El matrimonio estaba bien diseñado no porque fuese la mejor forma de vida después de mucho ensayo y error, sino porque es el propio instinto y nuestra naturaleza animal como así lo dispone desde principio de los tiempos.
De la misma manera que los pájaros y tantas otras especies se enamoran, se cortejan, construyen su nido, incuban sus bemoles y crían a sus hijos, los humanos también siguen ese mismo esquema ritualizado que permite que existamos y que no seamos los últimos de una enorme estirpe de supervivientes.
Los sistemas políticos y las religiones dieron protección sagrada a esa institución, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte separase a la pareja.
En los países socialistas se ha desviado esa protección del sistema a la relación que se establece con los empleadores, convirtiéndose estos en dueños del destino del empleado que anhela el contrato fijo para toda la vida.
Las españolas son esclavas sumisas de sus jefes porque son quienes las mantienen, un rol que pertenecía al hombre proveedor, padre de familia que llegaba al hogar con los recursos que la mujer gestionaba. El hogar, era el sitio en el mundo donde el hombre se sentía cómodo y querido.
La destrucción de la familia por parte de la secta feminista, es un ataque de ingeniería social financiado por los enemigos de occidente.