Hilo recopilatorio de frases foreras/burbujistas geniales que no quieres que se pierdan

Que grandes joyas nos ha dado este otrora glorioso foro.

En el nomercado hay novendedores y nocompradores. Su principal función es fijar noprecios de noventa a los cuales los bienes y servicios no se venden. A los nocompradores les gustaría ser compradores, y estarían dispuestos a pagar el noprecio pedido por el novendedor; pero para ello necesitarían crédito, algo imposible desde que los bancos han comprendido de repente que la renta del nocomprador medio no alcanza ni de lejos lo necesario para devolver el crédito. Si un nocomparador obtuviera crédito y pagara el noprecio fijado por el novendedor, se realizaría una venta; el con poca gracia novendedor se dará cuenta de que ha "malvendido", mientras el resto de novendedores, que en realidad no quieren vender, subirían sus noprecios (aumentando así instantaneamente el valor de su patrimonio y la riqueza del país).

"Malvender" es el concepto fundamental de esta teoría, la aportación genial y única del pueblo español al acervo económico mundial. "Malvender" es algo muy malo, que no se puede hacer (antes se le pega fuego al bien, o se regala al banco). El objetivo del novendedor es, evidentemente, novender (evitando así la terrible posibilidad de malvender), y mantener los noprecios tan altos como sea posible sin eliminar por completo a los nocompradores.

Los noprecios así fijados permiten un crecimiento continuo del PIB, un sistema financiero tan solido que presenta beneficios consistentemente en plena crisis financiera mundial, y una economía que pronto sobrepasará a la de todo el sistema solar. Si los USA hubieran instaurado un nomercado en su vivienda, otro gallo nos cantaría; Zp no se lo contó a Bush porque no le caía bien, pero le va a hacer el favor a Obama porque parece un chico majo.

Habrá quien diga que este hilo es de papelera, pero el concepto de noprecios es, en serio, lo único que sostiene la trágica ficción en que se ha convertido la shishimía ejpañola.
 
Tiene todo el sentido. Buscan hombres jóvenes blancos (o sea cumplidores, honestos, trabajadores y esforzados) pero ya casi no quedan y los que quedan no tienen familia, dios, patria o novia por la que esforzarse y además, con un currito más descansado, unas ayuditas y wifi tienen todo lo que necesitan para ser felices… y no es ser feliz lo único que importa en el mundo moderno?

Este es uno de los problemas con los que se están encontrando los narizotas; han sembrado el nihilismo y el individualismo y la economía productiva junto con los soldados que se supone tenían que morir defendiendo a Israel están desapareciendo.

Y por mi… bien. Este sistema no se merece ni un gramo de nuestro esfuerzo.
 
Trabajo y he trabajado toda mi vida cara al público, pero muy al público (600 clientes/día) de todas los géneros, edades y nacionalidades y tengo acceso a sus datos. He llegado a las siguientes conclusiones sobre el ASPECTO de la gente:

- Edad cumbre del varón en cuanto a aspecto físico/sex-appeal: 25 años.
- Edad cumbre de la mujer en cuanto a lo mismo: 18 años
- La industria de la cosmética y el maquillaje ha convertido en payasos a las féminas, pues invierten horas en construir una máscara que generalmente las empeora o les da un aspecto bastante patético. Mención aparte merecen las señoras mayores cuyo aspecto suele ser directamente esperpéntico gracias a las pinturas y peinados. Pobres viejas.
- La dictadura de la moda hace que la mayoría de la gente no esté todo lo a gusto que podría estar si no se preocupara tanto por el aspecto y sí por la comodidad de las prendas: mujeres constantemente pendientes de que no se les vaya a subir/bajar algo, con tacones totalmente antinaturales o prendas de diseños imposibles y ridículos que restringen movimientos o no dejan ni respirar bien. Hombres con vaqueros ajustados de pitillo que no dejan nada a la imaginación, con el ojo ciego y los bemoles apretados tipo taleguilla y que ya no pueden ni caminar con naturalidad, camisas que se salen todo el tiempo y hay que vover a colocar, corbatas que ahogan…
- Padres/madres es increíble lo que se nota el deterioro tanto físico como mental respecto a los contemporáneos que aún no lo han sido. En clientes habituales el bajón post paternidad es a veces imposible de soslayar. Podría decirse que los hijos devoran a sus progenitores. En ellas no, pero en muchos de ellos se ve claramente que si pudieran volver atrás evitarían fecundar a nadie. A muchos varones me atrevería a decir que les da hasta cierta vergüenza tener hijos.
- Las mujeres son en general tiranas con sus parejas varones y si ya han sido madres actúan como sus amas, lo que agudiza el deterioro de aquellos.
- Las españolas se convierten en “señoras” (o más bien charos) mucho antes que las extranjeras. Los hombres en menor medida pero también. En general a los españoles se les echa encima la edad mucho antes que a la mayoría de nacionalidades. Mención aparte merecen las argentinas que algunas parecen haber descubierto el secreto de la eterna juventud.
- Chavales guapísimos que en muy poco tiempo pierden su pelo y con él toda su belleza, no todos por supuesto, pero para el aspecto de muchos la calvicie es letal. En extraños casos contados el nuevo look les favorece, porque se dejan barba o por lo que sea, pero mejoran.
- Cada vez más mujeres, muchísimas y muy jóvenes últimamente, con problemas de calvicie.
- Por algún motivo se ve muchísimo menos acné en los jóvenes que hace unas décadas
- Los españoles/españolas siguen siendo llamativamente bajos respecto a la mayoría de nacionalidades
- La vejez es la mejor aliada de los feos

