Siguiendo la teoría trevijana, la policía debería detener el orgullo lgtb, las procesiones de Semana Santa, a los hosteleros que tengan un jamón en lugar visible, a las jovenlandesas tapadas... Aquí cada cual se siente provocado por algo.
Éste hombre, aparte de que está muy anciano y se repite cada día más, es un déspota prepotente absoluto, gran teórico de despacho, que en la vida real no se come un colín.
Se le nota amargado por no haber sido el primer presidente de la III República Española, por no haber logrado ser nada en política. Y si, tendrá una gran cabeza, (como dirían en La Ceneretola de Rossini "el maestro tiene una gran cabeza, que nadie sabe para qué le sirve") pero le ha faltado cintura.
Total, que el hombre, vive en un cabreo permanente regañando a sus oyentes y soltado espumarajos, repitiendo una y otra vez lo mismo y sintiéndose un ser suprainteligente e incomprendido por la masa de asnos que le rodeamos. Se permite el lujo de insultar a sus oyentes, que sumisos le siguen adorando aunque los escupa.