Forza Boadella!

  • Autor del tema ARIEL BOLUDOVSKY
  • Fecha de inicio
A

ARIEL BOLUDOVSKY

Guest
Pregunta: Alguien que menosprecia a la clase política, ¿qué hace
firmando un manifiesto que tiene como objetivo la creación de un nuevo
partido?



Respuesta: Lo he hecho por razones casi físicas, por desprenderme de
la desagradable sensación de claustrofobia y ahogo que siento ante
este festival permanente de simbología y de nacionalismo. Siento pena
hacia mi propio pasado, hacia las esperanzas que de joven tenía
depositadas en este territorio, en esta comunidad catalana.



P: Tras 23 años de gobiernos de Jordi Pujol ¿por qué han decidido
organizarse ahora y no entonces?



R: En la época de Pujol yo estuve muy activo, casi fui el único, de
hecho fui el malo oficial. Lo que ocurre es que algunos de mis colegas
quizá pensaban que un cambio de gobierno permitiría darle la vuelta a
la situación y ahora están decepcionados porque se han dado cuenta de
que éstos son más nacionalistas que los otros. Cuando te sientes
traicionado por los tuyos, la reacción siempre es más fuerte, porque
del adversario ya no esperabas nada.



P: En esta nueva etapa, ¿en qué ha notado el repruebo hacia lo español
que denuncia el manifiesto?



R: En el continuismo, en el seguidismo del mensaje pujolista. Desde
hace años se nos ha machacado con el mensaje de que nuestro enemigo
está más allá del Ebro y se ha vivido con la idea de que un día
Cataluña pasará cuentas con el pasado. Me parece demencial que un
país esté inmerso en esta paranoia. Yo pensaba que ahora
experimentaríamos un cambio importante y, en cambio, todo se ha
agravado. Los del tripartito están intentando trasladar a la
población la idea de que nos roban el dinero, nuestro dinero. Somos
ciudadanos que pagamos impuestos, no un país que paga impuestos, no un
territorio que paga impuestos, así que hay que establecer unos
mecanismos de solidaridad. Creíamos que el PSC haría una política
distinta, pero escorado por ERC, se ve en la necesidad de hacer
continuas demostraciones de pedigrí nacionalista.



P: ¿Ve al PSC como un partido acomplejado?



R: Sí, sin duda. Ya lo demostró en sus tiempos de oposición.



P: ¿El PSOE debería plantearse recuperar la federación en Cataluña?




R: No me pareció mal la idea de conseguir una cierta unión entre el
PSC y el PSOE. El problema es que los dirigentes del PSC se erigieron
en los ideólogos de la cuestión, barrieron para casa y gente que
tendría que estar en CiU o en ERC están en el PSC.



P: ¿Como por ejemplo?



R: Casi todos los dirigentes socialistas que están en el gobierno.



P: ¿Incluido Pasqual Maragall?



R: Sí. Maragall podría haber sido perfectamente un hombre de CiU. No
veo las diferencias.



P: ¿Ha llegado demasiado tarde Maragall a la Generalitat?



R: Maragall y el conjunto del PSC. Si hubieran gobernado en los ochenta
quizá no se habrían contaminado tanto del nacionalismo, pero esta
espera viendo el éxito triunfal de Pujol determinó absolutamente a la
oposición. Es como la historia de «Lorenzzazio», que se coloca al
lado del tirano para cargárselo, pero cuando tiene que hacerlo ya
está contaminado por él, ya es incapaz. Maragall está tan
extraordinariamente contaminado por el nacionalismo que se ha vuelto
inútil. Y el PSC también.



P: Pero en el PSC también hay otros dirigentes decididos a mantener la
marca PSOE, como José Montilla...



R: Todos estos están acomplejados. Se encuentran en la posición del
converso, porque existe la idea de que arrimado a los postulados más
nacionalistas del PSC se está en la elite intelectual y económica y
formas parte de las grandes familias de Cataluña. Así creen que
están con los buenos catalanes.



P: ¿Hay catalanes de primera y de segunda?



R: Sí, el nacionalismo lo primero que hace es fijar la lista de buenos
y malos. Yo estoy en la lista de malos y me siento orgulloso, pero en
el fondo es un drama.



P: ¿Cree que en la Cataluña actual alguien como Montilla podría
llegar a la presidencia de la Generalitat?



