Exposición electromagnética en vehículos híbridos y eléctricos (EV): ¿qué tan seguro estás?

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Escrito por: Joaquin Machado - EMF Researche

JOSE JOAQUIN MACHADO
JOSE JOAQUIN MACHADO

JOSE JOAQUIN MACHADO
EMF Researcher / Specialist in Electrosmog / Approach Protocol for EHS / Material Science - Nanomagnetics / Spiro Inventor
Fecha de publicación: 10 de dic de 2020
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Abstracto:
Aunque la postura oficial es que no hay ningún riesgo asociado por las emisiones de las CEM en dichos vehículos, hoy he elegido profundizar en esta. Los carros eléctricos se perfilan como la opción dominante en la industria automotriz. Por ello es necesario comprender mejor qué papel juega el electrosmog en esta creciente industria.

Las preguntas claves son:
¿Qué tanto influye la electrificación de estos vehículos en el aumento de la exposición electromagnética para el conductor y acompañantes? ¿Se encuentran los campos en el interior del vehículo suficientemente aislados? ¿Es acaso posible aislar totalmente estos campos? ¿Qué sucede con las emisiones de WiFi, la conexión de Bluetooth de los dispositivos con el computador del vehículo? ¿Son los híbridos y los EV realmente saludables para los conductores y pasajeros?

