wtfisgoingon
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Los abogados y fiscales, esas fieras encargadas de mantener el orden en una sociedad enferma a través de un sistema injusto al que llaman justicia, cada día aparcan al lado del juzgado y se pasean con sus gabardinas que esconden lujosos trajes que a su vez lucen por los pasillos. Maletín en mano y BMW en la puerta, siempre.
Si hay algo que no se le puede cuestionar a un abogado, es su capacidad y destreza para ganar dinero. Lo hace tan bien que debe de haber algún tipo de entrenamiento detrás. La idea es aplicar esas técnicas que han desarrollado durante generaciones, a través de los siglos y que se pierden en la noche de los tiempos, introduciéndolas en la informática. El objetivo es dotar de dignidad a una profesión que nunca la tuvo.
—CLIENTE: Hola, Buenas
—SECRETARIA: En breve le atenderá el Sr. Wtfisgoingon. Puede sentarse ahí.
—CLIENTE: Gracias.
Ahí ya hay una lección que aprender. El informático normalmente está siempre disponible, lo que transmite sensación de necesidad y desesperación. El abogado se toma su tiempo y va dejando que el cliente entienda que su servicio es calidad, y la calidad se paga. La secretaria está buenísima, el sillón donde te sientas está mullido, te ofrecen un café, etc. Te ponen música clásica para relajarte, para amansarte, para prepararte a abrir la cartera.
15 minutos después...
—SECRETARIA: Ya puede pasar.
Entra y ve al abogado jugando al minigolf. En ese preciso instante consigue un hoyo de un solo golpe. Demuestra que es un WINNER.
—CLIENTE: Hola.
—ABOGADO: ¡Hooooombre! ¿Cómo estás, CLIENTE?
—CLIENTE: Un poco preocupado por mi asunto, ¿y tú?
—ABOGADO: Apuesto, poderoso, triunfador, feliz. Totalmente confiado. Ya ves que no pierdo ni al minigolf.
—CLIENTE: A propósito de ese documento que me has enviado. No tengo muy claro que asumir la culpabilidad y pedir clemencia sea la mejor estrategia de defensa. ¿Podemos debatirlo?
—ABOGADO: Shh, shh, shh. ¿CLIENTE, quién es el abogado, tú o yo?
—CLIENTE: Tú.
—ABOGADO: Ah, es que por un momento creía que eras tú. Jajajaja. Mira, tienes que relajarte y confiar en mí. Y muy importante: cuando estés delante del juez no te metas las manos en los bolsillos.
—CLIENTE: Estoy preocupado por la duración del proceso. ¿Cuánto tiempo más debo soportar esta tortura?
—ABOGADO: Ufff. Mínimo dos años más, hay mucho trabajo que hacer. Yo cobro por horas, incluída ésta. Ya hemos acabado. A la salida mi secretaria te explicará las formas de pago disponibles.
¿Pero qué ocurriría si en lugar de un abogado se tratase de un informático?
—CLIENTE: A propósito de ese documento que me has enviado. No tengo muy claro que la migración y el parche que has preparado sea la mejor estrategia de cara al futuro de la empresa. El hijo de mi cuñado que sabe mucho de ordenadores dice que basta con meter un crack y reiniciar el servidor.
—INFORMÁTICO: Eso implicaría A, causando B, porque bla, bla, bla.
Una hora después...
—CLIENTE: Ah, vale. Ya lo entiendo. Bueno, no, no lo entiendo, pero voy a hacerte el favor de confiar en ti, ¿vale?
—INFORMÁTICO: Gracias, señor. Con respecto a mis honorarios...
—CLIENTE: ¿Qué? Pero si todavía no has hecho nada. ¡Hasta luego!
Otra lección. El abogado cobra por su tiempo; el informático no.
En wtfisgoingon & informáticos asociados, mi proyecto de emprendimiento, voy a estudiar cómo se lo montan los abogados y lo voy a llevar a la informática. Un consultor bien vestido, bien motivado, bien triunfador. Al final todo es cuestión de apariencia y marrullería.
Si hay algo que no se le puede cuestionar a un abogado, es su capacidad y destreza para ganar dinero. Lo hace tan bien que debe de haber algún tipo de entrenamiento detrás. La idea es aplicar esas técnicas que han desarrollado durante generaciones, a través de los siglos y que se pierden en la noche de los tiempos, introduciéndolas en la informática. El objetivo es dotar de dignidad a una profesión que nunca la tuvo.
—CLIENTE: Hola, Buenas
—SECRETARIA: En breve le atenderá el Sr. Wtfisgoingon. Puede sentarse ahí.
—CLIENTE: Gracias.
Ahí ya hay una lección que aprender. El informático normalmente está siempre disponible, lo que transmite sensación de necesidad y desesperación. El abogado se toma su tiempo y va dejando que el cliente entienda que su servicio es calidad, y la calidad se paga. La secretaria está buenísima, el sillón donde te sientas está mullido, te ofrecen un café, etc. Te ponen música clásica para relajarte, para amansarte, para prepararte a abrir la cartera.
15 minutos después...
—SECRETARIA: Ya puede pasar.
Entra y ve al abogado jugando al minigolf. En ese preciso instante consigue un hoyo de un solo golpe. Demuestra que es un WINNER.
—CLIENTE: Hola.
—ABOGADO: ¡Hooooombre! ¿Cómo estás, CLIENTE?
—CLIENTE: Un poco preocupado por mi asunto, ¿y tú?
—ABOGADO: Apuesto, poderoso, triunfador, feliz. Totalmente confiado. Ya ves que no pierdo ni al minigolf.
—CLIENTE: A propósito de ese documento que me has enviado. No tengo muy claro que asumir la culpabilidad y pedir clemencia sea la mejor estrategia de defensa. ¿Podemos debatirlo?
—ABOGADO: Shh, shh, shh. ¿CLIENTE, quién es el abogado, tú o yo?
—CLIENTE: Tú.
—ABOGADO: Ah, es que por un momento creía que eras tú. Jajajaja. Mira, tienes que relajarte y confiar en mí. Y muy importante: cuando estés delante del juez no te metas las manos en los bolsillos.
—CLIENTE: Estoy preocupado por la duración del proceso. ¿Cuánto tiempo más debo soportar esta tortura?
—ABOGADO: Ufff. Mínimo dos años más, hay mucho trabajo que hacer. Yo cobro por horas, incluída ésta. Ya hemos acabado. A la salida mi secretaria te explicará las formas de pago disponibles.
¿Pero qué ocurriría si en lugar de un abogado se tratase de un informático?
—CLIENTE: A propósito de ese documento que me has enviado. No tengo muy claro que la migración y el parche que has preparado sea la mejor estrategia de cara al futuro de la empresa. El hijo de mi cuñado que sabe mucho de ordenadores dice que basta con meter un crack y reiniciar el servidor.
—INFORMÁTICO: Eso implicaría A, causando B, porque bla, bla, bla.
Una hora después...
—CLIENTE: Ah, vale. Ya lo entiendo. Bueno, no, no lo entiendo, pero voy a hacerte el favor de confiar en ti, ¿vale?
—INFORMÁTICO: Gracias, señor. Con respecto a mis honorarios...
—CLIENTE: ¿Qué? Pero si todavía no has hecho nada. ¡Hasta luego!
Otra lección. El abogado cobra por su tiempo; el informático no.
En wtfisgoingon & informáticos asociados, mi proyecto de emprendimiento, voy a estudiar cómo se lo montan los abogados y lo voy a llevar a la informática. Un consultor bien vestido, bien motivado, bien triunfador. Al final todo es cuestión de apariencia y marrullería.