Todo esto por supuesto que es EN GENERAL y respecto exclusivamente a la fachada. Hay mucha gente que efectivamente mejora con la edad, bien sea porque de joven no sabía sacarse partido o estaba excedida de peso, etc, pero lo cierto es que sea como sea y por más bien que nos podamos mantener, la luz y lozanía de la piel, la viveza y el brillo de la mirada de la juventud, la sonrisa fresca y despreocupada, el genuino apogeo del desempeño sensual, etc. eso dura 2 telediarios y no vuelve a ser lo mismo JAMÁS. Hagas lo que hagas. La frutada es que como todo es imposible valorarlo lo suficiente mientras lo tienes.

Dicho esto, no volvería a ser joven. Me quedo con la sabiduría y sobretodo la SERENIDAD que solo se alcanza con la experiencia, como creo que se quedarán todos los que la hayan alcanzado. Preocuparse demasiado por el aspecto del cuerpo u obsesionarse con el deporte son síntomas de inmadurez. Nadie se va a salvar.
 
Es una buena idea. Pronosticar en todos los medios 5ºC más de lo probable. El nº de personas que repetirán y se autoconvencerán de la noticia será muy alto, y el nº de personas que sacarán un termómetro será bajo. Y por supuesto, al que saque un termómetro (contrastar la información y buscar la verdad) se le llama Negacionista, como al que se leía el prospecto de la banderilla el bichito. Se forma un "consenso" y se da la matraca todo el día con el calentamiento.
 
Cualquier mujer que no sea orate, sabe que más del 90% de los hombres se la amaría sin pensárselo, a poco que se lo ponga fácil. Y aunque haya una minoría de hombres sibaritas que practican el "Contigo no, bicho", el resto le da like con ilusión a una modelo de lencería como a la doble de acción de Doña Rogelia, y si cuela, cuela. El refranero popular ya nos advierte con frases tan lapidarias y explícitas como: "No hay mujer antiestética por donde mea" o "En tiempo de guerra todo agujero es trinchera". Otra cosa es que quieran reconocerlo, que eso es harina de otro costal.

Entonces, ¿cuál es el motivo principal de participar en el juego? Pues montarse la película, creérsela, subirse el ego y de paso, pasar el rato y acallar a la voz interior que nos dice cosas que no queremos oír. Antes para subirnos el ego las mujeres teníamos que maquillarnos, vestirnos monas, sufrir unos tacones y pasar frío en la discoteca o la verbena del pueblo, para acabar rechazando el 90% de ofrecimientos de baile y tierras de los mozos del lugar. Ahora la tentación está a unos clics de distancia, y puedes rechazar y entretenerte a manos llenas en pijama y con las piernas y los sobacos llenas de pelos. ¿Quién da más?
 
Después de vivir unos años por allí... la peña prefiere a las extranjeras. ¿Por qué? Simple. La sociedad británica en su 90% viene de unos vientos de cola económicos bastante buenos, unas políticas sociales que son sarama y una "cultura" que todavía anda en pañales, en lo social, en lo teológico y en lo político. De ahí el que una chavala católica italiana se parezca a una británica en lo que un zapato a un picaporte, en nada.

