Corazón Hace años drogué y violé a una mujer.

Oberführer

Brigadier de las Schutzstaffel
Desde
16 Dic 2022
Mensajes
22
Reputación
176
Lugar
Castillo de Neuschwanstein
Se que sonará delictivo pero no lo fue tanto, y me explico:

Hace tiempo, cuando compartía piso en Toledo, quedó una habitación libre en el piso donde compartía vivienda con tres personas más. Inicialmente era un piso de estudiantes pero el casero decidió alquilarlo por habitaciones independientes, de manera que puso cerraduras en todas ellas mientras la cocina, salón cuartos de baño... Etc. eran zonas comunes, de las que se encargaba una empleada de limpiarlas dos veces a la semana.

Cuando me quedaban menos de seis meses para terminar la carrera, llegó una chavala guapísima a ocupar la habitación libre contigua a la mía; era una morenita de pelo largo y cuerpo espectacularmente bonito de unos veintipocos años, cara aniñada y mirada dulce y seductora. Me encandiló nada más entró por la puerta y desde ese momento albergué deseos de follármela.

El caso es que una noche la sentí hablar a gritos en las escaleras del piso, con su novio presumiblemente, y tras una larga discusión donde se dijeron de todo menos cosas amables, entró y cerró de un portazo. Serían las tres de la madrugada de un miércoles y no me hizo gracia tanto estruendo a esas horas, pero como la oí llorar en la cocina me levanté a ver qué le pasaba. Al entrar la vi y estaba sollozando en la mesa donde comíamos, tenía una botella de ron y un vaso bien lleno junto a ella, claramente estaba ahogando sus penas en alcohol. Me acerqué y le pregunté si estaba bien, ella se dio la vuelta y me dijo entre balbuceos que sí. Estaba muy bebida y me pareció que lo mejor sería llevarla a su habitación a que durmiese la mona.

Pero... Cuando ella accedió y yo la agarré para acompañarla, ya que apenas se tenía en pie, fue tocar su cuerpo y sentir la tersura de su piel, la firmeza de sus carnes de hembra joven y el embriagador aroma a mujer fértil y se me encendió la lujuria de forma brutal. En su habitación le dije "te voy a dar un masaje relajante que estás muy tensa" y comencé a masajearle la espalda y el cuello... Ella se dejaba hasta que mis manos pasaron hacia delante y me apoderé de sus turgentes berzas, con pezones de estos abultados y saliditos, ella me quitó las manos diciendo: "no te pases!" Pero yo urdí un plan improvisado para someterla a mis ansias, ya que era el momento correcto para hacerlo.

Le dije que le iba a traer una copa, que estaba muy alterada y le convenia relajarse, y fui a por la botella de ron y un vaso en el que además del ron, eché media caja de Valium, que tenía guardada desde que el médico me lo recetó para una contractura muy jodida que habia tenido meses antes. Ya en la habitación de mi presa, le ofrecí el vaso de ron bien lleno y con las pastillas disueltas, que ella bebió de un trago. Mientras esperaba a que el brebaje sedante le hiciese efecto le di conversación y, a medida que hablábamos, yo iba viendo como se iba ralentizando y durmiendo, hasta que cayó como un leño en la cama. Entonces me dispuse a perpetrar mi tan acariciado y ansiado deseo!

La desnudé por completo y me regodeé en magrear cada centímetro de su piel, rechupeteando sus berzas, solazándome en sobar sus nalgas generosas y suculentas, acariciando con avaricia sus muslos deliciosamente torneados y metiendo mis ávidos dedos en su schoscho, que era discreto y de raja pequeña, con unos labios menores apenas visibles y un clitoris timidamente escondido, como una lentejita leve y primorosamente oculta en una vulva de adolescente...

La abrí de piernas y echándome encima arrimé mi vergajo a su pubis, para frotar su raja con mi bulboso pimpollo, que ya babeaba líquido preseminal como un grifo mal cerrado conectado a un depósito de gel de baño. Era tanta la emoción del momento que no sabía por dónde empezar, si por chuparle todo el cachopo hasta borrarle los pelos con la lengua o amarla ya, y vaciar mis cargados narices en las entrañas más profundas de su fragante potorro... Ante la premura de saber que había más gente en la casa, que si se dieran cuenta de lo que estaba pasando podría dar con mis huesos en la guandoca, decidí tirármela.