Según la postura oficial por parte de organismos como la ICNRIP (International Commission of Non-Ionizing Radiation Protection), los vehículos híbridos y eléctricos no representan ningún riesgo; y es por esta razón que los gobiernos no piden que se midan los campos electromagnéticos y la exposición dentro de estos automóviles, y por ello no se han realizado extensos estudios en el campo de mediciones de electrosmog en estos vehículos y el tamaño del riesgo asociado para la salud como consecuencia de estas emisiones. Sin embargo, continuamente conozco casos donde usuarios de carros eléctricos de distintas marcas conocidas manifiestan padecer de síntomas temporales que son comunes en casos de individuos que claman tener electrohipersensibilidad o EHS.
Esto nos demuestra que, aunque no hay efectos comprobados, no deberían ser ignorados los posibles riesgos de estos vehículos por emisiones electromagnéticas.
Adicionalmente está el lado técnico de la industria, recuerdo cuando en 2019 cuando participamos en el CES en Las Vegas, converse con ingenieros y fabricantes vinculados a la fabricación de vehículos híbridos y/o eléctricos, quienes se han acercado a mi persona y equipo técnico a hablar sobre problemas de interferencias electromagnéticas de difícil control con lo que han y tienen que lidiar en dichos vehículos en una base diaria.
Por otro lado, sé que algunos propietarios de híbridos y EV han probado buscar medir campos electromagnéticos utilizando medidores (básicamente gaussmeters triaxiales) de uso doméstico, y la mayoría de ellos han quedado completamente alarmados por los resultados. ¿Ahora, cuál es el criterio sobre el cual se fundamenta esa reacción en estos usuarios? La respuesta es: No hay un criterio. Sin embargo, con esto tampoco estoy declarando que los vehículos EV están libres de emisiones nocivas para la salud.
Entonces, ¿son realmente riesgosos estos vehículos para la salud humana y el medio ambiente? ¿hasta qué punto pueden causar consecuencias?
La exposición ha venido creciendo con la modernización de los vehículos
Como con todas las tecnologías, en la medida que los automóviles se han modernizado más, se han vuelto mayores acumuladores de campos electromagnéticos. Estos se acumulan también debido a la carcasa metálica que recubre a los vehículos, y conforme se integra más tecnología a los automóviles, más electrificado y contaminado se encuentra por dentro. Ahora, si así es con los vehículos comunes, imagina entonces cuán alta cuando hablamos de carros híbridos o eléctricos.
Lo cierto es que existe una razón científica legítima para plantear este problema: El flujo de corriente eléctrica al motor que mueve un vehículo híbrido incluso a bajas velocidades (y ayuda al motor de vehículos a gasolina en la carretera) produce campos eléctricos y/o magnéticos que algunos estudios ya han asociado con problemas de salud graves, incluido un posible riesgo de cáncer y leucemia entre los niños.
Esto quiere decir que la preocupación por este asunto no carece de mérito; pues muchas agencias, incluidos los Institutos Nacionales de Salud y el Instituto Nacional del Cáncer en los Estados Unidos, reconocen los peligros potenciales de la exposición a largo plazo a un campo electromagnético fuerte (EMF), y han realizado estudios sobre la asociación de los riesgos de cáncer con vivir cerca de líneas de servicios públicos de alto voltaje.
Entonces, con las baterías y los cables de alimentación en los híbridos a menudo ubicados cerca del conductor y los pasajeros, es inevitable que exista cierta exposición directa a los campos electromagnéticos. Además, de los dispositivos electrónicos del conductor y los pasajeros, todo esto se combina y sumado a las emisiones artificiales que llegan del exterior del vehículo en la zona por donde deambula el vehículo se convierte en una sustancial cantidad de campos dentro del vehículo, siendo aún peor cuando esta exposición es sumamente prolongada, como sucede con conductores que pasan horas al día al volante.
A diferencia de casos cuando usamos un dispositivo eléctrico cuya exposición puede ser elevada pero durante un muy corto periodo de tiempo, ejemplo una licuadora cuyo motor para funcionar produce un campo magnético alternante cuya emisión es poco apreciable por tratarse de tan solo unos segundos de exposición.
¿Hasta qué nivel de emisión podemos soportar sin riesgo?
Como lo he mencionado en anteriores ocasiones, es importante que todos seamos conscientes de que vivimos inmersos en campos electromagnéticos naturales que han fomentado el desarrollo del planeta y nuestra especie, y, por otro lado, hemos estado expuestos a campos artificiales, que son producidos por los muchos artefactos eléctricos creados por el hombre que usamos a diario, siendo los de mayor exposición los teléfonos celulares, los dispositivos con WiFi y sistemas inalámbricos e inteligentes. Son estos últimos los que llevan consigo una polarización artificial, portando cargas besugos incompatibles con sistemas biológicos y cuyos efectos pueden degenerar permanentemente nuestra salud, también pueden incluso alterar el delicado equilibrio de nuestro medio ambiente, acortar la durabilidad de las mismas tecnologías, y en las radiofrecuencias pueden interferir en los enlaces y disminuir la calidad de las comunicaciones.
