Pues oye, siento decirte que conforme vas cumpliendo años te va rondando más veces por la cabeza la idea de que en este mundo estamos de prestado y que tarde o temprano le vas a tener que decir adiós. Es más, conforme vas viendo que la palma gente alrededor (algunos de maneras bastante desagradables) también te preocupa hasta cómo la vas a palmar.
Unos dicen que con el tiempo aprendes a aceptar ese destino, otros dicen que no.
Yo todavía soy joven y desde hace tiempo siento que he perdido la templanza de mi quietud interior. Se me hace un trago muy amargo ver el declive de muchos familiares, lugares que ya nunca podré visitar como antes o vacíos que te dejan aquellos que ya no están.
Pensaba que esto sería menos duro, o que iría acompañado de algún impulso interior. Pero no, cuanto más tiempo pasa más añoro el pasado. Es como estar subiendo una torre altísima, sin poder pararte a observar bien el paisaje, y ser consciente de la altura que vas cogiendo con el tiempo. Vértigo, vértigo vital.