Uritorco
The White Revolution is the only solution.
"Cuando el marxismo, que, como se sabe, trata de despertar en el publico la creencia de que el tiene en su poder, para ahora y para siempre, el mandato sobre la capital del Reich, se dio cuenta de lo que queríamos y planeábamos, y que llevábamos en nuestro escudo ni mas ni menos que poner termino al slogan, por cierto exacto para esa época, “¡Berlin seguirá siendo roja!”, se puso en marcha con todo el empuje masivo de su organización partidaria contra nuestro movimiento nacionalsocialista. La lucha criminal que con ello se encendió en toda línea contra nosotros no fue llevada de ninguna manera solo por el comunismo. La democracia “socialista” y el bolchevismo aquí estaban completamente de acuerdo, y así hubimos de defendernos contra un doble frente: contra el bolchevismo, que dominaba la calle, y contra la socialdemocracia, que estaba firme, y en apariencia inexpugnable, en los puestos públicos.
La lucha comenzó con mentiras y calumnias. A una voz de mando se volcó sobre el joven movimiento nacionalsocialista las aguas servidas de la demagogia partidaria. El marxismo quería impedir que sus seguidores, a quienes les habían entrado dudas, concurriesen a nuestras reuniones, que comenzaban a atraer a un publico cada vez mas numeroso. En compensación, les daba el sucedáneo de una tergiversación infame y mentirosa de los verdaderos hechos. El movimiento nacionalsocialista era presentado como una reunión de elementos criminales y desarraigados; sus adictos como bravucones a sueldo y sus dirigentes como viles e infames provocadores que, al servicio del capitalismo, no tenían otra misión que la de dividir el frente marxista de los trabajadores que quería llevar a la caída del estado clasista burgués, y sembrar discordia y desunión en sus filas.
Con ello dio comienzo una campaña política de proporciones jamás vistas. No pasaba día sin que las gacetas pudieran notificar acerca de crímenes nacionalsocialistas. Por lo general, el “Vorwârts” (“Adelante”) o el “Rote AFNE” (“Bandera Roja”) daban tono, y después toda la orquesta de prensa liberal judía terminaba de tocar sinfonía de demagogia brutal y desenfrenada. Mano a mano con ello, la calle era escenario del mas sangriento terrorismo rojo. Nuestros camaradas, cuando volvían a casa de las reuniones, eran derribados a cuchillo y a tiros, en la oscuridad de la noche. Se los asaltaba con una superioridad de diez a veinte veces en los patios traseros de las grandes casas de inquilinato. En sus propias viviendas humildes se los amenazaba de muerte, y donde requeríamos la protección de la policía, por lo general solo hablábamos al viento.
Se hizo costumbre tratarnos como ciudadanos de segunda clase, como infames provocadores y calumniadores, que no merecían sino que algún oscuro sujeto les clavara el puñal del amor fraternal en la espalda, afuera, en los suburbios proletarios. Esta época fue para nosotros difícil y casi insoportable. Pero no obstante todos los sacrificios cruentos que se nos exigía, esta lucha tenia por otro lado también sus buenos aspectos. Se comenzó a hablar de nosotros...”
Joseph Goebbels, 1.938 (Extraido de su libro COMBATE POR BERLIN, capitulo “Terrorismo y Resistencia”)
La lucha comenzó con mentiras y calumnias. A una voz de mando se volcó sobre el joven movimiento nacionalsocialista las aguas servidas de la demagogia partidaria. El marxismo quería impedir que sus seguidores, a quienes les habían entrado dudas, concurriesen a nuestras reuniones, que comenzaban a atraer a un publico cada vez mas numeroso. En compensación, les daba el sucedáneo de una tergiversación infame y mentirosa de los verdaderos hechos. El movimiento nacionalsocialista era presentado como una reunión de elementos criminales y desarraigados; sus adictos como bravucones a sueldo y sus dirigentes como viles e infames provocadores que, al servicio del capitalismo, no tenían otra misión que la de dividir el frente marxista de los trabajadores que quería llevar a la caída del estado clasista burgués, y sembrar discordia y desunión en sus filas.
Con ello dio comienzo una campaña política de proporciones jamás vistas. No pasaba día sin que las gacetas pudieran notificar acerca de crímenes nacionalsocialistas. Por lo general, el “Vorwârts” (“Adelante”) o el “Rote AFNE” (“Bandera Roja”) daban tono, y después toda la orquesta de prensa liberal judía terminaba de tocar sinfonía de demagogia brutal y desenfrenada. Mano a mano con ello, la calle era escenario del mas sangriento terrorismo rojo. Nuestros camaradas, cuando volvían a casa de las reuniones, eran derribados a cuchillo y a tiros, en la oscuridad de la noche. Se los asaltaba con una superioridad de diez a veinte veces en los patios traseros de las grandes casas de inquilinato. En sus propias viviendas humildes se los amenazaba de muerte, y donde requeríamos la protección de la policía, por lo general solo hablábamos al viento.
Se hizo costumbre tratarnos como ciudadanos de segunda clase, como infames provocadores y calumniadores, que no merecían sino que algún oscuro sujeto les clavara el puñal del amor fraternal en la espalda, afuera, en los suburbios proletarios. Esta época fue para nosotros difícil y casi insoportable. Pero no obstante todos los sacrificios cruentos que se nos exigía, esta lucha tenia por otro lado también sus buenos aspectos. Se comenzó a hablar de nosotros...”
Joseph Goebbels, 1.938 (Extraido de su libro COMBATE POR BERLIN, capitulo “Terrorismo y Resistencia”)
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