Cerré la puerta y, con una lentitud parsimoniosa, le fui hundiendo mi varicoso calabacín en su raja maravillándome de lo dulcemente apretadita que la tenía, y tan lubricada que parecía que ella estuviese deseando esto tanto como yo! En un ensueño de placer prohibido noté como mis testiculos se aplastaban en los bordes de su rajita, ya le había metido la verga todo lo larga que es en su schoscho, y me quedé unos segundos quieto sintiendo el calor humedo y ardiente de su vagina envolviéndome el platanón. Empecé a bombearla lentamente mientras mis manos estrujaban sus tetitas, medianas pero turgentes y gustosísimas de magrear con ferocidad, como exprimiéndolas para sacarles todo el gozo glandular de sus adentros.

A medida que mis embestidas se hacían más violentas, el frágil y desmayado cuerpecito de mi compañera de piso se estremecia y temblaba, sus carnes jóvenes y firmes tenían un puntito flanero que la hacía increiblemente apetitosa... Le abrí la boca y le metí mi lengua hasta rebañar con ella su glotis, me bebí su saliva y dejé resbalar la mía por su garganta abajo y, sintiendo que me venía el gusto, agarré sus caderas con unas manos que parecían las garras de un águila, para correrme con un gruñido gorgoteante y sumamente obsceno acompañando los chorretones de leche que brotaban de mi vergajo, inundándole el útero a la inconsciente damisela. Fue tan brutal el placer que casi pierdo el sentido, pero mantuve la consciencia mientras me quedaba derrengado sobre ella, sudoroso y agotado tras cometer el más placentero de los supuestos delitos.

Dejando que cada segundo me ofrendase el gozo más intenso, permanecí encima de la ninfa con mi rabako hundido en su cachopo hasta que el calabacín empezó a ponerse blandorro, y se salió solo, junto a un abundante borbotón de esperma mezclado con el meloso flujo de ella. Me separé y fui a por una de mis toallas para limpiar la corrida que rezumaba de su raja y empapaba la sábana. La acomodé en su cama y la tapé, dándole un morreo grotescamente guarro antes de irme como colofón del acto que acababa de protagonizar, criminal para algunos pero totalmente legítimo y bienintencionado para mi.

A la mañana siguiente ella se levantó muy tarde y no noté nada raro en ella, la saludé al verla sonriente y amable como siempre y la noté torpe y abotargada; lógico que estuviese así, porque le metí muchos diacepanes y eso deja cierta "resaca".

Nunca nadie se enteró de lo que había pasado, si la dejé preñada o no es un misterio porque la chavala abandonó el piso la semana siguiente a la noche en que la violé, y nunca supe más de ella. Sin embargo, gocé tanto del cuerpo de esa hembra que aun me hago caricias recordando cómo disfrute de amarla a placer, aprovechándome de su total indefensión...
 

theelf

Madmaxista
Desde
1 Abr 2020
Mensajes
6.124
Reputación
10.195
Y el resumen? no me leo esamierda ni con tus ojos
 

calzonazos

Madmaxista
Desde
2 Ago 2015
Mensajes
17.005
Reputación
23.686
Lugar
Torrejon
Se que sonará delictivo pero no lo fue tanto, y me explico:

Hace tiempo, cuando compartía piso en Toledo, quedó una habitación libre en el piso donde compartía vivienda con tres personas más. Inicialmente era un piso de estudiantes pero el casero decidió alquilarlo por habitaciones independientes, de manera que puso cerraduras en todas ellas mientras la cocina, salón cuartos de baño... Etc. eran zonas comunes, de las que se encargaba una empleada de limpiarlas dos veces a la semana.

Cuando me quedaban menos de seis meses para terminar la carrera, llegó una chavala guapísima a ocupar la habitación libre contigua a la mía; era una morenita de pelo largo y cuerpo espectacularmente bonito de unos veintipocos años, cara aniñada y mirada dulce y seductora. Me encandiló nada más entró por la puerta y desde ese momento albergué deseos de follármela.

El caso es que una noche la sentí hablar a gritos en las escaleras del piso, con su novio presumiblemente, y tras una larga discusión donde se dijeron de todo menos cosas amables, entró y cerró de un portazo. Serían las tres de la madrugada de un miércoles y no me hizo gracia tanto estruendo a esas horas, pero como la oí llorar en la cocina me levanté a ver qué le pasaba. Al entrar la vi y estaba sollozando en la mesa donde comíamos, tenía una botella de ron y un vaso bien lleno junto a ella, claramente estaba ahogando sus penas en alcohol. Me acerqué y le pregunté si estaba bien, ella se dio la vuelta y me dijo entre balbuceos que sí. Estaba muy bebida y me pareció que lo mejor sería llevarla a su habitación a que durmiese la mona.