Aunque se ha demostrado a través de una enorme cantidad de estudios que la exposición a campos electromagnéticos provenientes de fuentes artificiales representa riesgos reales para la salud, la verdad es que ha pasado un largo tiempo y estamos lejos de llegar a un consenso global sobre revisar las normativas vigentes y actualizar las mismas bajo un criterio que implique nuevos protocolos, sistemas de control y valores específicos que estén por debajo de los niveles que se han confirmado que no producen alteraciones biológicas significativas.
La apatía típica de los fabricantes en diseñar tecnologías limpias que sigan el principio ALARA (As Low As Reasonably Achievable) en mi opinión se debe a que no existe un marco legal que obligue a los fabricantes a esforzarse más en perfeccionar sus tecnologías al punto que podamos calificarlas de ser Electro-Limpias o Electro-Saludables.
Esto es especialmente así en la industria automotriz donde el Electrosmog ni siquiera se encuentra como uno de los parámetros a analizar.
¿Donde comenzar?
Para mí, es sumamente importante comenzar en que los niveles de exposición en los carros eléctricos e híbridos estén regidos por alguna normativa. Por ejemplo, se puede seguir la ruta que se tomó en el caso de los teléfonos celulares, donde los niveles de emisión tienen un tope máximo autorizado que se determina por medio de los estudios SAR (specific absorption rate) en el cuerpo, y existe una normativa que establece que hay que medir los niveles máximos de radiación que emiten los teléfonos para evitar que excedan esos límites que la norma considera saludables.
Siguiendo un protocolo de este tipo, podemos establecer un estándar saludable e impulsar a los organismos internacionales a que promuevan la realización de estudios conjunto de protocolos debe aplicarse en el proceso de fabricación de dichos vehículos.
Además, cabe destacar que no todos los carros, así como los teléfonos, tienen el mismo nivel de emisión; así que no todos los vehículos modernos son de altísimas emisiones electromagnéticas, sino que existen variables determinantes en aspectos como la fabricación, materiales, accesorios, etc.
Personalmente, no creo que sea posible fabricar un dispositivo electrónico y muchos menos un EV, que posea emisiones tan bajas que por sí solo no represente a largo plazo un problema para la salud, ya que estudios como aquellos referidos en el Informe Bioinitiative indican que hay observaciones de alteraciones a niveles extremadamente bajos, que para aquellos lectores técnicos puedo mencionar que se habla de que, incluso en 5 picovatios, hay consecuencias observables de estos campos artificiales.
Entonces ¿cuál es la solución? ¿Está el juego cerrado? La solución es combinar ingeniería eléctrica y electrónica enfocada en minimizar las emisiones y, segundo, implementar filtros como la tecnología NOXTAK capaces de cambiar la polarización artificial de dichos campos para que sigan las orientaciones predilectas presentes en campos naturales en cuanto al spin de las partículas.
Pero en la actualidad, por ejemplo, según el artículo de The New York Times antiestéticar, but Few Facts, on Hybrid Risk, «No existe un estándar federal que establezca niveles de exposición permitidos. Las pruebas de seguridad del gobierno no miden la fuerza de los campos en los vehículos, aunque Honda y Toyota, los principales fabricantes de híbridos, dicen que sus controles internos aseguran que sus autos no representan un riesgo adicional para los ocupantes.»
¿Se han medido las emisiones de los vehículos eléctricos o híbridos actuales?
En el mismo artículo de The New York Times, Chris Martin, un portavoz de Honda, señala la falta de un estándar exigido por el gobierno federal para campos electromagnéticos en automóviles. A pesar de esto, dijo que Honda se toma el asunto en serio y que «Todas las pruebas tuvieron resultados muy por debajo del estándar de la comisión», refiriéndose a las directrices europeas. Y, además, advierte sobre el uso de equipos de prueba portátiles que comúnmente están usando las personas para determinar los grados de exposición.
En un comunicado, Toyota dijo que «los campos electromagnéticos medidos dentro y fuera de los vehículos híbridos Toyota en el rango de 50 a 60 hercios están en los mismos niveles bajos que los vehículos de gasolina convencionales. Por lo tanto, no existen riesgos adicionales para la salud de los conductores, pasajeros o transeúntes».
Por otra parte, Kent Shadwick, controlador de servicios de compras para la Junta Escolar del Distrito Católico de York, en Ontario, le dijo a The New York Times que evaluó el Toyota Prius para el uso de la flota. Shadwick comentó que se probó el vehículo a varias velocidades, con frenadas bruscas y aceleración rápida, utilizando un medidor de gauss de calidad profesional.
