Quién lo iba a decir. La simpática chiquilla que era el azote del gobierno pogre de Sánchez, gestualizando exageradamente con desparpajo desde su tartana.
Ahora es el reflejo en femenino del que se ama mucho a si mismo incel pilinguinejo que no levanta la mirada en la calle. Pintas de drojata, mirada vacía y sin alma, físico derroído, repetición de mantras y propaganda descerebrada. Haciendo de pregonera de fin y destrucción, anticipando golpes militares que costarán la vida a cientos. Trasmitiendo desde sitios llenos de ruinas y escombros. Preconizando más fin y destrucción que vendrán de parte de su amo.
Está claro que la dictadura de pilinguin roba las almas y la humanidad de sus adeptos.