Efectivamente.
Llevo meses pensándolo. China tiene problemas domésticos nada desdeñables, y esto le va a venir de perlas a su gobierno. Los chinos tienen que estar estupefactos viendo cómo se gestiona esta crisis en Occidente, un auténtico despropósito más allá de cualquier interpretación que se le quiera dar a la esa época en el 2020 de la que yo le hablo.
Y habrán tenido muchos miles de muertos más, eso nadie lo duda. Y seguramente las imágenes de fiestones sin mascarilla en Wuhan estarán trampeadas. Pero da igual, porque el mensaje es potentísimo: en cualquier comparación, Occidente está quedando con el ojo ciego al aire, un cúmulo de pequeños nidos de corrupción, ineficacia y chapucería, todo fachada y decadencia, que dependen de los chinos hasta para soltar.
Nada tapa mejor las propias miserias que señalar los defectos ajenos, y el gobierno chino va a explotar al máximo este filón, porque el resto del mundo se lo estamos poniendo a huevo.
Y ojo, que la elaboración de mitos fundacionales y actos de gran carga simbólica (como los hitos espaciales que comenta el Burbujo II) nos hablan de cómo piensan los dirigentes chinos: ya se ven a sí mismos como la próxima gran potencia mundial, están abandonando el recato y entran en fase expansiva. De momento lo están haciendo sin pegar un solo tiro fuera de sus fronteras: otro acierto que pueden vender muy bien a nivel interno.