En su adolescencia zorrean a más no poder, de las cosas más rocambolescas que me han pasado en mi vida es ir a un Morrisons a comprar, después del gimnasio, y que me venga una chorti de 13 años a ligar conmigo. Te pensarás, querido lector, que esa chorti es una pazguata hezpañorda algo espabilada, pues no. Era una chavala de 1.70, con berzas de goma, ácido en los labios, uñas y pestañas postizas y conjunto apretado. Lo que esperas de una de 13 años vaya.

Cuando están ya más entrenadas en las cabalgadas incesantes de nabos pubescentes van apuntando más alto, y te las ves por las calles de fiesta. Aquí os vendrá a la cabeza las típicas de chortis ebrias con vestidos cortos, descalzas, a 0º, y pegando rebuznos como las borricas que son. Este es el punto de no retorno, porque aunque empiezan amando todos los días, la libido va menguando hasta llegar al punto de no retorno...

Y ahí llegas a las 20 añeras, en mi caso las de mi curro eran de 23-25, con novio estable "porque ellas no quieren perder el tiempo con chavs" después de ser el San Gotardo de su ciudad. Y aquí empiezan los problemas, sea el chaval activo o no sexualmente, ellas apenas tienen apetito sensual, están pescando en un dique seco, en un caladero agotado, en un río que no fluye. A pocas les duran las ganas hasta los 30...

Pero aquellas que llegan a los 30, con novio, son la fin en vida. Vida de británica decimonónica, cagabebés usable solo si es para preñada de nvcleo y así poder sacar benefits, desayuno en la cama, comida a media mañana, otra comida, hora del té, y sandwich para cenar. Si tienes suerte te meterá dos lonchas de pavo al horno con guisantes congelados y lo llamará "sunday roast" y lo ha hecho con todo su cariño.

No hablarás de temas interesantes con ella a no ser que sea alguien muy educado y culto. Apenas saben hablar, no os imaginéis que todas se crían en Oxford y el CAMBRIHE. De historia mal. De matemáticas mal. Son lo más postura y falso del mundo. ¿Sale en el teatro el Quijote? Pues soy la que más sabe del mundo, la más fan, lo adoro. Voy a leerme una sinopsis o resumen del libro para hablar de él. Y así para todo.

Esta es una generalización y, en mi experiencia personal, no me ha pasado a mi en mi única relación con una inglesa (hindú pero bueno). Pero a todo mi entorno que ha salido con una inglesa, o las propias autóctonas, eran así. Zona midlands, Londres y Manchester. Las Galesas son algo diferente, las que he conocido son más tradicionales, pero el cambio es poco, sería como una hezpañorda pero rubia y con ojos azules.
 
No te estás "aprovechando" de nadie. Vivimos en una sociedad en la que vendes tu tiempo, tu inteligencia o tu físico a cambio de dinero. Se le llama trabajar.

Cuando vas al bar y pides un café, el camarero que te atiende preferiría estar en su casa tumbado en el sofá. Preferiría no tener que sonreírte, no tener que aguantar a marujas que tardan dos minutos en pedir: "Un café con leche corto de café, con la leche natural, ¿Perdona, pero tienes leche desnatada?, y no me lo hagas con espuma, que no me gusta. Y con dos sacarinas. Y el croissant a la plancha, pero no me lo tuestes mucho", por un sueldo paupérrimo.

Y seguro que tú preferirías que alguien te quisiera tanto como para hacerte el café por amor al arte, exactamente como te gusta, sin tener ni que abrir la boca, pero no todo el mundo tiene la suerte de que le quieran hacer el café con leche.

Que pienses que una fruta por vender el shishi está peor que una Kelly que trabaja en un hotel por cuatro cortesanas, deslomándose, o el albañil que se juega la vida subido en el andamio, es tu opinión, que poco tiene de objetiva. ¿Te remuerde la conciencia pensar en las Kellys cuando disfrutas de un hotel en vacaciones? ¿Limpias y ordenas tu habitación de hotel para no sentir que te aprovechas de su necesidad?

Si las pilinguis pensaran que suben de categoría al dejar la calle y ponerse a fregar escaleras, lo harían. Y no lo hacen. ¿Por qué? Porque su escala de prioridades no tiene por qué ser igual que la tuya. No necesitan, ni quieren, tu respeto, y menos tu conmiseración. Necesitan dinero y que las dejes en paz haciendo lo que les dé la gana para ganarlo.
 
