Han abierto este fin de semana las discotecas en Madrid y ha sido un fracaso.

Lo siento pero la realidad es muy tozuda.

Este bichito es muy contagioso. Y no hay más.

Cuanta más gente haya en un sitio y más interactues con esa gente más probable es que te contagies.

Así de simple, así de claro y así de REAL.

Otra cosa es que haya gente que no tenga miedo a contagiarse, tienes una probabilidad de un 5% de no contarlo (o de contagiar a un familiar cercano y que no lo cuente) y ya está.
 
Lo siento pero la realidad es muy tozuda.

Este bichito es muy contagioso. Y no hay más.

Cuanta más gente haya en un sitio y más interactues con esa gente más probable es que te contagies.

Así de simple, así de claro y así de REAL.

Otra cosa es que haya gente que no tenga miedo a contagiarse, tienes una probabilidad de un 5% de no contarlo (o de contagiar a un familiar cercano y que no lo cuente) y ya está.
¿Dices que el coronatimo tiene una tasa de mortalidad del 5%?.

Tu eres fulastre.
 
El ocio nocturno español es por lo general una fruta sarama de garrafón, drojas, ets y pilinguis y gaies. Con la esa época en el 2020 de la que yo le hablo no sólo nos vamos a cargar toda esa morralla sino que lo poco que quede será, espero, de calidad, porque si no ya saben el futuro que les espera.
 
La primera noche de reactivación de los locales de ocio nocturno en Madrid no tuvo gran acogida. En los bares de copas hubo poca clientela y los grandes templos de la noche no reanudaron sus actividades

Un Madrid a medianoche por Malasaña nunca se sintió tan vacío. Pese a que ayer los locales de ocio nocturno podían reabrir sus puertas en la capital, con un 40% de su aforo, a las 24.00 pocas personas caminaban por las calles del barrio. Dentro de los bares la realidad era similar. Las mesas no estaban llenas. El barrio que antes era uno de los puntos predilectos de la ciudad para disfrutar de un viernes de copas, estaba casi desierto.
"La gente todavía tiene miedo". Es la conclusión de Cecilia, una de las dueñas de La Jauría, un bar-restaurante de Malasaña. "El año pasado, en esta época, estábamos llenos. La gente entraba y salía del local toda la noche. Ahora no. Las cosas están muy difíciles", comenta.
La marca tiene diez años y, hasta antes de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo, tenía tres locales en la ciudad. "Tuvimos que cerrar uno para tratar de mantener los otros dos en pie. La el bichito nos ha hecho cambiar a todos, es verdad. Pero esto no arranca". Mientras conversamos, una pareja entra y se sienta en una de las mesas que ahora está más distanciada de las demás. Llegan con sus mascaras colocadas, pero al sentarse se las retiran. Antes de hablar con el camarero limpian sus manos con gel hidroalcohólico. Piden dos copas, nada de comida.
Se trata de Mario y David, dos jóvenes de 21 años que esperaban con ansias la reapertura de los locales de ocio nocturno. "Creo que todo el mundo lo quería. Poder reunirte con tus amigos y tomar algo a esta hora" comentan. Afirman que, a pesar de que no tienen miedo del bichito, ahora se fijan en las medidas adoptadas por los bares antes de escoger un lugar. "Hay que tener un poco de prudencia".
Por el momento ellos no piensan acudir a discotecas, no les llama la atención la nueva normalidad que se aplica en estos lugares. "Básicamente es lo mismo que ir a un bar, pero hasta las 6.00 de la mañana y usando la mascarilla adentro, es decir, ahogándote. ¿A qué vas a ir? No entiendo eso. A mí esa idea no me gusta. A la discoteca vas para bailar y ligar, pero así no", dice David.
En la barra el camarero prepara nuevas bebidas. Lo hace con su tapabocas y guantes. Durante más de una hora en el local, tan sólo ingresaron seis personas.
Afuera, en la esquina de la Plaza de San Ildefonso, Arturo y Óscar toman una cerveza sentados en la cornisa de un ventanal. Pensaban entrar a un bar de la zona pero después de caminar por el barrio y probar suerte en un par de locales, decidieron empezar la noche en la calle. "Es la 1.00 y los bares están casi vacíos. Vamos a esperar un poco para ver si esto se prende, sino regresaremos al piso. No vamos a pagar 12 pavos en un lugar donde no hay nadie", aseguran mientras apuran otro vaso de cerveza.
La sala Oh My Club reabrió sus puertas.

La sala Oh My Club reabrió sus puertas.JAVIER BARBANCHO
En Oh My Club, por Cuzco, la noche tuvo mejores resultados. A la 1.40 de la mañana la sala comenzó a llenarse. El sitio que tiene un aforo para 1400 personas ayer podía recibir tan sólo a 540. "En dos días hemos adaptado el local para poder abrir", afirma su dueño, Ignacio Gandía.
Carteles en los baños, separación entre mesas, gel en cada reservado, todo el personal con mascaras y sin pajillas ni consumo en la barra, son algunas de las medidas que implementó este local además de la limpieza constante en todos los rincones del lugar. "Todos esperamos que el público que viene a las salas realmente consuma. Con el factor miedo en el ambiente, además de las dificultades económicas la situación está complicada", comenta.
Las primeras clientas en llegar a la sala fueron Irene y Mar, dos amigas que antes de la alerta sanitaria estuvieron en el sitio. "¡Queríamos volver! Nos hace mucha ilusión estar aquí porque es una forma de retomar nuestra vida normal. Ya era hora de que esto pase", comentan mientras beben dos copas.
Frente a ellas una mesa se llena con seis chicas y atrás otra con ocho chicos. Lo mismo sucede en el resto del local. La sala completa rápidamente su aforo. En cada esquina un trabajador revisa que se respete el distanciamiento social entre mesas y que se cumpla con las nuevas normas. La música está a tope. Son las 02.30 y la gente no para de bailar.
Una bartender sirve dos copas en la sala Oh My Club.