R: Lo veo complicado. Quien pudo haber sido un gran candidato fue Josep
Borrell. Era el hombre adecuado para dar el giro en Cataluña porque
nació en el corazón del Pirineo, así que no hay duda sobre su
pureza, y es un hombre de izquierdas y que no comulga para nada con las
ideas nacionalistas. Pero por eso mismo se convirtió en un político
incómodo y odiado por el régimen pujolista y por el propio PSC.



P: ¿Sería un error que el PSC volviera a presentar a Maragall como
candidato?



R: El PSC tiene que cambiar de dirección y escuchar a los ciudadanos,
a esa gran masa de votantes que tiene en sus grandes feudos del
cinturón de Barcelona. Esos son sus votantes. Es una barbaridad jugar
con los sentimientos de la gente y el PSC se ha convertido en un
secuestrador de sentimientos. ¿No ven que la política sólo se puede
hacer desde la razón? En Europa, la política de los sentimientos ha
llevado a unas guerras espantosas en el último siglo, el más
sanguinario de la historia de la humanidad. Y aquí nos hemos inventado
una Cataluña soñada que no tiene nada que ver con la Cataluña real y
con sus graves problemas.



P: ¿Qué papel le reserva al PP en Cataluña?



R: El PP se ha sumido en este pozo, sin duda. Todo el Parlamento
catalán está de acuerdo en que Cataluña es una nación. Me parece
surrealista que el PP también esté jugando la carta nacionalista. No
es que yo esté cercano a los postulados más derechistas de este
partido, pero sí les aplaudiría si levantaran la voz y dijeran
«nosotros no somos nacionalistas».



P: ¿Qué es Cataluña? ¿Una nación, una nacionalidad, una comunidad
nacional?



R: Cataluña es una parte más del Estado Español. Es una parte de un
acuerdo de hace muchos siglos. Este dilema constante de si somos, no
somos, o nos separamos es pesadísimo. Estoy de acuerdo en que hay que
reformar la Constitución en un punto: hay que introducir el delito de
la pesadez. Llevamos tantos años planteándonos cómo tiene que ser
España que se nos están escapando las mejores coyunturas.



P: Hay quien les recrimina que nieguen la necesidad de defender la
identidad catalana pero, en cambio, insistan en la necesidad de
defender la identidad española.



R: La identidad española no hay que defenderla porque ya existe.
Nosotros formamos parte de España, aunque haya gente que no les guste.
Yo soy un hombre de este territorio y mis hijos hablan la lengua que
escucharon en casa, pero jamás he hecho de la lengua un efectivo
militar, jamás. Ni me ha servido para discriminar a nadie.



P: ¿La lengua no crea identidad?



R: En absoluto. La lengua es un vehículo absolutamente práctico y
funcional. El catalán acabó con el latín y un día a lo mejor el
castellano o el inglés acabarán con el catalán. Natural, eso ha
ocurrido a lo largo de la historia. Ponerse a defender una lengua es
una muestra de paranoia. Estoy de acuerdo con la esquizofrenia
catalana, me parece fantástico el bilingüismo, pero que eso genere
paranoia, en el sentido de persecución, es otra cuestión. Tenemos
generaciones de gente joven paranoica como los cachorros de ERC, que
son muy peligrosos. Esquerra es un partido muy cercano a la extrema
derecha; ni es republicano ni es de izquierdas.



P: ¿Se refiere a extrema derecha en términos de fascismo?



R: Sí, de algo parecido. No hay tanta diferencia entre ERC y Le Pen.
Su base es la gran nación. Detrás del nacionalismo siempre hay
racismo, hay unos buenos y unos malos. No hay nacionalismo sin enemigo
exterior y en el caso de Cataluña el enemigo es España.



P: Usted ha recibido amenazas por decir lo que piensa, pero la clase
política insiste en que Cataluña es tierra de paz que no tiene nada
que ver con el País Vasco.



R: Me hace gracia cuando se dice que Cataluña no es ni ha sido nunca
un país violento. Pero por favor, si antes de los años 30 aquí
había asesinatos a mansalva. Ahora no hay violencia en el sentido que
la hay en el País Vasco, pero las situaciones pueden cambiar y yo no
me fío de estas cosas. No me hace ninguna gracia que me envíen
amenazas. No me parece nada divertido. Y seguramente me las envían
chavales que no saben que yo, durante una época, también pensaba
ingenuamente que llegaría un día que Cataluña sería esa tierra
soñada de libertad.



P: ¿Quién o qué le hizo cambiar de idea? ¿Pujol, quizá?



R: Sí. Jordi Pujol no debiera haber existido como político. Ha sido
un hombre absolutamente nefasto para Cataluña. Es una lástima que
Tarradellas no fuera más joven, porque él sí sabía exactamente cual
era la relación con el resto de España. Sabía qué podíamos tener y
a qué no podíamos aspirar.



