En las iglesias no encuentran eso que buscan. No suelen perder el tiempo en eso. Si tienen inquietudes, las busca en otro sitio, y ese sitio, normalmente, no suele ser ningún lugar.
Supongo que no afirmará tal cosa desde la experiencia, ¿no?. ¿O si?
No hay ningún dato que respalde tal cosa, si no más bien todo lo contrario. No hay renovación.
El abandono de los servicios religiosos se da en todas las franjas de edades, sólo ocurre que entre los jóvenes es alarmantemente grande.
En el caso de Polonia, que se usa aquí también mucho como ejemplo de país donde el cristianismo es fuerte, también está ocurriendo. Allí de hecho es mayor, pues el abandono masivo se da en todas las franjas de edad.
Estais empeñados en crearos una realidad paralela. Con este tema y con todo lo demás. El problema de las realidades paralelas es que se desmoronan solas al cabo de no mucho tiempo.
Eso tiene un nombre: desorientación.
No puedo negar que la juventud ha abandonado las iglesias; que lo que era común hace unas décadas, el ir la familia al completo a los servicios religiosos, apenas se da. Unas pocas familias jóvenes y aveces alguno de sus miembros por separado.
En cuanto a la renovación, si se da aunque a la baja. Los viejos de hace treinta años, no son los mismos que los de ahora, como ya imaginará...
Pero dicho ésto, convendría aclarar algunas circunstancias que se dan paralelamente a ese abandono:
-Los pueblos, lugares en los que es más fácil la continuidad de las tradiciones, están quedando despoblados. Si no podemos hablar de renovación generacional en este caso, tampoco podremos hacerlo respecto a los servicios religiosos.
-La propuesta creciente de ocio que en resumidas cuentas tampoco facilita las cosas. La Misa más concurrida siempre ha sido la del Domingo entre las 12 y las 13. A estas horas, el que no está realizando alguna actividad deportiva, en grupo o en solitario, o el que no esté recuperándose de una noche loca, tampoco lo verá en los museos...
Despoblación rural y "cultura" de ocio son dos obstáculos difíciles de superar por propuestas que, por otra parte, son vistas como extrañas en el S XXI (según afirman muchos que dan por amortizadas estas cosas de manera irreversible...). Y son extrañas no porque de suyo lo sean, sino porque los vientos "culturales" apuntan en otra dirección y no por casualidad.
Argüir que ese abandono es una muestra clara del desinterés primario de la gente por las cosas religiosas, obviando el influjo contrario a ese interés preconizado desde la política, la educación en todas su fases, la información y el entretenimiento... es hacer trampas. Es como pretender sacar conclusiones acerca de la variación genética tomando como muestra el aumento del cáncer y obviando la estrecha relación que esta enfermedad tiene con la alimentación y el ambiente a cada paso menos naturales...
¿Alguien cree que las masivas manifestaciones religiosas obedecen siempre a un alto interés por su aspecto puramente religioso en cualquiera de las grandes religiones?. Ni siquiera entre los islámicos, creo. El componente inercia social siempre es muy fuerte a menos que desde las instituciones se procura pararla o dirigirla en otras dirección. Y eso es justamente lo que viene sucediendo en todo Occidente.
Suponer que sea la inquietud religiosa por si sola la que justifica la presencia o la ausencia en los oficios, es mucho suponer. Y sacar conclusiones precocinadas al respecto, no es precisamente muy honesto. Se diría que hay quien está muy interesado en favorecer estas conclusiones en un claro ejemplo de ingeniería social, pues como sabemos, las tendencias, como la intención de voto, no son exclusivamente testimonios de una realidad objetiva, sino condicionamientos de la realidad que se pretende...
Y ya por último, otra cosa que muy subjetivamente estoy apreciando. El retorno, minoritario, es cierto, pero verdadero, se está dando ya. Sin el efecto favorable de la tradición y en contra de los vientos "culturales", muchos nuevos viejos estamos empezando de nuevo a acudir a esos oficios. Y no solo eso, sino que entramos convencidos de la necesidad de un cambio y salimos convencidos del tesoro que tenemos y habíamos olvidado o nunca llegamos a apreciarlo en su pleno sentido.
Le llaman la fuerza del converso... Y no, no nos guardamos estas cosas. Las decimos, las explicamos. Llegamos habiendo cruzado el desierto y sabiendo de primera mano todo lo que nos distrajo y sus efectos, estar "aquí" se convierte en un manifiesto y quién sabe, si cosas más interesantes de cara a un futuro próximo.
Por último, ésta vez, sí, que esta cosas no son placebos ni alternativas "kulturales". Tienen un efecto prolongado y en aumento; un encontrar un sentido a la vida, siquiera porque pensar de una manera muy concreta en otra vida, sentir la presencia de Cristo, enamorarse de Él, observar una lenta pero constante transformación, dotan de una perspectiva y una fortaleza que nada de lo visto y probado, y en mi caso hubo también aspectos religiosos no cristianos, sabe igual ni tan intenso...
El número no lo es todo. Cuenta más la convicción que la inercia.