Francia mantuvo las espadas en alto con el Reino Unido desde la Paz de los Pirineos (1659) hasta Waterloo (1815), con lo cual fue un enemigo temible para los anglosajones, por mucho que ayudara a las Siete Colonias a obtener la independencia. E incluso después de haber sido vencida todavía tuvo episodios de tensión muy seria con los anglos, como en Fachoda en 1898. Pero lo importante es que vendió su derrota muy cara. A un precio que los británicos habrían preferido no pagar: que el modelo liberal parlamentario (el liberalismo centrista) sólo pudo implantarse en Europa a partir del momento en que lo hizo en Francia y Bélgica, en la década de 1830. Y de que Francia no agachara la cabeza en el plano cultural hasta hace muy, muy poco. La "ciudad de la luz" siguió siendo una Meca cultural, mientras Londres era la city y la ciudad de los negocios.No, tienen un respeto un poco envidioso de la cultura francesa. La imagen de Francia en los medios anglosajones continua siendo una mezcla de la Francia latina del sur con el "titi"( como el chulapo) parisino. Pero frente a esa imagen tienen un complejo de inferioridad enorme.
Es de risa ver a ingleses y americanos de turisteo por Francia. Se sienten como el garrulo con boina que llegaba a Madrid con el cesto lleno de ajos y chorizo. Intentan hablar francés mal, y los ves incomodos, por ejemplo, intentando manejarse con las sutilezas de la gastronomia francesa cuando piden en un restaurante.
Ademas, los franceses los desprecian soberanamente, que es lo que tendriamos que hacer nosotros. En Francia un restaurante no va a abrir a la hora que cenan los alemanes. O lo hacen a la francesa, o que se joroben.
Si adquiéramos conciencia de lo que somos, todo iria mejor. No comprendo la falta de orgullo de nuestro pais, mientras un borracho de Liverpool o un rellenito con cara de patata de Hamburgo se creen los reyes del mambo.
La imagen no se corresponde exactamente con la realidad, pero muchas veces lo importante es lo que parece y no lo que es. Y Francia ha seguido manteniendo un cierto liderazgo cultural respecto al que todavía los anglos sienten cierto complejo de inferioridad. Ellos son los amos del marketing cultural, pero no están tan seguros de serlo de la cultura. No es una diferencia pequeña.
En cuanto a nosotros, hace mucho que hemos muerto como nación. Lamentablemente. Somos una especia de náufragos austrohúngaros, a lo Joseph Roth, que no sé cuánto aguantarán. En el mejor de los casos, me gustaría pensar en nosotros como Ivan Morris pensó en el Japón clásico: la nobleza del fracaso. Pero ni eso nos va a quedar, me temo.
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