P: ¿La situación actual es fruto de todos estos años de pujolismo?



R: Evidentemente. Ahora nos están gobernando los hijos naturales de
Pujol... Un poco más y nos habrían gobernado los hijos legítimos.



P: Sectores de la izquierda le recriminan que sus críticas contra el
nacionalismo puedan ser instrumentalizadas por la derecha.



R: Me da igual. Fantástico. Si hay gente de derechas que está de
acuerdo conmigo, me parece estupendo.



P: Perseguido por el franquismo, ¿cómo lleva que ahora le acusen de
poner en peligro la convivencia?



R: Es delirante. En Cataluña está todo tan envenenado y hay tan poco
sentido democrático que te acusan de poner en peligro la convivencia
por abrir un debate intelectual. Cataluña es un territorio en el que
subsiste todavía el franquismo, la herencia del antifranquismo. Franco
está muy presente en la mente y en la forma de actuar de los
catalanes. Cuando alguien dice algo que no gusta inmediatamente se
comenta que «ese tipo es un franquista». El trauma franquista no se
ha digerido bien y eso es algo que me parece grave.



P: ¿Existe el riesgo de que se produzca una fractura social similar a
la que existe en el País Vasco entre los votantes de CiU y ERC y los
ciudadanos que están de acuerdo con el manifiesto que usted suscribe?



R: La actitud que han adoptado los políticos frente al manifiesto
demuestra que esto puede ocurrir. La seguridad de que existe un grupo
importante de ciudadanos que apoyaría una opción no nacionalista no
me la ha dado la reacción de la gente, sino la reacción de los
políticos, que se han puesto histéricos, se han dedicado a insultar.
Existe una profunda separación entre los políticos nacionalistas y
los problemas reales de la ciudadanía. Pensar que para los catalanes
en este momento lo más importante es el Estatuto es de locos. A la
gente le importa un comino el Estatuto. Así que al menos nosotros
hemos puesto nuestro grano de arena para encontrar una brecha.



P: ¿Tiene indicios de que en el PSC se esté produciendo algún
movimiento en este sentido?



R: Hay gente del PSC que me ha telefoneado dándome ánimos y diciendo
que están de acuerdo pero que no quieren abandonar la militancia
socialista. No hay duda de que despertamos simpatías y prueba de ello
es cómo ha reaccionado el PSC, diciendo que esto es un intento de
fractura social. El futuro partido que se cree también puede recoger
opciones de centro. En todo caso, tiene que ser una opción amplia, no
hay que ser sectarios en este sentido.



P: Toda una generación se ha criado con el discurso nacionalista y
puede que no entienda su denuncia. ¿Teme que esta iniciativa llegue
tarde?



R: Cuando dicen que los catalanes tenemos que estar unidos se me ponen
los pelos de punta. Esto lo decía Franco, son teorías dictatoriales.
Sin duda alguna, durante la época de Pujol se impuso la sensación de
que quien se movía podía ser represaliado. En mi propio terreno, el
del teatro, Pujol hizo un escarmiento con «Els Joglars». Lo hizo para
demostrar al conjunto de la profesión que en Cataluña había libertad
de opinión, pero si esta opinión no coincidía con las tesis
oficiales te quedabas sin TV3, sin Teatro Nacional y sin subvenciones.
Nadie se movió.



P: ¿Por eso, tal vez, representantes del grupo «Comediants»
afirmaron, en reacción a su manifiesto, que ellos la política la
hacen en la calle?



R: Sin duda alguna. «Comediants» es una compañía que vive de la
iniciativa pública, porque los grandes eventos sólo los organizan las
instituciones públicas. Pujol creó una gran extensión de estómagos
agradecidos y fue colocando a la gente en listas de marginación. Si
«Els Joglars» sólo hiciera teatro catalán ya no existiría... o nos
hubiéramos tenido que afiliar a Convergència. Nos ha salvado que el
80 por ciento de nuestra actividad se hacía en el resto de España y
el extranjero.



P: ¿No le preocupa convertirse en un antisistema, primero contra
Franco, luego contra Pujol y ahora contra Maragall?



R: Tengo esta desgracia. Quizá si gobernara Borrell no me vería en
esta necesidad. Un día me consultó si debía librar una batalla
interna para ser candidato a la Generalitat y yo le dije que él tenía
que ser presidente de España. Creo que me equivoqué, lo cual
demuestra que no tengo ninguna visión política.



