Le pones demasiadas esperanzas a unas banderillas, que ni protegen, ni evita que sigas contagiando a los que tienes a tu alrededor. Y que como toda banderilla, tiene efectos adversos. No son un tomate un zumito de naranja.
Por mi parte no he cambiado, considerar a este bichito como un total desconocido del que más de una voz versada clama que puede dejar secuelas de algún tipo, nada agradables a la larga. Resumiendo: Prevención máxima, por lo que sabemos y lo que nos queda por saber. Encierro total hasta erradicar, y luego seguimiento y lo que toca en cada brote.
El gobierno ha pensado en la caja, en el turismo y presiones de sectores terciarios, y ha intentado escurrir el problema varias veces. Tanto ha pensado en nosotros que eliminó el IVA de los barbijos de hez pero no a las mascaras que pueden protegernos algo más: las FFP2/FFP3. Apostó a la inmunidad de rebaño, cayese quién cayese. Le es indiferente. En verdad todo el arco parlamentario. Han sido unos gestores fatales, ninguno a estado ni estará a la altura. Sólo ponen medidas o parches cuando el desmadre es total, paripés. Por no ver, no he visto aún gestos como recortarse sus salarios un 50% durante esta crisis, y a funcionarios no sanitarios, según escala, reducirlos también, o congelar al menos los mismos. La máquina recaudatoria no ha parado ni un momento y las ayudas sociales no han llegado a muchos en paro. Es todo un cachondeo.
El saldremos más fuertes, y similares caricias positivistas, si que han hecho un daño real a esta sociedad totalmente infantilizada. Las cosas claras, siempre.