Escándalo SPYCOPS: Policías se amaban y tenían familias con grupos de protesta para infiltrarse en sus organizaciones.


Cuando tu pareja es un policía infiltrado que dice que te quiere: el escándalo 'SpyCops', pendiente de una comisión de la verdad



  • En 40 años la policía británica se infiltró en más de mil organizaciones, incluso de niños.
  • Los agentes llegaron a casarse y a tener hijos: ellas acusan al Estado de haberlas violado. meparto: meparto: meparto: meparto:




Una vez más la realidad supera la ficción. Esta historia es una de espías, ellos, que cumpliendo con su trabajo se hicieron pasar por quienes no eran y en el proceso perdieron la perspectiva, la necesaria distancia, y comenzaron a "interactuar" con las espiadas, ellas. Así hubo sesso, amor, parejas y hasta hijos. Hasta que un día esos hombres desaparecieron sin más.


Pero también puede contarse como lo que es: una historia en la que la policía sobrepasa todos los límites para infiltrarse en grupos civiles de protesta. El escándalo SpyCops, así lo llamó la prensa, destapó este largo embrollo de agentes encubiertos que entablaron relación sentimental con aquellas militantes para "mejor cumplir su misión".



La historia sucedió en Reino Unido. Agentes de la policía se infiltraban sistemáticamente en movimientos sociales de todo tipo. De ahí salieron varias historias de lo que parecía amor de verdad. Tras vivir y sufrir estas historias de protestas, vigilancias y amores fingidos, algunas de ellas exigen responsabilidades al Estado, al que acusan de haberlas violado.



Evitar el éxito de las protestas sociales


Tras el éxito de las movilizaciones contra la Guerra del Vietnam, los cuerpos policiales británicos buscaron la manera de evitar la formación de nuevos movimientos similares, cuenta Tom Fowler, un veterano militante del sur de Gales que mantiene el podcast SpyCops Info. Así, al menos desde 1968, la policía se fue infiltrando de manera regular en todo tipo de grupos políticos, ecologistas y sociales.

Se calcula que en unos 40 años llegaron a espiar con esos métodos a más de mil organizaciones. El asunto ha seguido coleando y salpicando a los responsables de las fuerzas y cuerpos de seguridad de Gran Bretaña. Tanto que en 2015, la entonces ministra del Interior, Theresa May, tuvo que anunciar una investigación pública e independiente sobre la actuación de los policías encubiertos.



Nació así la Undercover Policing Inquiry o investigación Pitchford, que preside el juez jubilado Sir John Mitting. Esta comisión examina especialmente la conducta de dos unidades de la policía que hoy ya están disueltas: la Escuadra Especial de Manifestaciones (SDS) de la Policía Metropolitana y la Unidad Nacional de Inteligencia para el Orden Público (NPOIU). En una extensión impensable en un Estado de derecho, los agentes llegaron a casarse y a tener hijos con algunas de las mujeres a las que espiaban.

¿Actividad subversiva en las escuelas?

Las personas espiadas, y no sólo las mujeres, se han unido en Police spies out of lives y acusan al SDS y al NPOIU de "haber actuado como la policía política secreta de Reino Unido". Con la comisión Pitchford se quiere saber hasta qué punto, con qué falta de límites, los policías encubiertos se infiltraron y desbarataron grupos y movimientos sociales; engañaron a mujeres para mantener relaciones con ellas; robaron los nombres de niños muertos para crear identidades falsas; y ocultaron pruebas en casos judiciales.


Estas activistas sociales, que un día se vieron solas y sin saber por qué sus parejas desaparecían, ignoraban la doble vida de esos hombres que actuaban (en este caso es literal) como verdaderos novios. Una veintena de ellas han denunciado públicamente que consideran que fueron "violadas por el Estado".