Pero... Cuando ella accedió y yo la agarré para acompañarla, ya que apenas se tenía en pie, fue tocar su cuerpo y sentir la tersura de su piel, la firmeza de sus carnes de hembra joven y el embriagador aroma a mujer fértil y se me encendió la lujuria de forma brutal. En su habitación le dije "te voy a dar un masaje relajante que estás muy tensa" y comencé a masajearle la espalda y el cuello... Ella se dejaba hasta que mis manos pasaron hacia delante y me apoderé de sus turgentes berzas, con pezones de estos abultados y saliditos, ella me quitó las manos diciendo: "no te pases!" Pero yo urdí un plan improvisado para someterla a mis ansias, ya que era el momento correcto para hacerlo.

Le dije que le iba a traer una copa, que estaba muy alterada y le convenia relajarse, y fui a por la botella de ron y un vaso en el que además del ron, eché media caja de Valium, que tenía guardada desde que el médico me lo recetó para una contractura muy jodida que habia tenido meses antes. Ya en la habitación de mi presa, le ofrecí el vaso de ron bien lleno y con las pastillas disueltas, que ella bebió de un trago. Mientras esperaba a que el brebaje sedante le hiciese efecto le di conversación y, a medida que hablábamos, yo iba viendo como se iba ralentizando y durmiendo, hasta que cayó como un leño en la cama. Entonces me dispuse a perpetrar mi tan acariciado y ansiado deseo!

La desnudé por completo y me regodeé en magrear cada centímetro de su piel, rechupeteando sus berzas, solazándome en sobar sus nalgas generosas y suculentas, acariciando con avaricia sus muslos deliciosamente torneados y metiendo mis ávidos dedos en su schoscho, que era discreto y de raja pequeña, con unos labios menores apenas visibles y un clitoris timidamente escondido, como una lentejita leve y primorosamente oculta en una vulva de adolescente...

La abrí de piernas y echándome encima arrimé mi vergajo a su pubis, para frotar su raja con mi bulboso pimpollo, que ya babeaba líquido preseminal como un grifo mal cerrado conectado a un depósito de gel de baño. Era tanta la emoción del momento que no sabía por dónde empezar, si por chuparle todo el cachopo hasta borrarle los pelos con la lengua o amarla ya, y vaciar mis cargados narices en las entrañas más profundas de su fragante potorro... Ante la premura de saber que había más gente en la casa, que si se dieran cuenta de lo que estaba pasando podría dar con mis huesos en la guandoca, decidí tirármela.

Cerré la puerta y, con una lentitud parsimoniosa, le fui hundiendo mi varicoso calabacín en su raja maravillándome de lo dulcemente apretadita que la tenía, y tan lubricada que parecía que ella estuviese deseando esto tanto como yo! En un ensueño de placer prohibido noté como mis testiculos se aplastaban en los bordes de su rajita, ya le había metido la verga todo lo larga que es en su schoscho, y me quedé unos segundos quieto sintiendo el calor humedo y ardiente de su vagina envolviéndome el platanón. Empecé a bombearla lentamente mientras mis manos estrujaban sus tetitas, medianas pero turgentes y gustosísimas de magrear con ferocidad, como exprimiéndolas para sacarles todo el gozo glandular de sus adentros.

A medida que mis embestidas se hacían más violentas, el frágil y desmayado cuerpecito de mi compañera de piso se estremecia y temblaba, sus carnes jóvenes y firmes tenían un puntito flanero que la hacía increiblemente apetitosa... Le abrí la boca y le metí mi lengua hasta rebañar con ella su glotis, me bebí su saliva y dejé resbalar la mía por su garganta abajo y, sintiendo que me venía el gusto, agarré sus caderas con unas manos que parecían las garras de un águila, para correrme con un gruñido gorgoteante y sumamente obsceno acompañando los chorretones de leche que brotaban de mi vergajo, inundándole el útero a la inconsciente damisela. Fue tan brutal el placer que casi pierdo el sentido, pero mantuve la consciencia mientras me quedaba derrengado sobre ella, sudoroso y agotado tras cometer el más placentero de los supuestos delitos.