P: La decadencia económica que denuncian, ¿puede ser consecuencia de
la falta de inversiones?



R: No sé cuánto invierte el Estado en Cataluña pero antes de
quejarse de los demás uno tiene que analizarse a fondo. Cuando una
sociedad es dinámica no es necesario que le den las cosas hechas. Yo
construí una compañía que lleva 45 años en acción con poquísimas
ayudas. Siempre es fácil echar las culpas a los demás y en Cataluña
cuando hay un problema rápidamente se mira en dirección a Madrid.
Seguro que los empresarios tienen algo de razón, porque Madrid tiene
todavía el tic de gran capital, pero Cataluña es una comunidad
mentalmente enfermiza, con un deseo permanente de pasar cuentas, de
apelar a la memoria histórica.



P: Si Cataluña aporta lo que aporta al resto de España, ¿a qué
vienen las acusaciones de insolidaridad?



R: Es culpa de un envenenamiento que hemos provocado nosotros.
Cataluña es el familiar cabreante que siempre se quiere largar de la
familia porque, como es el pariente rico, el resto le parecen muy
cutres. Nuestra obligación era seducir al resto de los españoles para
conseguir cosas. Tarradellas no sólo habría conseguido los papeles de
Salamanca, sino que se habría traído entero todo el archivo sin herir
a nadie.



P: ¿Tienen que volver los legajos a Cataluña?



R: Me importa un comino si los archivos vuelven o no vuelven, con toda
sinceridad. Es un debate absurdo.



P: El envenenamiento del que habla, ¿no se agrava si alguien como
Rodríguez Ibarra dice que «los catalanes se metan el dinero por donde
les quepa»?



R: Sin duda, pero el problema es que Ibarra aprovecha la brecha que
nosotros hemos abierto. Estúpidos los hay en todas partes, pero no
perdamos de vista que hemos sido los provocadores. Tras la fin de
Franco, los catalanes tuvimos una oportunidad extraordinaria. Recuerdo
las giras con «Els Joglars». Éramos como los embajadores catalanes y
nos llevaban en bandeja. Cataluña tenía un prestigio enorme como la
adelantada de la democracia y esto se ha hecho añicos estúpidamente
por falta de auténtico sentido político de nuestros dirigentes.



P: ¿El actual poder político de los nacionalismos pone en cuestión
la unidad de España?



R: Creo que existe un firme deseo de secesión entre los dirigentes
políticos del País Vasco y de Cataluña, que desean un sistema en el
que la intervención del Estado sea mínima, por no decir nula. Pero
cuando un Estado no tiene disposición ni fuerza jovenlandesal para, en el
momento en el que hay un acto de desobediencia constitucional, poner
los tanques en el territorio que comete este acto de desobediencia, la
situación se puede volver muy complicada.



P: ¿Está diciendo que en alguna ocasión debieron salir los tanques?



R: No sé, pero sería importante que quienes plantean estos desafíos
fueran conscientes de que los otros pueden sacar los tanques.



P: Es decir, que la reacción al Plan Ibarretxe tendría que haber sido
más tajante.



R: Yo creo que sí. Hasta el momento sólo ha habido conatos, pero
estaría bien que algunos supieran que hay maneras de responder ciertas
provocaciones.
 
Solo los usuarios registrados pueden ver el contenido de este tema, mientras tanto puedes ver el primer y el último mensaje de cada página.

Regístrate gratuitamente aquí para poder ver los mensajes y participar en el foro. No utilizaremos tu email para fines comerciales.

Únete al mayor foro de economía de España

 
Solo los usuarios registrados pueden ver el contenido de este tema, mientras tanto puedes ver el primer y el último mensaje de cada página.

Regístrate gratuitamente aquí para poder ver los mensajes y participar en el foro. No utilizaremos tu email para fines comerciales.

Únete al mayor foro de economía de España

 
Re: PISOS y Forza Boadella!

Que bueno que hablamos de politica!

Pero vamos a hablar en serio, Viper.

El jefe de gobierno de la urbe mas poblada del planeta, Lopez Obrador,
conocido como "El peje lagarto" ha inaugurado el segundo piso del periferico
de la Ciudad de Mexico.

Asi que, tal como en Espana los garbanceros viven en "pisos", en el D.F. los
capitalinos conducen sus vehiculos en el primer o en el segundo piso de las
vias rapidas de la ciudad.

Se acaba la privacidad para las parejas con practicas eroticas de los pisos
superiores de los edificios de apartamentos o "pisos", como los llaman los
espanoles que no se han enterado que tambien tienen techo.