Por las audiencias de la investigación Pitchford se ha sabido que los agentes de policía encubiertos trabajaron en estrecha colaboración con el MI5, la inteligencia británica. A tal punto llegaron las fantasías orwellianas de los responsables de los seguimientos que el MI5 pidió a la policía que recopilara información sobre las actividades políticas de los escolares de sólo 14 años.

Una solicitud en ese sentido fue distribuida a los jefes de policía de toda Gran Bretaña en 1975. El noble espionaje británico, ese que hemos visto diseccionado en las novelas de John Le Carre, hablaba entonces de "actividad subversiva en las escuelas".



La vigilancia y el espionaje resultó tan masivo durante años que se acusa al Estado de haber violado las libertades civiles de los activistas que participaban en campañas que, en realidad, eran pacíficas y legales. Se espera que el informe final sobre el escándalo SpyCops se entregue en 2023.


Helen y John, un (falso) amor de cuento

Helen Steel es una de estas mujeres. Era una activista que protestaba en la calle contra las armas nucleares, contra el deterioro del medio ambiente o en apoyo a mineros en huelga. Hoy es una de las principales participantes en la investigación sobre el escándalo SpyCops

Ella también fue engañada por uno de los agentes de policía encubiertos que, presuntamente enamorado, tuvo con ella una relación. Helen lo cuenta en Deep Deception ('Engaño profundo'), el libro que ha coescrito con otras cuatro mujeres igualmente engañadas (Alison, Lisa, Naomi y Belinda) y que acaba de publicarse en Reino Unido.


Él se llamaba, o mejor, dijo que se llamaba John Dines. Tenía 28 años, cinco más que ella. Se conocieron en una reunión de Greenpeace en Londres a finales de la década de 1980. Cuenta Helen que John la siguió en sus viajes para sabotear cacerías de urogallos en Yorkshire y trabajó con ella contra los desmanes medioambientales de McDonald's.


John jugó a despertar la compasión de la activista y se presentó como un hombre solo y vulnerable, que en poco tiempo se había quedado sin padres. Primero fue pena, luego cariño, costumbre... y finalmente, amor. ¡Tenían tantas cosas en común!, creyó ella. Pero en realidad era un policía y estaba casado.

"Todas empezamos a pensar que se preocupaban de verdad por nosotras, incluso después de descubrir que eran agentes encubiertos", dice ahora Steel en una entrevista a The Guardian. Pero cuando desaparecieron, sin ellas entenderlo y a pocas vueltas que le dieron, "realmente se hizo evidente que no hubo ningún momento genuino. Todo fue abuso y manipulación".

Los policías eran capaces de interpretar perfectamente una relación de pareja gracias a la técnica del mirroring (mirror es espejo en inglés). "Les enseñaban a imitar y reflejar nuestros intereses y deseos, para así crear esa sensación de conexión y de intimidad", cuenta Belinda en el libro, que repasa las cinco falsas historias de amor.



Cuando aquel falso John Dines desapareció definitivamente, Helen siguió buscando información sobre él, pero todo eran brumas. Con el tiempo supo que para espiarlas habían utilizado identidades de niños muertos. Reconoce que tanto engaño "destruyó los cimientos de todo en su vida".

Para su suerte y a base de compartir la historia con otros militantes sociales, varias de las mujeres engañadas acabaron conociéndose. Ocho de ellas presentaron una demanda contra cinco hombres a los que acusaron de haber abusado de ellas durante 24 años. La batalla legal se inició en 2011.

De momento, en estos años, sólo han logrado una disculpa y un acuerdo extrajudicial. "Nuestras vidas fueron desbaratadas, ¿para qué? Para que la policía pudiera impedir el cambio, socavar la democracia y apuntalar los intereses de los ricos y poderosos de nuestra sociedad", ha escrito Helen. Por eso lo esperan todo de la comisión Pitchford.

Es lo que hacía aquí Mikel Lejarza, El Lobo, sólo que nunca llegó a comprometerse
 
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