¿Por qué son necesarios los préstamos?¿No es mejor ahorrar e invertir que endeudarse para invertir? Si una inversión requiere más capital del que uno puede aportar siempre puede asociarse.
Aunque para la mentalidad socialista, los préstamos son considerados inmorales, porque los relacionan con ciertas formas de explotación, en realidad no hay nada más razonable que un mercado de bienes de capital que permita coordinar las necesidades de aquellos que quieren tomarlo prestado con la capacidad de aquellos que lo han ahorrado previamente.
El hecho de que esta coordinación de intereses mutuos se pueda establecer libremente es una de las principales características de las sociedades civilizadas. Por supuesto que la nuestra no lo es, así que el gobierno se dedica a suprimir los tipos de interés, con el supuesto afán de alimentar el consumo de bienes, mientras que lo único que logra es crear auges insostenibles (BURBUJAS de activos), destruyendo de paso el mercado de capital real.
¿Y en que consiste eso de la coordinación de las necesidades de capital con las capacidades de ahorro del mismo?
Siendo las personas como son diferentes, tienen diferentes percepciones sobre cuando satisfacer sus deseos. Unos, más laboriosos, prefieren trabajar y ser hormiguitas ahorradoras, mientras que otros, más licenciosos, prefieren disfrutar ahora y se dedican a viajar o comprarse el coche de sus sueños.
Todas las personas participan de una u otra forma de entender el consumo/ahorro a lo largo de sus vidas. En un mundo capitalista dedicado a la remuneración del ahorro, es habitual que los jóvenes AHORREN mientras que los mayores DESAHORREN parte de lo ahorrado en su juventud. A fin de cuentas, de jóvenes tenemos bastante energía y capacidad de aprendizaje, y de mayores tenemos el derecho a disfrutar del sacrificio realizado. Este es el orden natural de las cosas.
Las empresas actúan en la misma forma que los ejemplos anteriores, cuando emiten deuda corporativa que no es otra cosa que ahorro canalizado que se dedica a la inversión en máquinas, instalaciones y equipos que permitirán aumentar la producción futura, con la que se devuelve el capital al ahorrador que lo prestó a cambio de un natural interés.
Entonces, un mercado sano de bienes de capital, permite la transferencia entre las capacidades y las necesidades de ahorro existentes.
Si se anula la posibilidad de que el interés cobrado en los préstamos se determine libremente entre ahorradores y tomadores de crédito, la cantidad de capital dispuesto al préstamo DISMINUIRÁ. Pero no lo hará solo en el sentido de que disminuirá su oferta, que también, sino que desaparece uno de los incentivos más importantes para la acumulación de capital social, que no es otro que el esperable cobro de intereses.
Como en todo sistema donde se anulan los precios, la escasez hace su aparición.
Esto es una ley económica, que no puede impedirse por medio de decretos o de creación de dinero DE LA NADA.
El capital, que es necesario para desarrollar tecnologías, abastecer de equipamiento, renovar la maquinaria, todo ello con el fin de aumentar y proveer para los deseos de consumo futuros, será consumido AHORA, debido a las políticas de expansión y tipos de interés nulos decretados por el gobierno.
Pero ahí no queda la cosa. Las políticas de castigo a los ahorradores terminan expulsando a las hormiguitas, o mejor dicho, desplazan a toda la sociedad en la dirección de las cigarras. Sin tipos de interés, se eliminan gran parte de los incentivos sociales para dedicarse al ahorro y al esfuerzo bien entendidos, y la sociedad se desplaza en su conjunto, con un corrimiento hacia el rojo similar al de las galaxias en expansión, en pos del consumo desaforado, el bienestar inmediato y la búsqueda de la satisfacción por encima de otras cosas más importantes de la vida. De esta forma, los jóvenes se dedican al consumo durante toda su vida, sin llegar a lograr un ahorro significativo, lo que es contra natura.
La manipulación de la moneda produce daños que van más allá de lo estrictamente económico, corrompen las bases de la moral social y de la civilización.