La ópera más famosa de Camille Saint-Saëns es Sansón y Dalila, pero mucho opinan que su mejor obra para la escena es Enrique VIII. Además, es uno de tantos ejemplos de la Grand Opéra francesa, que tanto tirón tuvo en el siglo XIX, y que incluso influyó en la obra de Wagner.
A Saint-Saëns se le ha acusado de ser un compositor demasiado académico y conservador, ajeno a las revoluciones artísticas que en el fondo le resultaban poco agradables; es famoso su comentario durante el estreno de la Consagración de la Primavera de Stravinski, al oír los primeros compases del ballet ("si eso es un fagot, entonces yo soy un personaje") Aunque en el fondo es un compositor con un estilo bastante personal, con obras poco ortodoxas y llenas de virtuosismo.
Con el tiempo se ha recuperado la figura de Camille Saint Saëns y su obra. Lejos quedan los tiempos en los que Romain Rolland afirmaba que uno podía estar hablando de música durante horas sin mencionar a Saint-Saëns... Los tiempos cambian, y la época en la que el arte se valoraba por su modernidad, por ser exclusivamente rompedor, también ha quedado lejos (prueba de ello es el redescubrimiento de muchos compositores anteriores al clasicismo, que compusieron verdaderas obras maestras). Ahora no tenemos ningún reparo a la hora de escuchar música como la de Saint-Saëns, honesta y bien escrita.