«Los resultados que vimos fueron bastante preocupantes… Vimos niveles altos en el vehículo tanto para el conductor como para el pasajero trastero izquierdo, lo que nos ha llevado a explorar opciones de blindaje y a considerar la posibilidad de realizar pruebas de diferentes marcas y modelos de vehículos híbridos».
¿Qué pasa con los Electrosensibles en los híbridos o EV?
La preocupación por los altos niveles de emisiones electromagnéticas en los automóviles híbridos o eléctricos no solo provienen de las alarmantes lecturas que muchos usuarios han hecho mediante instrumentos de medición de mano, sino que, puedo decir con propiedad, que también están fundamentadas por conductores que han manifestado sentir un conjunto de malestares cuando se encuentran en el vehículo que son parte de los síntomas comunes encontrados en casos de individuos con algún grado de EHS (Electrohipersensibilidad).
The New York Times entrevistó a Neysa Linzer, de 58 años, de Bulls Head en Staten Island. «Compró un nuevo Honda Civic Hybrid en 2007 por las 200 millas semanales que conducía para visitar las tiendas de comestibles en su trabajo de comercialización para una cadena de supermercados. Dijo que el automóvil redujo su uso de gasolina, pero ella empezó a presentar problemas de salud: su presión arterial aumentó y se quedó dormida al volante tres veces, evitando accidentes por poco.»
En mi experiencia, también he lidiado con testimonios similares provenientes de conductores de automóviles híbridos o eléctricos; y puedo decir que esta es la razón por la que muchas personas electrohipersensibles optan por simplemente usar vehículos más antiguos y sencillos, pues dicen sentir malestar cuando abordan un vehículo moderno que generalmente está altamente tecnificado.
Mi conclusión
Veo necesario que la industria automotriz sea regulada y evaluada con base a los principios que se siguen en los estudios SAR aplicados a los teléfonos celulares. Todo vehículo EV, híbrido o incluso a gasolina, debido a la implementación de tecnologías inteligentes integradas y sensores electrónicos, suponen un aumento significativo en la electrificación de los vehículos y, por tanto, en la producción de Campos Electromagnéticos con intensidades y picos variados. Sumado a ello, el volumen de conexiones WiFi y Bluetooth dentro del vehículo y, en el caso de los EV, el funcionamiento de todo el vehículo se combinan en un aumento sustancial en los niveles de Electrosmog o Contaminación CEM que dichos vehículos emiten.
Hoy por hoy, todos los sistemas de transporte se han vuelto cajas acumuladoras de niveles múltiples y elevados de contaminación electromagnética. La empresa que tengo el privilegio de liderar es pionera en el control de estas emisiones con el material y el sistema SPIRO, que garantiza un 100% de efectividad sin que esto suponga modificar o bloquear las conexiones inalámbricas.
Sin embargo, es necesaria la norma para que los fabricantes eleven su estándar en ingeniería automotriz y que todos los usuarios sepan que el fabricante tiene una regulación que lo audita en cuanto a los niveles de emisión permitidos para el vehículo.
Necesitamos una norma clara que los fabricantes puedan utilizar como parámetro para estimular el más alto estándar fabricación de vehículos Electro-clean. Se requiere fomentar con esta normativa el principio ALARA para la fabricación de los vehículos EV. Como especialista en contaminación CEM, sé que podemos atender el problema desde el origen, y los ingenieros electricos y electronicos pueden elaborar mejores arquitecturas y diseños donde la emisión electromagnética y el radio de los campos emitidos sea menor. Eso, sumado a una implementación adecuada y precisa de la tecnología NOXTAK, nos puede llevar al ideal de vehículos libres de electrosmog al 100%.
Desde mi punto de vista, debemos ir hacia una visión de vehículos eléctricamente saludables. Es tiempo de actuar ahora que la industria automotriz solo tiene pocos años tomándose en serio los EV. Cada vez más, el mercado va a pedir que la llamada movilidad VERDE sea Saludable también. En un siguiente artículo profundizaré más en ello, hay mucho más que comentar y en lo que hemos observado en NOXTAK, en la implementación y pruebas del sistema SPIRO.

Joaquín Machado - CEO de NOXTAK, especialista e investigador en las CEM, asesor de tecnologias verdes, IoT y ciudades inteligentes.

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Lo que hay es mucho mariquita. "Uy, no te acerques a un cable que te expones a campos electromagnéticos".
Y qué? A un hombre no le va a pasar nada. A un mariquita se le irritará el ano. A la selva os mandaba yo a todos, agonías de cosa. Yo he estado en zonas selváticas, me han picado bichos de los que transmiten la malaria, el dengue, me han dejado en los brazos y en las piernas orificio de entrada y salida, he cruzado ríos infestados de fieras, comido sesos de mono, y otras cosas que harían vomitar a los renos del Papá Noel, he amado agujeros infames en épocas de necesidad, y aquí estoy, sano como un roble, trempando cada día más duro, comiendo mucho, pedeando fuerte y sin miedo a la fin.
 
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