Lo que se supone que habría intentado Israel fallidamente es esto:
El pulso electromagnético (EMP en sus siglas en inglés) es un efecto secundario descubierto accidentalmente con las pruebas atómicas. Se vio que tras una explosión nuclear se dañaban e inutilizaban todos los aparatos eléctricos y electrónicos en un cierto radio de acción. Este efecto se observó por primera vez durante las pruebas estadounidenses Starfish Prime de 1962.
Basado en ese hallazgo, un ataque de pulso electromagnético se ejecuta con armas generadoras de importantes cantidades de energía electromagnética ambiental que destruyen total o parcialmente esos equipamientos. La radiación gamma interactúa con la materia irradiando e ionizándolo todo, incluido el propio aire circundante, explica la Federación de Científicos Americanos (FAS). Luego, crea un campo electromagnético zonal de varios kilómetros de diámetro.
Se necesita una bomba termonuclear (1 megatón) y un cohete que la eleve sobre el objetivo.
Causa tanta energía electromagnética que destruye los equipamientos eléctricos y electrónicos.
En 1962 y accidentalmente se vio que tras una explosión nuclear se inutilizaban todos los aparatos eléctricos y electrónicos
El pulso electromagnético (EMP en sus siglas en inglés) es un efecto secundario descubierto accidentalmente con las pruebas atómicas. Se vio que tras una explosión nuclear se dañaban e inutilizaban todos los aparatos eléctricos y electrónicos en un cierto radio de acción. Este efecto se observó por primera vez durante las pruebas estadounidenses Starfish Prime de 1962.
Basado en ese hallazgo, un ataque de pulso electromagnético se ejecuta con armas generadoras de importantes cantidades de energía electromagnética ambiental que destruyen total o parcialmente esos equipamientos. La radiación gamma interactúa con la materia irradiando e ionizándolo todo, incluido el propio aire circundante, explica la Federación de Científicos Americanos (FAS). Luego, crea un campo electromagnético zonal de varios kilómetros de diámetro.
Los ingenieros militares han desarrollado artefactos que maximizaran este efecto. Su desarrollo más sofisticado es el llamado ataque de pulso electromagnético de gran altitud, en inglés HEMP (High Altitude Electromagnetic Pulse). Llamado también bomba del Arco Iris porque genera pequeñas auroras, la explosión tiene lugar a entre 30 y 400 kilómetros y podría paralizar un continente entero.
La bomba del Arco Iris
El EMP de gran altitud (o sea, el HEMP) no afecta a los seres vivos, pero tiene la capacidad de interrumpir y/o destruir las comunicaciones comerciales y militares, dañar la infraestructura de la red eléctrica e interferir con las operaciones de mando y control del enemigo. Estas perturbaciones pueden dañar o destruir tanto los equipos de control electrónico como los transformadores de potencia asociados a la distribución de la red eléctrica.
Los sistemas digitales modernos son especialmente sensibles a este tipo de ataques. Según un estudio del Institute of Electrical and Electronics Engineers (IEEE), la mayoría de componentes electrónicos actuales fallan en presencia de pulsos electromagnéticos de 1 kV/m, y resultan destruidos en torno a los 4 kV/metro. Un ataque de pulso electromagnético de gran altitud induce en torno a 50 kV/m, doce veces más.
Los efectos del HEMP abarcan una amplia gama de frecuencias (desde muy baja frecuencia hasta unos pocos cientos de megahercios). También, detalla el Centro de Ingeniería Civil del Ejército del Aire de EE UU (AFCEC), producen corrientes dañinas dentro de las líneas de transmisión, distribución y comunicaciones de energía que se asemejan a los efectos de las perturbaciones o tormentas geomagnéticas (por ejemplo, las erupciones solares).
El caos en las ciudades
De modo que una bomba del Arco Iris causaría un completo caos militar, pero también civil. Acabaría durante un período indefinido con los servicios esenciales de la población (electricidad, agua potable, distribución alimentaria, comunicaciones, etc). Fallarían simultáneamente millones de equipos sin posibilidad de ser reparados o sustituirlos con rapidez porque los repuestos, vehículos o instrumentos necesarios para la reparación se hallarían también averiados.
Los expertos consideran que un ataque de pulso electromagnético de gran altitud desarticularía completamente las infraestructuras vitales de cualquier nación moderna. Sus consecuencias provocarían a su vez un enorme número de víctimas por hambre y epidemias, y también el despoblamiento de las grandes ciudades y un crash económico y social.
Cómo se lanza este tipo de ataque
Desde su accidental descubrimiento en 1962, todas las potencias nucleares de primer orden han incorporado a su arsenal armas capaces de generar un pulso electromagnético de gran altitud. Se cree que Rusia dispone de al menos un regimiento de misiles completo para esta clase de ataques, además de armas de este tipo desplegadas en sus submarinos de tipo SLBM (misiles balísticos lanzados desde submarinos).
Para lanzar un HEMP sólo se necesita una bomba termonuclear de potencia intermedia (1 megatón) y un cohete capaz de elevarla a unos 300-500 km sobre el área objetivo mediante un tiro balístico de alto ángulo parcialmente orbital o suborbital.