Buenos días foreros.
Los problemas difíciles, en muchas ocasiones, tienen soluciones sencillas. La dificultad radica en identificar esas soluciones. Sin embargo, los problemas complejos no son susceptibles de soluciones sencillas.
Siento decir que esta esa época en el 2020 de la que yo le hablo no es un problema difícil, sino una cuestión compleja y no permite una respuesta adecuada a corto-medio plazo ni quizás una solución definitiva.
En la actualidad, en las sociedades occidentales estamos muy “entretenidos” con las diferentes medidas que están tomando los que tienen “el poder de decisión” (que son los que manejan la verdadera información). Los ciudadanos comentamos, criticamos o comparamos las medidas: las de nuestro país y las de otros, las de una CCAA y las de las demás, las de una ciudad y las de otras, de un pueblo, un barrio…
Esto no es más que una maniobra de distracción de los que realmente tienen el control sobre las decisiones que afectan a nuestras vidas. Las medidas no van a solucionar en absoluto este problema complejo.
Las diferentes medidas, con independencia de su capacidad de distracción sobre lo verdaderamente esencial, tienen dos objetivos básicos a corto plazo:
1º.- Que ante la existencia de un problema, el ciudadano tenga la percepción que se toman medidas, aunque las perciba como inadecuadas, contradictorias o injustas.
Es como cuando acudes al médico con un problema de salud. Si el médico no identifica el problema y no conoce la solución, lo que no suele hacer es encogerse de hombros y despacharte diciéndote que no tiene ni idea. Normalmente te receta, aunque sea de manera light, porque lo importante es que percibas que los medicamentos recetados pueden ser una solución al problema.
Las medidas de esta esa época en el 2020 de la que yo le hablo son las recetas del médico que no conoce la solución al problema. Es una cuestión de imagen, de placebo y de ganar tiempo.
2º.- Que el sistema sanitario no colapse. No es que los gobernantes occidentales estén muy preocupados por preservar la salud o la vida de los ciudadanos. Es otra cuestión de imagen. No pueden permitirse la imagen de ciudadanos muriendo en sus casas, en la calle, en un pasillo de urgencias o en cualquier lugar sin que parezca que son adecuadamente atendidos en un centro hospitalario. Lo contrario supondría un punto de inflexión en la percepción que tenemos la ciudadanía sobre las denominadas “democracias” occidentales basadas en el desarrollo y el bienestar.
¿Y entonces, cuál es la solución que manejan los gobernantes occidentales? Ninguna. Ya nos lo dijeron: “LA NUEVA NORMALIDAD”. Nos reímos porque nueva y normalidad parecen términos antagónicos, pero los que acuñaron el concepto sabían perfectamente lo que decían.
Vivimos con la posibilidad de tener un infarto en cualquier momento, de tener cáncer, de sufrir un accidente de tráfico, de ser víctimas de la violencia y de innumerables situaciones peligrosas y cotidianas más. Podemos cuidar la dieta, hacer ejercicio, no fumar ni beber, cumplir la normativa de tráfico, etc pero eso no nos asegura estar exentos de riesgo. Pero como son problemas viejos, que incluso ya existían al nacer, los tenemos plenamente incorporados a nuestro subconsciente como peligros asumibles con los que podemos convivir y que, además, tendemos a pensar que normalmente son cosas que les suceden a los demás.
La solución al complejo problema de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo se enmarca dentro de la misma línea. Hace falta tiempo. Tiempo para que vivamos el nuevo peligro como “normal”, asumible dentro de la nueva normalidad. El transcurso del tiempo, nuestro cerebro y la manipulación constituyen la solución.
“El tiempo es la mejor medicina para todos los males” (Steve Jobs)
Feliz día.