Experiencias embarazosas

Carrus Magníficus

Madmaxista
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14 Nov 2019
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Secarral conejero paco
Resulta que cierta vez me tocaba ir al médico a que me hicieran una revisión. De entre la retahíla de cosas que pidieron tocó el análisis de sangre que siempre solicitan.

Fui con el volante, hice fila, aguardé, me llamaron y me senté en un cubículo donde apareció una enfermera jovencilla bastante guapa que preparó los apechusques para meterme la aguja en la vena y sacarme sangre. Me dijo eso de cierra el puño y estira el brazo, cosa que hice apoyado encima de la mesa y poca confianza en la pericia de la chavala para encontrarme dónde pinchar.

Manipuló, entró a dar de baja de la suscripción de la vida con tino y en esto que me dijo eso de ahora abre la mano.

Obedecí y casi salté de la silla cuando sentí chocar con todos los dedos en la berza izquierda de ella, que soltó un ¡Ncht! de entre sorpresa, enfado y qué sé yo. Me quedé quieto sintiendo la turgencia con mis cinco dedos y la palma de la mano, ¡¡creo que fue la vez que más he conseguido aguantar la respiración!!. Tubo dos... tubo tres... Y yo sujetando aquel pomo de carne.

-- ¡Hemos terminado!

... dijo, con algo de brusquedad y notándosele el incómodo. Agradecí y me despedí tras aquella mi experiencia de lo que en teoría de juegos se llama de suma cero. Aunque salí ganando.

Tendría dieciséis o así cuando sucedió.

Foreros, ¿alguna historia digna de contar?
 
Antiguamente, allá en el siglo pasado,en los años 70, los antibióticos se inyectaban en el ojo ciego. Y había una profesión que ponía las inyecciones: el practicante.

Tu progenitora te bajaba los pantalones y te ponía ojo ciego en pompa sobre sus rodillas, el prácticamente te daba un par de azotitos en el ojo ciego y en el tercero te clavaba la aguja y te metia la inyección.

Algunos antibióticos no se disolvían bien y dolia un huevo según entraba en el cachete del ojo ciego, dejándolo dolorido durante un par de días.

Pues bien, allí estaba yo, en las rodillas de mi progenitora, tenso como el cuello un cantaor, esperando los azotitos y sabiendo que al tercero venía la aguja. Pues me tense tanto que salio un pedo, largo y sonoro. Allí en la cara del practicante :D
 
Practicante... esa palabra causa escalofríos y dolor de nalga hasta hoy. Su silla causaba más terror que la eléctrica...

Antiguamente, allá en el siglo pasado,en los años 70, los antibióticos se inyectaban en el ojo ciego. Y había una profesión que ponía las inyecciones: el practicante.

Tu progenitora te bajaba los pantalones y te ponía ojo ciego en pompa sobre sus rodillas, el prácticamente te daba un par de azotitos en el ojo ciego y en el tercero te clavaba la aguja y te metia la inyección.

Algunos antibióticos no se disolvían bien y dolia un huevo según entraba en el cachete del ojo ciego, dejándolo dolorido durante un par de días.

Pues bien, allí estaba yo, en las rodillas de mi progenitora, tenso como el cuello un cantaor, esperando los azotitos y sabiendo que al tercero venía la aguja. Pues me tense tanto que salio un pedo, largo y sonoro. Allí en la cara del practicante :D
 
Hablando de ataque de gases...

Resulta que un día encontré en casa de mis abuelos unas bombas fétidas (mi abuelo era un cachondo) como estas:
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... y me eché una al bolsillo del pantalón antes de ir a clase. Otoño o invierno, recuerdo que íbamos bien arreglados, calefacción puesta, clase cerrada, sin ventilación y cuarenta y pocos alumnos en la misma sala. En esto que el profesor me llamó para hacer unos ejercicios en la pizarra y al poco de terminar el ejercicio, con el profesor explicando, se levanta un pestazo impresionante como nunca había sentido.

Inmediatamente recordé la bomba fétida, ¡pero yo no la había tirado!

Miré al suelo y allí estaba una mancha amarillenta en las baldosas que rápidamente tapé con el pie mientras participaba del coral de qué pestazo, qué ardor de estomago, ¿pero quién ha sido el guarro? (que decía el profesor), ¡abrid las ventanas por Dios!...

Nadie se dio cuenta aunque yo fui más rojo a mi silla que la caja de la bomba fétida.

Luego comprobé que mi pantalón tenía un agujero en el bolsillo por el que se escapó, calló pernera abajo y se rompió en el suelo.

Antiguamente, allá en el siglo pasado,en los años 70, los antibióticos se inyectaban en el ojo ciego. Y había una profesión que ponía las inyecciones: el practicante.

Tu progenitora te bajaba los pantalones y te ponía ojo ciego en pompa sobre sus rodillas, el prácticamente te daba un par de azotitos en el ojo ciego y en el tercero te clavaba la aguja y te metia la inyección.

Algunos antibióticos no se disolvían bien y dolia un huevo según entraba en el cachete del ojo ciego, dejándolo dolorido durante un par de días.

Pues bien, allí estaba yo, en las rodillas de mi progenitora, tenso como el cuello un cantaor, esperando los azotitos y sabiendo que al tercero venía la aguja. Pues me tense tanto que salio un pedo, largo y sonoro. Allí en la cara del practicante :D
 

Algo parecido. Llevaba unas 6 semanas en España. Iba en el autobús y me tenía que bajar en la siguiente parada. Había bastante gente sin estar "lleno". Una señora se interponía entre la puerta y yo así que muy amablemente le digo: señora, se puede correr que tengo que bajar. Me miró con una cara de ardor de estomago terrible. Unos días más tarde hablando con amigos comprendí el porqué de esa mirada
 
A veces se dicen las cosas sin pensar.

Una vez en el supermercado estaba esperando a que me tocase pensando en otras cosas cuando pitó el chisme de los números y sucedió lo siguiente:
-- ¡¿Siguiente?!
-- Yo ¿Tienes bemoles?

Risa del que atendía, estupor de la fila de charos...

Algo parecido. Llevaba unas 6 semanas en España. Iba en el autobús y me tenía que bajar en la siguiente parada. Había bastante gente sin estar "lleno". Una señora se interponía entre la puerta y yo así que muy amablemente le digo: señora, se puede correr que tengo que bajar. Me miró con una cara de ardor de estomago terrible. Unos días más tarde hablando con amigos comprendí el porqué de esa mirada
 
A veces se dicen las cosas sin pensar.

Una vez en el supermercado estaba esperando a que me tocase pensando en otras cosas cuando pitó el chisme de los números y sucedió lo siguiente:
-- ¡¿Siguiente?!
-- Yo ¿Tienes bemoles?

Risa del que atendía, estupor de la fila de charos...

En bolulandia correrse es hacerse a un lado, no tiene sentido sensual (Sí, soy Sudamericano pero no se lo digas a nadie meparto:)
 
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