La rapidez en el desarrollo de una banderilla se logra sacrificando la seguridad.
En principio, no hay ningún plazo determinado para 'dar con una banderilla', como no hay plazo conocido para encontrar un remedio al cáncer de pulmón. Un investigador con suerte podría dar con una banderilla para el el bichito en un fin de semana o podrían tardarse años.
Lo que sí tiene un plazo definido es lo que viene una vez que ya se tiene la banderilla candidata. Hay que administrarla a un grupo reducido de voluntarios (100) y esperar un tiempo X para ver si hay efectos secundarios y lo graves que son.
Si la banderilla es inocua, se administra la banderilla a un número mucho mayor (50.000) de voluntarios y se espera hasta que vayan contagiándose en el día a día de su vida normal. Según aparecen positivos entre los voluntarios se comprueba si hay un sesgo: si los contagiados son principalmente los del grupo de control que no recibieron la banderilla o no. Además, con estos 50.000 voluntarios de la 'Fase III' se sigue viendo si hay efectos secundarios.
Si la banderilla produce efectos secundarios a largo plazo, como infertilidad a los 3 años, el tiempo de seguridad X en la 'Fase II' tiene que ser de 3 años para descubrirlo. Si, dada la emergencia, se reduce el tiempo X a 2 meses, solo se descubren los efectos a muy corto plazo (Caso de la Talidomida)
Los datos de la Fase III para esta banderilla son tan preliminares que no hay ninguna información sobre la persistencia en el tiempo de la inmunidad lograda. No se sabe si la banderilla que dicen que protege, protege durante 3 meses o durante 8 años y eso es crucial para determinar la eficacia de una banderilla como arma contra una epidemia.