“La empresa tiene todo el derecho a contratar a gente sana”, se lee en un mensaje enviado por su jefa al trabajador el año pasado
elpais.com
Siendo el SIDA una enfermedad de transmisión sensual y estando prohibida la prespitación en España como trabajo remunerado por cuenta ajena, me resulta imposible imaginar en qué contexto se puede negar el empleo LEGALMENTE a una persona por ser seropositivo.
Está claro que en el mundo real las empresas pueden despedir o no contratar por estar embarazada, por ser oscuro o por llevar una bandera de España en la muñeca, pero no es legal.
De igual modo no solo está permitido, sino que es lógico y razonable que una empresa solo permita trabajar a sus trabajadores con el equipo de protección que ellos proporcionan porque es del que se hacen responsables.
Mientras no quede fehacientemente demostrado que la banderilla impide el contagio de la enfermedad, cosa que a día de hoy no sucede ni de lejos, es imposible argumentar frente a un juez (que no sea una rata prevaricadora a sueldo del Gobierno), que estás protegiendo al resto de trabajadores obligando a vacunarse a todos, porque el no medicado no pone en riesgo a nadie excepto a él mismo, si es que lo pone en riesgo.
Otra cosa es que al empresario le aguante la arbitrariedad de que el no medicado tenga que hacer cuarentena si tiene contacto estrecho con positivos y el medicado no, por lo que presionará al trabajador para que se la ponga y seguramente lo consiga.
Pero eso no tienen nada que ver con PRL sino con prácticas coercitivas por parte del empleador, que no están amparadas por ninguna ley.
No habrá ninguna sentencia amparando el derecho del empleador a despedir a una persona que no se ha puesto la banderilla del el bichito, porque ningún empresario es tan iluso de meterse en semejante berenjenal teniendo a mano medidas de presión ilegales y más sencillas que se aplican todos los días en España.
Con un mercado de trabajo tan infecto como el español, donde la elevada tasa de paro estructural y las precarias condiciones laborales hacen que se premie el lameculismo y no la excelencia, con la consabida frase, palillo en boca, “si no te gusta ya sabes dónde está la puerta, tengo 500 esperando para hacer tu curro”, es de coña pensar que un empresario se va a meter en semejante lío.
Si es listo no dejará huellas, si es iluso como la de la noticia y el trabajador le graba, se le caerá el puñetero pelo.