Parece mentira que no os acordéis del 11 M y de lo que todos decían sobre lo bueno e insobornable que era el marido de la Beni, como juez del caso (creo que se llamaba Bermúdez, el del caminito de Jérez). Pues esto, es más de lo mismo. Marchena (que es igualito al Gregory Pack en Quién mató a un ruiseñor), hará un sí señor y pondrá una pena (penita, pena), por la que puedan salir en cuatro años, más o menos, del hotel del que disfrutan en Cataluña (salir completamente, porque antes, a los dos años, ya saldrán con permisos parciales públicos –ya salen privadamente sin que lo sepamos–). El Marchena, si se planta, sabe lo que le espera: hacer de ruiseñor. Así preferirá hacer de "sí señor" vivo que de ruiseñor muerto, como otros jueces y fiscales relacionados con el caso. Esta es la gallardía de los que mandan; imagina lo que puedes esperar de los que están más abajo (todos nosotros). Van a convertir a este país en un sitio poco agradable vivencial propio de las distopías de ciencia ficción, con zonas exclusivas para los ricos (Madrid Central y similar) y ninguna seguridad judicial (Blade Runner o Juez Dred ya están aquí, pipiolos). No nos quedará ni la resistencia en las cloacas comiendo ratas, porque esos laberintos, las cloacas, son del estado y de los estados adheridos creados artificialmente para mantener el expolio que, algún día, se acabará, porque no hay tantas ratas para tanto carroñero.