M. Priede
Será en Octubre
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Contaba González Ruano en una de sus crónicas la visita que le hizo a Azorín en su casa. Salió pidiendo aire, necesitaba respirar. El ambiente era de otra época, más propia de mediados del XIX que de los años 60 del siglo XX.
Recuerdo de niño, con cinco años, algo parecido a esa luz mortecina y esa atmósfera envolvente que describía González Ruano; solo que a mí me gustaba. Iba de visita con mis padres, incluso a dar un pésame, no entendía nada de lo que hablaban, pero aquella tristeza y aquel aire de otra época desconocida me atraía y reconfortaba. Lo mismo en casa de mi abuela materna, donde todo era muy viejo, como ella: muebles, decoración, relojes. Hasta el teléfono. Mi abuela nunca quiso televisión: "es meter el cabaret en casa". Si viera a las viejas de hoy, en chándal y pintadas como loros las mandaba a la hoguera sin estrangulamiento previo ni extremaunción.
Todo el discurso de Huerta de Soto es eso, unción terminal. Nada de lo que dice es cierto, y mucho menos en sus adorados Estados Unidos, donde cualquier liberalismo económico brilló siempre por su ausencia: Cuando Hamilton rebatió a los adoradores de Adam Smith y Japón hizo empresarios a los samuráis y hoy más que nunca.
Pero él insiste en el catecismo, toma el rosario y empieza las estaciones del liberal al uso. Recita la letanía y suenan los relojes del salón.
Aire, aire, por favor.
Lo pongo justo cuando el carillón del reloj interviene y Von Mises avisa de que es la hora del rezo.
"Smiling Jack, post: 33869589, member: 25123"]
Si, bueno, Huerta del Soto es funcionario de vocación, porque el dinero le chorrea por las orejas (y eso que tiene 10 churumbeles, 10)
Pero como usted lo vea.
[/QUOTE]
O sea, que es funcionario para hacernos un favor. O bien lo obligaron a opositar y el pobre, con diez hijos, ¿pues qué iba a hacer? Heroísmos los justos, oye, ni uno más.
Y lo mismo Rallo, que le damos pena, y para educarnos en el liberalismo en un país colectivista no le quedó más remedio que hacerse funcionario para destruir el sistema desde dentro, tal y como proponía Gramsci. ¿O es que los colectivistas se presentaron a las tres de la madrugada en su casa y a punta de pistola lo obligaron a trabajar en el Gulag de la universidad pública? No sé, elige.
Recuerdo de niño, con cinco años, algo parecido a esa luz mortecina y esa atmósfera envolvente que describía González Ruano; solo que a mí me gustaba. Iba de visita con mis padres, incluso a dar un pésame, no entendía nada de lo que hablaban, pero aquella tristeza y aquel aire de otra época desconocida me atraía y reconfortaba. Lo mismo en casa de mi abuela materna, donde todo era muy viejo, como ella: muebles, decoración, relojes. Hasta el teléfono. Mi abuela nunca quiso televisión: "es meter el cabaret en casa". Si viera a las viejas de hoy, en chándal y pintadas como loros las mandaba a la hoguera sin estrangulamiento previo ni extremaunción.
Todo el discurso de Huerta de Soto es eso, unción terminal. Nada de lo que dice es cierto, y mucho menos en sus adorados Estados Unidos, donde cualquier liberalismo económico brilló siempre por su ausencia: Cuando Hamilton rebatió a los adoradores de Adam Smith y Japón hizo empresarios a los samuráis y hoy más que nunca.
Pero él insiste en el catecismo, toma el rosario y empieza las estaciones del liberal al uso. Recita la letanía y suenan los relojes del salón.
Aire, aire, por favor.
Lo pongo justo cuando el carillón del reloj interviene y Von Mises avisa de que es la hora del rezo.
"Smiling Jack, post: 33869589, member: 25123"]
Si, bueno, Huerta del Soto es funcionario de vocación, porque el dinero le chorrea por las orejas (y eso que tiene 10 churumbeles, 10)
Pero como usted lo vea.
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O sea, que es funcionario para hacernos un favor. O bien lo obligaron a opositar y el pobre, con diez hijos, ¿pues qué iba a hacer? Heroísmos los justos, oye, ni uno más.
Y lo mismo Rallo, que le damos pena, y para educarnos en el liberalismo en un país colectivista no le quedó más remedio que hacerse funcionario para destruir el sistema desde dentro, tal y como proponía Gramsci. ¿O es que los colectivistas se presentaron a las tres de la madrugada en su casa y a punta de pistola lo obligaron a trabajar en el Gulag de la universidad pública? No sé, elige.
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