Una bartender sirve dos copas en la sala Oh My Club.JAVIER BARBANCHO
La valoración de Gandía tras esta primera noche es positiva. "Como no teníamos ninguna expectativa estamos muy contentos. No se puede comparar a un viernes habitual pues los números no se acercan a los que era antes, pero hemos tenido toda la noche las mesas llenas", comenta. Es así que han decidido abrir de forma habitual, tal como lo hacían antes.

LOS TEMPLOS DE LA NOCHE NO ABRIERON SUS PUERTAS
Las grandes discotecas de Madrid no reanudaron sus actividades. Kapital, Barceló, Joy Eslava y La Riviera continuarán cerrados y todavía no tienen fecha de apertura. "Nosotros estamos satisfechos por la oportunidad que se nos ha dado de abrir los locales, pero no con el aforo permitido. No es viable económicamente abrir los grandes locales en esas condiciones, se pierde dinero", explica a EL MUNDO Vicente Pizcueta el portavoz de Noche Madrid.
Además, agrega que en el caso de estas grandes salas el problema va más allá y está relacionado con los Erte, los ICO y las negociaciones sobre el alquiler. "Así tú abras con el 40% de aforo, no puedes trabajar con el 40% del personal. Probablemente se necesitará el mismo personal que se requiere para abrir al 100%, es decir, es inviable".
Pese a ello, Pizcueta mantiene la confianza y espera que tras este primer fin de semana de prueba de las nuevas medidas, otros locales retomen el trabajo. "Creemos que ahora van a abrir alrededor de 800 sitios en toda la comunidad autónoma. De este número, el 50% lo hará fuera de Madrid, es decir en los pueblos y ciudades de segundas residencias", explica. Con ello, todas las ciudades de la comunidad tendrán ya un local de ocio abierto.

Así ha sido la apertura del ocio nocturno: bares vacíos y pocas discotecas abiertas

Y es normal. Se han cargado las discotecas con la nueva normalidad. Ahora son bares más grandes, pero con precios mucho más caros. Sólo puedes estar en la barra o en la mesa y con mascaras al pedir.

Es por poner el grupo favorito de ayuso

Sepultura
 
No se enteran de nada.

Siguen con lo del miedo al bichito cuando en realidad la gente no va a sitios ni hace cosas (compras, gimnasios, discotecas, viajes, etc...) porque, o bien no tienen un duro, o bien pasan de incomodidades y que les toquen las pelotas con la nueva estultidez.

Bingo.

De hecho los pueblos están hasta el ojo ciego de desertores del viajecito fashion, por lo que veo y hablo con coleguis. Por la tarde manadas de paseantes que no se veían hace años, biciclistas por doquier, las tiendas hasta el ojo ciego. Pero de noche todos parrillada con los colegas, las copitas de sobremesa, haces lo que te sale de las narices y que le focken al bar, donde hay mucha más tensión. No es que sea algo nuevo, pero se ha intensificado: otros años por estas fechas los bares tenían mucha más gente, después de cenar salías, ahora como mucho apareces a la última por hacer la gracia.
 
Si puedes tomarte tus cervezas, o lo que sea tranquilamente en una terraza no echas de menos para nada una discoteca, mucho mas ancho y comodo en todos los sentidos.


Sospecho que las mujeres no lo veran igual, ya que un bar o terraza diario no se presta tanto a su lucimiento, no se arreglan tanto ni pueden zorrear con reggetones y demas.
 
Lo siento pero la realidad es muy tozuda.

Este bichito es muy contagioso. Y no hay más.

Cuanta más gente haya en un sitio y más interactues con esa gente más probable es que te contagies.

Así de simple, así de claro y así de REAL.

Otra cosa es que haya gente que no tenga miedo a contagiarse, tienes una probabilidad de un 5% de no contarlo (o de contagiar a un familiar cercano y que no lo cuente) y ya está.
Tu las cifras de mortalidad te las pasas por el forro.
Es un bichito nada peligroso que solo mata al 0`2 de los que se contagian.
 
Las discotecas ya estaban de capa caída desde antes del bicho.
De todas formas en Madrid las discos en verano rara vez se han petado, ahora con el sidabicho mucho menos.

El verano no es para ir a discotecas, nunca es buena estación para ello, son locales infectos llenos de pilinguis y drojadictos. Lo mejor para divertirse en verano han sido las fiestas y verbenas de los barrios y pueblos, calidad Paco muy superior a toda esa cosa de locales donde pillas sida nada más pasar por la puerta.
Es la gran frutada del año, la cancelación de las ferias verbeneras, con su charanga y bailes al aire libre en las que te pillas una cogorza y vas a ver encierros.
Hoy mismo hubiera empezado el chupinazo de Pamplona y ahora sí que se nota la tristeza, desolación y depresión en el ambiente, y no el fracaso y decadencia de las puras discotecas.
 
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