Asi que muchos van a tener la misma desagradable sensacion de claustrofobia
y ahogo en el meollo ante la continua presencia de vehiculos automotores
desfilando por la ventana de la alcoba.

Hay un paralelismo con ese pueblo cuya capital parece mas una ubre que una
urbe y que hablan un mal espanol mezclado con un mal frances y desvirtuado
por un mal italiano y al que llaman catalan.

Estos mensajes de Viper, que nos son tan interesantes a todos los pueblos
hispanohablantes como el presente caso del Boadella y el cocimiento adecuado
de la garbanza, fomentan nuestro interes de compartir opiniones.

Deseo hacer publico que este seguro servilleta, en compania de otros
prohombres mexicanos, hemos fundado el "PARTIDO CHINGONOMETRICO MEXICANO"
que propugnara y luchara hasta la victoria, para hacer que la corrupcion
alcance para todos y no sea un beneficio exclusivo de la clase gobernante y
sus amigos.

El lema del preclaro PARTIDO CHINGONOMETRICO MEXICANO es "Sufragio Efectivo,
Buena Corrupcion"

Salud y curvas, Paco.
Secre General del Partido y Regente de la Colonia Roma.


"ARIEL BOLUDOVSKY" <viper.froilan@gmx.de> wrote in message
news:1118738601.105065.163220@g47g2000cwa.googlegroups.com...



Pregunta: Alguien que menosprecia a la clase política, ¿qué hace
firmando un manifiesto que tiene como objetivo la creación de un nuevo
partido?



Respuesta: Lo he hecho por razones casi físicas, por desprenderme de
la desagradable sensación de claustrofobia y ahogo que siento ante
este festival permanente de simbología y de nacionalismo. Siento pena
hacia mi propio pasado, hacia las esperanzas que de joven tenía
depositadas en este territorio, en esta comunidad catalana.



P: Tras 23 años de gobiernos de Jordi Pujol ¿por qué han decidido
organizarse ahora y no entonces?



R: En la época de Pujol yo estuve muy activo, casi fui el único, de
hecho fui el malo oficial. Lo que ocurre es que algunos de mis colegas
quizá pensaban que un cambio de gobierno permitiría darle la vuelta a
la situación y ahora están decepcionados porque se han dado cuenta de
que éstos son más nacionalistas que los otros. Cuando te sientes
traicionado por los tuyos, la reacción siempre es más fuerte, porque
del adversario ya no esperabas nada.



P: En esta nueva etapa, ¿en qué ha notado el repruebo hacia lo español
que denuncia el manifiesto?



R: En el continuismo, en el seguidismo del mensaje pujolista. Desde
hace años se nos ha machacado con el mensaje de que nuestro enemigo
está más allá del Ebro y se ha vivido con la idea de que un día
Cataluña pasará cuentas con el pasado. Me parece demencial que un
país esté inmerso en esta paranoia. Yo pensaba que ahora
experimentaríamos un cambio importante y, en cambio, todo se ha
agravado. Los del tripartito están intentando trasladar a la
población la idea de que nos roban el dinero, nuestro dinero. Somos
ciudadanos que pagamos impuestos, no un país que paga impuestos, no un
territorio que paga impuestos, así que hay que establecer unos
mecanismos de solidaridad. Creíamos que el PSC haría una política
distinta, pero escorado por ERC, se ve en la necesidad de hacer
continuas demostraciones de pedigrí nacionalista.



P: ¿Ve al PSC como un partido acomplejado?



R: Sí, sin duda. Ya lo demostró en sus tiempos de oposición.



P: ¿El PSOE debería plantearse recuperar la federación en Cataluña?




R: No me pareció mal la idea de conseguir una cierta unión entre el
PSC y el PSOE. El problema es que los dirigentes del PSC se erigieron
en los ideólogos de la cuestión, barrieron para casa y gente que
tendría que estar en CiU o en ERC están en el PSC.



P: ¿Como por ejemplo?



R: Casi todos los dirigentes socialistas que están en el gobierno.



P: ¿Incluido Pasqual Maragall?



R: Sí. Maragall podría haber sido perfectamente un hombre de CiU. No
veo las diferencias.



P: ¿Ha llegado demasiado tarde Maragall a la Generalitat?



