Lo que nos hemos cargado es la estética tradicional de los pueblos, especialmente en todo el interior de España, pero también en los últimos años en zonas que se habían salvado, como la cornisa cantábrica. Teníamos a mano una campiña conservada como la inglesa gracias al famoso abandono rural, todo casas tradicionales en piedra y teja roja, o adobe donde no hay piedra, y llegaron los "desertores del arado" descendientes a "arreglar" las casas del pueblo con criterios puramente urbanitas, destrozándolo todo a base de ladrillo, enfoscado, carpinterías de aluminio y cubierta de teja prefabricada, entre otras lindezas carentes del más mínimo sentido estético y de conjunto, cada casa de un color, material, forma o incluso volumen. En una Inglaterra o una Francia rural los alcaldes que lo han permitido habrían sido colgados todos en plaza pública.