El Promotor
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La juez Mercedes Alaya llevaba razón
La juez Mercedes Alaya ya vio cómo, a pesar de los ataques perpetrados desde el PSOE e incluso desde el propio Consejo General del Poder Judicial y el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía – de la Junta de Andalucía ya ni hablamos porque fue escarnecedora sistemática -, el Tribunal Supremo admitía su tesis de la organización jerárquica de la trama, que nosotros hemos llamado en general "tela de araña".
Ahora, la sentencia, no sólo comparte su tesis de la organización jerárquica y consciente de la ilegalidad cometida, sino que completa su acusación general de prevaricación continuada con la de malversación continuada de caudales público sobre la que el Tribunal Supremo dudó debido a que sólo tenía datos indiciarios muy preliminares.
Es este un buen momento para recordar como la definía la vacaburra de Almudena Grandes...
Era la mujer perfecta. Por su tenacidad, por su resistencia, por su peluquería, por su maquillaje, por su habilidad para combinar prendas y complementos al entrar en su juzgado como si avanzara por una alfombra roja. Abanderada de una feminidad empachosa, su estética empezó a inquietarme mucho antes que su ética. Una progenitora de familia, con un empleo exigente, cuyo rostro jamás revela el menor signo de cansancio físico a las ocho de la mañana, o no es humana, o no es de fiar.
Fuente: La columna de Almudena Grandes: "La mujer perfecta"
... y hacerle un sentido homenaje.
Realmente impresionante.
La juez Mercedes Alaya ya vio cómo, a pesar de los ataques perpetrados desde el PSOE e incluso desde el propio Consejo General del Poder Judicial y el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía – de la Junta de Andalucía ya ni hablamos porque fue escarnecedora sistemática -, el Tribunal Supremo admitía su tesis de la organización jerárquica de la trama, que nosotros hemos llamado en general "tela de araña".
Ahora, la sentencia, no sólo comparte su tesis de la organización jerárquica y consciente de la ilegalidad cometida, sino que completa su acusación general de prevaricación continuada con la de malversación continuada de caudales público sobre la que el Tribunal Supremo dudó debido a que sólo tenía datos indiciarios muy preliminares.
Es este un buen momento para recordar como la definía la vacaburra de Almudena Grandes...
Era la mujer perfecta. Por su tenacidad, por su resistencia, por su peluquería, por su maquillaje, por su habilidad para combinar prendas y complementos al entrar en su juzgado como si avanzara por una alfombra roja. Abanderada de una feminidad empachosa, su estética empezó a inquietarme mucho antes que su ética. Una progenitora de familia, con un empleo exigente, cuyo rostro jamás revela el menor signo de cansancio físico a las ocho de la mañana, o no es humana, o no es de fiar.
Fuente: La columna de Almudena Grandes: "La mujer perfecta"
... y hacerle un sentido homenaje.
Realmente impresionante.