Pensamiento egoísta de pro.
La gente piensa cuánto necesita tener un hijo, lo bien que te sientes teniendo un hijo, lo bonitos que son esos patuquitos, cuánto va a salvar la relación el meter en medio a un churumbel.
Pero la gente no piensa, antes de tenerlo, qué vida le espera probablemente a esa cosica tan bonica que llenará su vida, tan vacía como para sentir que eso le salvará de un fracaso vital que, no lo olvidemos, es tan personal como colectivo.
Y sinceramente, sobre quienes nazcan ahora o estén siendo niños en este momento, no daría un duro respecto a una juventud plena y mucho menos el llegar a la plenitud más adelante, porque ni sus padres han podido ahora que la cosa no está tan mal como irremediablemente estará.
Y que nadie dude que ser blanco acabará por ser un hándicap mayor que el tener que flagelarse por serlo, como sucede ahora.
Definitivamente, puede que te sientas mejor con esa responsabilidad adquirida voluntariamente; pero es muy seguro que a esa nueva vida, a quien pronto no le valdrán los puñeteros bonitos patuquitos, no le vaya tan poco mal como te ha ido a ti.
Nadie lucha por el mundo de los hijos de todos, pero todos quieren sentirse padres de futuros desheredados a fuerza mayor.