R: Maragall y el conjunto del PSC. Si hubieran gobernado en los ochenta
quizá no se habrían contaminado tanto del nacionalismo, pero esta
espera viendo el éxito triunfal de Pujol determinó absolutamente a la
oposición. Es como la historia de «Lorenzzazio», que se coloca al
lado del tirano para cargárselo, pero cuando tiene que hacerlo ya
está contaminado por él, ya es incapaz. Maragall está tan
extraordinariamente contaminado por el nacionalismo que se ha vuelto
inútil. Y el PSC también.



P: Pero en el PSC también hay otros dirigentes decididos a mantener la
marca PSOE, como José Montilla...



R: Todos estos están acomplejados. Se encuentran en la posición del
converso, porque existe la idea de que arrimado a los postulados más
nacionalistas del PSC se está en la elite intelectual y económica y
formas parte de las grandes familias de Cataluña. Así creen que
están con los buenos catalanes.



P: ¿Hay catalanes de primera y de segunda?



R: Sí, el nacionalismo lo primero que hace es fijar la lista de buenos
y malos. Yo estoy en la lista de malos y me siento orgulloso, pero en
el fondo es un drama.



P: ¿Cree que en la Cataluña actual alguien como Montilla podría
llegar a la presidencia de la Generalitat?



R: Lo veo complicado. Quien pudo haber sido un gran candidato fue Josep
Borrell. Era el hombre adecuado para dar el giro en Cataluña porque
nació en el corazón del Pirineo, así que no hay duda sobre su
pureza, y es un hombre de izquierdas y que no comulga para nada con las
ideas nacionalistas. Pero por eso mismo se convirtió en un político
incómodo y odiado por el régimen pujolista y por el propio PSC.



P: ¿Sería un error que el PSC volviera a presentar a Maragall como
candidato?



R: El PSC tiene que cambiar de dirección y escuchar a los ciudadanos,
a esa gran masa de votantes que tiene en sus grandes feudos del
cinturón de Barcelona. Esos son sus votantes. Es una barbaridad jugar
con los sentimientos de la gente y el PSC se ha convertido en un
secuestrador de sentimientos. ¿No ven que la política sólo se puede
hacer desde la razón? En Europa, la política de los sentimientos ha
llevado a unas guerras espantosas en el último siglo, el más
sanguinario de la historia de la humanidad. Y aquí nos hemos inventado
una Cataluña soñada que no tiene nada que ver con la Cataluña real y
con sus graves problemas.



P: ¿Qué papel le reserva al PP en Cataluña?



R: El PP se ha sumido en este pozo, sin duda. Todo el Parlamento
catalán está de acuerdo en que Cataluña es una nación. Me parece
surrealista que el PP también esté jugando la carta nacionalista. No
es que yo esté cercano a los postulados más derechistas de este
partido, pero sí les aplaudiría si levantaran la voz y dijeran
«nosotros no somos nacionalistas».



P: ¿Qué es Cataluña? ¿Una nación, una nacionalidad, una comunidad
nacional?



R: Cataluña es una parte más del Estado Español. Es una parte de un
acuerdo de hace muchos siglos. Este dilema constante de si somos, no
somos, o nos separamos es pesadísimo. Estoy de acuerdo en que hay que
reformar la Constitución en un punto: hay que introducir el delito de
la pesadez. Llevamos tantos años planteándonos cómo tiene que ser
España que se nos están escapando las mejores coyunturas.



P: Hay quien les recrimina que nieguen la necesidad de defender la
identidad catalana pero, en cambio, insistan en la necesidad de
defender la identidad española.



R: La identidad española no hay que defenderla porque ya existe.
Nosotros formamos parte de España, aunque haya gente que no les guste.
Yo soy un hombre de este territorio y mis hijos hablan la lengua que
escucharon en casa, pero jamás he hecho de la lengua un efectivo
militar, jamás. Ni me ha servido para discriminar a nadie.



P: ¿La lengua no crea identidad?



R: En absoluto. La lengua es un vehículo absolutamente práctico y
funcional. El catalán acabó con el latín y un día a lo mejor el
castellano o el inglés acabarán con el catalán. Natural, eso ha
ocurrido a lo largo de la historia. Ponerse a defender una lengua es
una muestra de paranoia. Estoy de acuerdo con la esquizofrenia
catalana, me parece fantástico el bilingüismo, pero que eso genere
paranoia, en el sentido de persecución, es otra cuestión. Tenemos
generaciones de gente joven paranoica como los cachorros de ERC, que
son muy peligrosos. Esquerra es un partido muy cercano a la extrema
derecha; ni es republicano ni es de izquierdas.



P: ¿Se refiere a extrema derecha en términos de fascismo?