Dejando que cada segundo me ofrendase el gozo más intenso, permanecí encima de la ninfa con mi rabako hundido en su cachopo hasta que el calabacín empezó a ponerse blandorro, y se salió solo, junto a un abundante borbotón de esperma mezclado con el meloso flujo de ella. Me separé y fui a por una de mis toallas para limpiar la corrida que rezumaba de su raja y empapaba la sábana. La acomodé en su cama y la tapé, dándole un morreo grotescamente guarro antes de irme como colofón del acto que acababa de protagonizar, criminal para algunos pero totalmente legítimo y bienintencionado para mi.

A la mañana siguiente ella se levantó muy tarde y no noté nada raro en ella, la saludé al verla sonriente y amable como siempre y la noté torpe y abotargada; lógico que estuviese así, porque le metí muchos diacepanes y eso deja cierta "resaca".

Nunca nadie se enteró de lo que había pasado, si la dejé preñada o no es un misterio porque la chavala abandonó el piso la semana siguiente a la noche en que la violé, y nunca supe más de ella. Sin embargo, gocé tanto del cuerpo de esa hembra que aun me hago caricias recordando cómo disfrute de amarla a placer, aprovechándome de su total indefensión...
Sino es un invent eres un pedazo de hez, es verdad que una violación de ese tipo no debería dejar secuelas pero aún así eres un hijodelagranputa. Yo haría como en Alemania que son 3 años de guandoca pero tú a cumplir en una guandoca de brasil por guano
 

cacho_perro

Saboteador de ganacéntimos
Desde
5 Nov 2007
Mensajes
13.384
Reputación
16.745
Se que sonará delictivo pero no lo fue tanto, y me explico:

Hace tiempo, cuando compartía piso en Toledo, quedó una habitación libre en el piso donde compartía vivienda con tres personas más. Inicialmente era un piso de estudiantes pero el casero decidió alquilarlo por habitaciones independientes, de manera que puso cerraduras en todas ellas mientras la cocina, salón cuartos de baño... Etc. eran zonas comunes, de las que se encargaba una empleada de limpiarlas dos veces a la semana.

Cuando me quedaban menos de seis meses para terminar la carrera, llegó una chavala guapísima a ocupar la habitación libre contigua a la mía; era una morenita de pelo largo y cuerpo espectacularmente bonito de unos veintipocos años, cara aniñada y mirada dulce y seductora. Me encandiló nada más entró por la puerta y desde ese momento albergué deseos de follármela.

El caso es que una noche la sentí hablar a gritos en las escaleras del piso, con su novio presumiblemente, y tras una larga discusión donde se dijeron de todo menos cosas amables, entró y cerró de un portazo. Serían las tres de la madrugada de un miércoles y no me hizo gracia tanto estruendo a esas horas, pero como la oí llorar en la cocina me levanté a ver qué le pasaba. Al entrar la vi y estaba sollozando en la mesa donde comíamos, tenía una botella de ron y un vaso bien lleno junto a ella, claramente estaba ahogando sus penas en alcohol. Me acerqué y le pregunté si estaba bien, ella se dio la vuelta y me dijo entre balbuceos que sí. Estaba muy bebida y me pareció que lo mejor sería llevarla a su habitación a que durmiese la mona.

Pero... Cuando ella accedió y yo la agarré para acompañarla, ya que apenas se tenía en pie, fue tocar su cuerpo y sentir la tersura de su piel, la firmeza de sus carnes de hembra joven y el embriagador aroma a mujer fértil y se me encendió la lujuria de forma brutal. En su habitación le dije "te voy a dar un masaje relajante que estás muy tensa" y comencé a masajearle la espalda y el cuello... Ella se dejaba hasta que mis manos pasaron hacia delante y me apoderé de sus turgentes berzas, con pezones de estos abultados y saliditos, ella me quitó las manos diciendo: "no te pases!" Pero yo urdí un plan improvisado para someterla a mis ansias, ya que era el momento correcto para hacerlo.

Le dije que le iba a traer una copa, que estaba muy alterada y le convenia relajarse, y fui a por la botella de ron y un vaso en el que además del ron, eché media caja de Valium, que tenía guardada desde que el médico me lo recetó para una contractura muy jodida que habia tenido meses antes. Ya en la habitación de mi presa, le ofrecí el vaso de ron bien lleno y con las pastillas disueltas, que ella bebió de un trago. Mientras esperaba a que el brebaje sedante le hiciese efecto le di conversación y, a medida que hablábamos, yo iba viendo como se iba ralentizando y durmiendo, hasta que cayó como un leño en la cama. Entonces me dispuse a perpetrar mi tan acariciado y ansiado deseo!

