Yo tuve también un gran susto en el mar hace años. En un día de mucho calor después de una larga kilometrada por una carretera nacional atestada de tráfico pesado, llegué a la playa de Sagunto y en cuanto puse un pie en ella, ni me lo pensé, me tiré al agua de cabeza a refrescarme a ver si eso me hacía olvidar el viajecito. A los cinco minutos estaba pasando las de Caín...es una sensación horrible ver que no controlas y que cada vez empeora más tu situación.
Yo por aquel entonces estaba hecho un toro y nadaba como los peces, pero dio lo mismo. Me atrapó una corriente de succión que me llevaba y llevaba al inicio para dentro, pero después empezó a tirar de mí hacia el fondo. Al principio pues te lo tomas de coña, vaya hay resaca, habrá que nadar un poquito...los sudores fríos te entran cuando nadas ya con todas tus fuerzas, te ves ya agotado y compruebas que no mejoras nada, sino todo lo contrario...Que rato más malo, la verdad, sobre todo cuando aquella especie de remolino empezó a tirar de mi hacia abajo...que entonces ya si que me vi dolido del todo.
Afortunadamente en mi caso si hubo un tipo -al que estaré agradecido toda mi vida-, que poniéndose en riesgo él...se metió hasta donde yo estaba y me sacó de allí tirando de mi como pudo. Fijaos lo que son las cosas, cuando me metí en el agua reparé en que me miraba mucho y pensé, que mirará este iluso....y el mirón terminó salvándome la vida, que eso lo tengo claro, porque yo solo no salgo de allí ni de coña en el estado que estaba ya. Él sabía lo que había en esa zona del espigón, luego ya en la orilla y con el susto encima, el tipo me explicó que allí se había ahogado bastante gente y por eso estuvo atento de mi cuando comprendió que no conocía la playa y me metí en la zona jodida de primeras. No quiso ni que le invitara a un café, el mundo está lleno de pequeños héroes.