Lilith Verstrynge es asesora parlamentaria del vicedos, y colaboradora del periódico de partido que dirige Bousselham, pero tiene prohibido acercarse al líder. Las órdenes son que cuando Iglesias acude a la Carrera de San Jerónimo a cumplir con las obligaciones propias de su cargo,
Lilith Verstrynge tiene que desaparecer. La consigna es evitar a cualquier precio la foto en la que aparezcan ambos. A cualquier precio, incluyendo el de sobrepasar los límites de lo que podríamos considerar un trato digno e igualitario.
El último ejemplo de la ingrata situación por la que está atravesando Lilith Verstrynge, que ya sin la menor ironía podríamos calificar, como poco, de espectáculo bochornoso, se produjo no hace muchos días, cuando
la joven asesora y otros compañeros fumaban un pitillo en el patio del Congreso y el jefe de Gabinete de Iglesias, el teniente general en la reserva Julio Rodríguez, le advirtió, con exquisita educación, bien es cierto, que se recluyera en el interior del edificio ante la inminente aparición por el lugar del vicepresidente del Gobierno. Educado pero lamentable el requerimiento de un general devenido en una especie de patético anti alcahuete. Intolerables órdenes las emanadas de un político al que se le llena la boca de feminismo y lo que ejerce es una de las más cínicas modalidades del machismo.
Después del incidente, alguien le preguntó a Lilith Verstrynge por qué soportaba tal humillación. “
Me han dicho que es por mi bien”, fue su respuesta.
Lilith Verstrynge, la última ‘protegida’ de Pablo Iglesias