Esta señora se debió pasar los mejores años de su vida dedicada a la vida bohemia, que para eso es una mujer de la cultura. Viviendo a tope, sin ataduras patriarcales ni burguesas, disfrutando de su cuerpo.
Ahora, a los 40 pasados, con más km que un Mercedes jovenlandés, ha decidido buscar un buen hombre, de esos que veía de joven para tener una pareja estable, porque la vida superficial ya no le llena, y, ¡sorpresa! No hay ya hombres de ese tipo.
Ha decidido hacer la lista de su ideal en un hombre, como una adolescente que lee el SuperPop y tiene toda la vida por delante como un libro en blanco.
También se ha retratado a sí misma, pero su falta de criterio y autocrítica sólo ha sacado una ridícula Mary Sue que lee, se forma, se cuida (!), cuida a los demás (tiene pinta de que le viene justo cuidar un gato que caga en su arenero, porque un perro sería demasiada responsabilidad para ella), etc.
Y ha salido a la calle. Y se ha dado de morros con la realidad: sólo quedan golfos irresponsables (como ella), tíos resabiados de tías que los han utilizado y ahora aportan 0 compromiso y 0 apoyo y autistas que la ignoran.
Y se ha enfadado, pero no con ella ni con los que le vendieron la vida frívola, sino con los hombres. Todo muy adulto y responsable. E insulta a todos los hombres y a la sociedad porque el modo fácil ya no está disponible en su consola. Bueno, pues le queda mucho que tragar. Se va a hartar de cuidarse, oír podcasts y tener tiempo para sí misma. Mucho tiempo.