R: Sí, de algo parecido. No hay tanta diferencia entre ERC y Le Pen.
Su base es la gran nación. Detrás del nacionalismo siempre hay
racismo, hay unos buenos y unos malos. No hay nacionalismo sin enemigo
exterior y en el caso de Cataluña el enemigo es España.



P: Usted ha recibido amenazas por decir lo que piensa, pero la clase
política insiste en que Cataluña es tierra de paz que no tiene nada
que ver con el País Vasco.



R: Me hace gracia cuando se dice que Cataluña no es ni ha sido nunca
un país violento. Pero por favor, si antes de los años 30 aquí
había asesinatos a mansalva. Ahora no hay violencia en el sentido que
la hay en el País Vasco, pero las situaciones pueden cambiar y yo no
me fío de estas cosas. No me hace ninguna gracia que me envíen
amenazas. No me parece nada divertido. Y seguramente me las envían
chavales que no saben que yo, durante una época, también pensaba
ingenuamente que llegaría un día que Cataluña sería esa tierra
soñada de libertad.



P: ¿Quién o qué le hizo cambiar de idea? ¿Pujol, quizá?



R: Sí. Jordi Pujol no debiera haber existido como político. Ha sido
un hombre absolutamente nefasto para Cataluña. Es una lástima que
Tarradellas no fuera más joven, porque él sí sabía exactamente cual
era la relación con el resto de España. Sabía qué podíamos tener y
a qué no podíamos aspirar.



P: ¿La situación actual es fruto de todos estos años de pujolismo?



R: Evidentemente. Ahora nos están gobernando los hijos naturales de
Pujol... Un poco más y nos habrían gobernado los hijos legítimos.



P: Sectores de la izquierda le recriminan que sus críticas contra el
nacionalismo puedan ser instrumentalizadas por la derecha.



R: Me da igual. Fantástico. Si hay gente de derechas que está de
acuerdo conmigo, me parece estupendo.



P: Perseguido por el franquismo, ¿cómo lleva que ahora le acusen de
poner en peligro la convivencia?



R: Es delirante. En Cataluña está todo tan envenenado y hay tan poco
sentido democrático que te acusan de poner en peligro la convivencia
por abrir un debate intelectual. Cataluña es un territorio en el que
subsiste todavía el franquismo, la herencia del antifranquismo. Franco
está muy presente en la mente y en la forma de actuar de los
catalanes. Cuando alguien dice algo que no gusta inmediatamente se
comenta que «ese tipo es un franquista». El trauma franquista no se
ha digerido bien y eso es algo que me parece grave.



P: ¿Existe el riesgo de que se produzca una fractura social similar a
la que existe en el País Vasco entre los votantes de CiU y ERC y los
ciudadanos que están de acuerdo con el manifiesto que usted suscribe?



R: La actitud que han adoptado los políticos frente al manifiesto
demuestra que esto puede ocurrir. La seguridad de que existe un grupo
importante de ciudadanos que apoyaría una opción no nacionalista no
me la ha dado la reacción de la gente, sino la reacción de los
políticos, que se han puesto histéricos, se han dedicado a insultar.
Existe una profunda separación entre los políticos nacionalistas y
los problemas reales de la ciudadanía. Pensar que para los catalanes
en este momento lo más importante es el Estatuto es de locos. A la
gente le importa un comino el Estatuto. Así que al menos nosotros
hemos puesto nuestro grano de arena para encontrar una brecha.



P: ¿Tiene indicios de que en el PSC se esté produciendo algún
movimiento en este sentido?



R: Hay gente del PSC que me ha telefoneado dándome ánimos y diciendo
que están de acuerdo pero que no quieren abandonar la militancia
socialista. No hay duda de que despertamos simpatías y prueba de ello
es cómo ha reaccionado el PSC, diciendo que esto es un intento de
fractura social. El futuro partido que se cree también puede recoger
opciones de centro. En todo caso, tiene que ser una opción amplia, no
hay que ser sectarios en este sentido.



P: Toda una generación se ha criado con el discurso nacionalista y
puede que no entienda su denuncia. ¿Teme que esta iniciativa llegue
tarde?



R: Cuando dicen que los catalanes tenemos que estar unidos se me ponen
los pelos de punta. Esto lo decía Franco, son teorías dictatoriales.
Sin duda alguna, durante la época de Pujol se impuso la sensación de
que quien se movía podía ser represaliado. En mi propio terreno, el
del teatro, Pujol hizo un escarmiento con «Els Joglars». Lo hizo para
demostrar al conjunto de la profesión que en Cataluña había libertad
de opinión, pero si esta opinión no coincidía con las tesis
oficiales te quedabas sin TV3, sin Teatro Nacional y sin subvenciones.
Nadie se movió.



