos.
Pues no, tiene que ser un particular el que ponga los equipos, y menos mal, porque si sólo llega a poner la pasta, sería como tirarla a un vertedero.
Y Podemos lo tenía fácil: sólo tenía que enfocarlo por aquí, al fin y al cabo ellos no están en el Gobierno... Pero se ve que les molesta aún más que al resto de los políticos, lo cuál da que pensar respecto a su concepción de la Admistración Pública. Y lo que es intolerable es que, sin prueba de ninguna clase, se descalifique a una persona por un acto en sí mismo meritorio. Es decir, tratar a Amancio Ortega como si fuese poco menos que Pablo Escobar, cuya fortuna procedía del narcotráfico. Un acto que, seguramente ellos mismos serían incapaces de hacer en su lugar: de desgravarse todo lo posible, ya ni hablo, asumo que los de Podemos también lo hacen, como lo hacemos los demás. Pura envidia, envidia enfermiza.