¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Guaaaaauuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
16 respuestas diciendo que Aznar es la solución a todos los males y...¡taratachaáán!
22 alabando a Paco.
Impechonante
BORJA MARÍA ZALLANA DE LOS ACEBOS
21/10/2006
Aznar mete la mano en el balcón de la izquierda
Me despierta de madrugada el teléfono de la mesita de noche. Sobresaltado y con la voz ronca de sueño no puedo más que improvisar un manido: “Diga”. “Borja María, perdona, pero no sabía a quien llamar. ¿Estabas viendo la tele?”. “Pues no, mira, a estas horas me ha dado últimamente por dormir. ¿Quién eres?”. “Soy Ana. ¡Ay Borja –me dice entre suspiros- que desgracia tan grande!”. Mis ojos se abren como dos ventanas y por mi cabeza pasan en un instante todas las desgracias imaginables. Una de ellas me atraviesa el pecho como una lanza: algo terrible le ha pasado a nuestro líder.
“Por el amor de Dios, Ana ¿le ha pasado algo a José Mari?” Unos segundos interminables de angustia hasta que del otro lado del teléfono la voz llorosa de Ana responde: “¿Que si le ha pasado algo a ese zascandil? No, pero le va a pasar cuando regrese a casa. Ay Borja, estaba viendo la tele zapeando en la búsqueda de problemas sociales que resolver y lo veo en el programa de la Eva Hache, esa de Polanco, metiéndole mano a una periodista en el balcón”. Me quedo perplejo sin entender a que se puede referir Mi Admirada Presidenta. “Vamos a ver, Ana, ¿qué quieres decir con eso de metiéndole mano?”. “Borja, que la pelandusca esa le ha hecho una pregunta y él le ha metido el boli con el que estaba firmando libros en todo el balcón. Con una sonrisa, Borja, además con una sonrisa. Y porque estaba la cámara delante, que si no vete tú a saber qué le mete”.
Tras unos momentos de estupor, producto de la más absoluta incredulidad, sólo se me ocurre que todo pueda ser parte de la eterna conspiración de la izquierda para desacreditar al líder natural de Occidente, algo parecido a lo que intentaron con el santo de Pedro J. Pero Ana no parece compartir mi opinión. “Que no, Borja, que no, que tú no sabes lo que ha cambiado, que yo ya no lo conozco. Desde lo de las Azores no ha vuelto a ser el mismo. Se tiñe el pelo, Borja, ¡nuestro José Mari se tiñe el pelo! Que se pasa en el lavabo más tiempo que Sara Montiel, cada dos minutos sale y me pregunta si le queda mejor la melenita de este lado o del otro, que si no pienso que le hace muchos brillos el bigote. ¡Pero si hasta se pone alzas! ¿Tú no lo ves más alto últimamente?” “Mujer, pues ahora que lo dices, sí, se le ve más alto, pero yo lo achacaba a una especie de levitación con la que se ven agraciados algunos grandes hombres”. “Nada Borja, alzas, simples alzas. Yo esto me lo veía venir, pero lo que más me duele es que haya sido con una periodista de Polanco. Porque si me dices que es con alguien de El Mundo o de la COPE, pues mira, aún lo podría entender. Pero sentirse atraído por una roja, eso es doble infidelidad. Bueno, mira, que te llamo para que le digas que le dejo las maletas en la puerta del dúplex de Marbella, que yo no quiero volver a hablar con él”. “¿En que dúplex Ana, en el ilegal o en el otro?”. “En el ilegal, a ver si así cuando vaya a recogerlas lo pillan y lo mandan a hacer compañía a Julián Muñoz”.
Aún conmocionado por la inexplicable noticia, y con la certeza de que no podré volver a coger el sueño, llamo a José Mari pese a la intempestiva hora. “José Mari, soy Borja, acabo de hablar con Ana, está destrozada. ¿Pero qué te ha pasado, Líder Mío? Sincérate conmigo, que, como tú, soy hombre y de derechas”. “Borja, es la presión, tú no sabes lo que es esto”. “Claro, si yo te entiendo. Las conferencias, las reuniones con Murdoch, tienes que relajarte, tú solo no puedes salvar el mundo, tienes que aprender a delegar”. “Que no Borja, que no es eso. Es peor. ¿Has leído lo que ha escrito Villena sobre los abusos de los curas en el colegio al que fuimos juntos en Madrid?”. “José Mari, me estás asustando. Mira, no quiero oírlo. Mañana mismo llamas a Rouco y te vas a confesar”. “¡No, Borja, con Rouco no! Escúchame, tengo que sincerarme con alguien. Lo he pensado mucho estos días: lo mío con las mujeres viene de ese trauma. Según me ha dicho un amigo argentino, es algo así como que necesito reafirmar mi masculinidad. Pero prometo reformarme. Se ha acabado meter cosas en los balcóns, las fiestas con Pedro J., los tintes, las alzas y los disfraces del Cid. A partir de ahora voy a ser yo mismo. Venderemos las posesiones de Marbella y nos iremos a vivir a Quintanilla de Onésimo. Díselo a Ana y pídele que me perdone”. “¡Ay, Presidente! ¿Por qué he tenido que ser yo quien oyera esto? Retira de mi este cáliz”.
http://www.elplural.com/rincon_neocon/detail.php?id=7474