P: ¿Por eso, tal vez, representantes del grupo «Comediants»
afirmaron, en reacción a su manifiesto, que ellos la política la
hacen en la calle?



R: Sin duda alguna. «Comediants» es una compañía que vive de la
iniciativa pública, porque los grandes eventos sólo los organizan las
instituciones públicas. Pujol creó una gran extensión de estómagos
agradecidos y fue colocando a la gente en listas de marginación. Si
«Els Joglars» sólo hiciera teatro catalán ya no existiría... o nos
hubiéramos tenido que afiliar a Convergència. Nos ha salvado que el
80 por ciento de nuestra actividad se hacía en el resto de España y
el extranjero.



P: ¿No le preocupa convertirse en un antisistema, primero contra
Franco, luego contra Pujol y ahora contra Maragall?



R: Tengo esta desgracia. Quizá si gobernara Borrell no me vería en
esta necesidad. Un día me consultó si debía librar una batalla
interna para ser candidato a la Generalitat y yo le dije que él tenía
que ser presidente de España. Creo que me equivoqué, lo cual
demuestra que no tengo ninguna visión política.



P: La decadencia económica que denuncian, ¿puede ser consecuencia de
la falta de inversiones?



R: No sé cuánto invierte el Estado en Cataluña pero antes de
quejarse de los demás uno tiene que analizarse a fondo. Cuando una
sociedad es dinámica no es necesario que le den las cosas hechas. Yo
construí una compañía que lleva 45 años en acción con poquísimas
ayudas. Siempre es fácil echar las culpas a los demás y en Cataluña
cuando hay un problema rápidamente se mira en dirección a Madrid.
Seguro que los empresarios tienen algo de razón, porque Madrid tiene
todavía el tic de gran capital, pero Cataluña es una comunidad
mentalmente enfermiza, con un deseo permanente de pasar cuentas, de
apelar a la memoria histórica.



P: Si Cataluña aporta lo que aporta al resto de España, ¿a qué
vienen las acusaciones de insolidaridad?



R: Es culpa de un envenenamiento que hemos provocado nosotros.
Cataluña es el familiar cabreante que siempre se quiere largar de la
familia porque, como es el pariente rico, el resto le parecen muy
cutres. Nuestra obligación era seducir al resto de los españoles para
conseguir cosas. Tarradellas no sólo habría conseguido los papeles de
Salamanca, sino que se habría traído entero todo el archivo sin herir
a nadie.



P: ¿Tienen que volver los legajos a Cataluña?



R: Me importa un comino si los archivos vuelven o no vuelven, con toda
sinceridad. Es un debate absurdo.



P: El envenenamiento del que habla, ¿no se agrava si alguien como
Rodríguez Ibarra dice que «los catalanes se metan el dinero por donde
les quepa»?



R: Sin duda, pero el problema es que Ibarra aprovecha la brecha que
nosotros hemos abierto. Estúpidos los hay en todas partes, pero no
perdamos de vista que hemos sido los provocadores. Tras la fin de
Franco, los catalanes tuvimos una oportunidad extraordinaria. Recuerdo
las giras con «Els Joglars». Éramos como los embajadores catalanes y
nos llevaban en bandeja. Cataluña tenía un prestigio enorme como la
adelantada de la democracia y esto se ha hecho añicos estúpidamente
por falta de auténtico sentido político de nuestros dirigentes.



P: ¿El actual poder político de los nacionalismos pone en cuestión
la unidad de España?



R: Creo que existe un firme deseo de secesión entre los dirigentes
políticos del País Vasco y de Cataluña, que desean un sistema en el
que la intervención del Estado sea mínima, por no decir nula. Pero
cuando un Estado no tiene disposición ni fuerza jovenlandesal para, en el
momento en el que hay un acto de desobediencia constitucional, poner
los tanques en el territorio que comete este acto de desobediencia, la
situación se puede volver muy complicada.



P: ¿Está diciendo que en alguna ocasión debieron salir los tanques?



R: No sé, pero sería importante que quienes plantean estos desafíos
fueran conscientes de que los otros pueden sacar los tanques.



P: Es decir, que la reacción al Plan Ibarretxe tendría que haber sido
más tajante.



R: Yo creo que sí. Hasta el momento sólo ha habido conatos, pero
estaría bien que algunos supieran que hay maneras de responder ciertas
provocaciones.
 
Volver