Hubo un tiempo en que si uno se olvidaba el billete de un medio de transporte, tenía claro que nadie estaba obligado a solucionarle eso, que era culpa de uno mismo y que tenía que sufrir las consecuencias. Yo me he quedado en el estrecho entre dos continentes, he perdido el ferry, he comprado otro billete y he esperado al siguiente para cruzar con una persona esperándome al otro lado. He sido yo quien ha olvidado el billete y nadie está obligado a suplir mi falta de diligencia. Es más, la persona a cargo de los billetes del pasaje, tiene la obligación de evitar que nadie entre sin su ticket. Máxime en trenes sujetos a medidas de seguridad de todo aquello que se introduce en ellos, sean estas suficientes o no.

En algún momento en el sucederse de las generaciones, parece que una masa crítica ha empezado a pensar que la diligencia es algo que no va con ellos, pero que es algo que deben tener sobradamente aquellos que se relacionan con ellos, que tienen que tener preparada una lista nominativa de embarque (diga lo que diga la Ley de Protección de Datos), un cargador supletorio por si alguien se queda sin móvil, dosis de insulina por si a un diabético se le olvida la suya, inyecciones contra el shock anafiláctico por si hay un alérgico que se encuentra con una sustancia desencadenante, antídoto para la picadura de un amplio número de insectos, reptiles y arácnidos, vitamina B para los comas etílicos... y llamar a casa de los padres de un mayor de 18 años. E incluso que estos lo acompañen a revisar los exámenes a toda una señora facultad, con un señor catedrático, a un examen de Cálculo de Estructuras, de Derecho Mercantil II, de Anatomía Patológica, de Economía de la Empresa o de Cálculo infinitesimal. Las causas pueden ser variadas, pero importan poco: la cosa ya no tiene arreglo.

Señores: lo de este chaval es una tragedia dolorosísima. Pero cuando un señor (Si, un señor, porque a esa edad se tienen absolutamente todos los derechos excepto el de adoptar) de 18 años se mete entre dos vagones de tren sin pensar en las consecuencias, la culpa no es ni de la persona que comprobaba los billetes, ni de la empresa por no tener cargadores a disposición de los usuarios, ni del catedrático de derecho Mercantil II, ni de las farmacéuticas, ni de los insectos ni de ningún otro de los personajes secundarios de este drama.

Hay generaciones enteras educadas en la falsa idea de que no tienen responsabilidad alguna, que es tarea de los demás disponer las cosas para que, hagan lo que hagan (o dejen de hacer), las cosas tengan un final feliz, de que ellos lo valen y de que la sociedad entera está a su servicio y obligada a suplir su falta de seriedad. Que los plazos, los protocolos, los sistemas y las normativas no van con ellos, que ellos tienen el derecho a la excepción.


Estas generaciones tienen otros defectos, pero este es el principal. Hay días en que a uno le gustaría poder borrarlas del mapa sin hacer algo inmoral y empezar a criar unas generaciones nuevas, sin los fallos presumibles que se han cometido en la educación de estas cohortes poblacionales. Pero eso no es posible; y alguna responsabilidad tendremos los que los criamos con estos resultados, no vayamos nosotros también a eludir nuestra parte de culpa, que no es poca. Pero tampoco es toda. El hombre también se hace a sí mismo y la abulia, la anomia, la merluzez (de petulante en el sentido griego, que sólo se preocupa de uno mismo, de lo privado, de lo particular), la inatención, la falta de rigor y seriedad de sectores desproporcionadamente grandes de las generaciones más jóvenes son, en gran medida, una culpa propia.

No augura nada bueno, no ya el presumiblemente irresponsable acto del chaval, que ha pagado de una manera desproporcionadamente cara (la vida y el azar no se rigen por criterios de justicia: esto es un error que han compartido muchos de los jóvenes de cualquier época), sino la cantidad de coetáneos que desvían las culpas en la empresa, en la azafata y en el que diseñó la estación.

Me gustaría decir que la vida hará espabilar a estas nuevas generaciones; pero una vez más: la vida no se rige por lo justo, sino por lo probable; y es muy probable que la vida, en lugar de espabilarlas, haga pagar muy cara a estas generaciones su falta de sangre en las venas.
 
Y dejeme devolverle sus amables consejos con otro consejo.

No desaproveche la ocasión de disfrutar del mayor espectaculo del mundo, que acontece ante sus ojos, tomándose el soma que nos proporcionan desde el poder. Disfrute del colapso sin pudor que esto es único, regocijese en los detalles y aproveche la ocasión que la historia nos ha dado de ser observadores directos de como se hunde una civilización. Al fin y al cabo nada está en nuestras manos y ningún temor hemos de tener del destino inevitable que nos pertoque a cada uno.
 
Volver