La desnudé por completo y me regodeé en magrear cada centímetro de su piel, rechupeteando sus berzas, solazándome en sobar sus nalgas generosas y suculentas, acariciando con avaricia sus muslos deliciosamente torneados y metiendo mis ávidos dedos en su schoscho, que era discreto y de raja pequeña, con unos labios menores apenas visibles y un clitoris timidamente escondido, como una lentejita leve y primorosamente oculta en una vulva de adolescente...

La abrí de piernas y echándome encima arrimé mi vergajo a su pubis, para frotar su raja con mi bulboso pimpollo, que ya babeaba líquido preseminal como un grifo mal cerrado conectado a un depósito de gel de baño. Era tanta la emoción del momento que no sabía por dónde empezar, si por chuparle todo el cachopo hasta borrarle los pelos con la lengua o amarla ya, y vaciar mis cargados narices en las entrañas más profundas de su fragante potorro... Ante la premura de saber que había más gente en la casa, que si se dieran cuenta de lo que estaba pasando podría dar con mis huesos en la guandoca, decidí tirármela.

Cerré la puerta y, con una lentitud parsimoniosa, le fui hundiendo mi varicoso calabacín en su raja maravillándome de lo dulcemente apretadita que la tenía, y tan lubricada que parecía que ella estuviese deseando esto tanto como yo! En un ensueño de placer prohibido noté como mis testiculos se aplastaban en los bordes de su rajita, ya le había metido la verga todo lo larga que es en su schoscho, y me quedé unos segundos quieto sintiendo el calor humedo y ardiente de su vagina envolviéndome el platanón. Empecé a bombearla lentamente mientras mis manos estrujaban sus tetitas, medianas pero turgentes y gustosísimas de magrear con ferocidad, como exprimiéndolas para sacarles todo el gozo glandular de sus adentros.

A medida que mis embestidas se hacían más violentas, el frágil y desmayado cuerpecito de mi compañera de piso se estremecia y temblaba, sus carnes jóvenes y firmes tenían un puntito flanero que la hacía increiblemente apetitosa... Le abrí la boca y le metí mi lengua hasta rebañar con ella su glotis, me bebí su saliva y dejé resbalar la mía por su garganta abajo y, sintiendo que me venía el gusto, agarré sus caderas con unas manos que parecían las garras de un águila, para correrme con un gruñido gorgoteante y sumamente obsceno acompañando los chorretones de leche que brotaban de mi vergajo, inundándole el útero a la inconsciente damisela. Fue tan brutal el placer que casi pierdo el sentido, pero mantuve la consciencia mientras me quedaba derrengado sobre ella, sudoroso y agotado tras cometer el más placentero de los supuestos delitos.

Dejando que cada segundo me ofrendase el gozo más intenso, permanecí encima de la ninfa con mi rabako hundido en su cachopo hasta que el calabacín empezó a ponerse blandorro, y se salió solo, junto a un abundante borbotón de esperma mezclado con el meloso flujo de ella. Me separé y fui a por una de mis toallas para limpiar la corrida que rezumaba de su raja y empapaba la sábana. La acomodé en su cama y la tapé, dándole un morreo grotescamente guarro antes de irme como colofón del acto que acababa de protagonizar, criminal para algunos pero totalmente legítimo y bienintencionado para mi.

A la mañana siguiente ella se levantó muy tarde y no noté nada raro en ella, la saludé al verla sonriente y amable como siempre y la noté torpe y abotargada; lógico que estuviese así, porque le metí muchos diacepanes y eso deja cierta "resaca".

Nunca nadie se enteró de lo que había pasado, si la dejé preñada o no es un misterio porque la chavala abandonó el piso la semana siguiente a la noche en que la violé, y nunca supe más de ella. Sin embargo, gocé tanto del cuerpo de esa hembra que aun me hago caricias recordando cómo disfrute de amarla a placer, aprovechándome de su total indefensión...
5hrrtr - copia.jpg
 
Desde
12 Oct 2023
Mensajes
1.068
Reputación
1.657
Que alguien denuncie a telemáticos a este montón de hez.

Debería ser la moderación del foro. Nos están metiendo en el mismo saco que a esta ralea.
Es así, a esta pta guano como si nada (no es lo mismo que se piensen que esto es un nido de zumbados -que lo es- a que un infrahumano se enorgullezca de esta hez). OP, si es una fantasía ves a un psiquiatra urgentemente. Si no, mereces que alguien te meta una bala en la cabeza.