Ladrillo Mortal
Será en Octubre
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Una de las cuestiones que más me ha llamado la atención del ser humano es nuestra inmensa capacidad para mentir, hasta tal extremo que llegamos a auto convencernos de nuestros embustes para hacerlos más convincentes.
Supongo que todos/as recordaréis aquella cinta que nunca existió y que permanece guardada en algún sótano de Antena 3. Una grabación donde Ricky Martín se disponía a sorprender a una adolescente, desde el interior de un armario, en el programa "Sorpresa, Sorpresa". El resto, un bote de mermelada y un perro, creo que es de sobra conocido.
La primera vez que tuve constancia de aquel acontecimiento fue al día siguiente de la emisión del programa. Llegué a clase, como cualquier otro día, y prácticamente TODA el aula, o jaula como se decía, estaba hablando a voces; parecían en estado de éxtasis, sentados encima de los pupitres, levantando los brazos, gesticulando como posesos. No entendía nada, quedaban 5 minutos para la llegada del profesor y tenía la sensación de que había ocurrido una noticia importante; ¿un atentado?, imposible, las caras no proyectaban dramatismo, ¿el profesor no viene?, tampoco, no habría nadie en clase, ¿alguien se ha liado con alguien?, debía ser eso.
Me senté mirando a cada lado de la clase como si estuviese en otro planeta y automáticamente apareció un chaval con el que solía comer a mediodía. Rojo como un tomate de la emoción, como si hubiese vista a España ganar un Mundial, me espetó "Tío, ¿viste el Sorpresa, Sorpresa ayer", "Pues no", le respondí, con más emoción todavía, la boca bien abierta y los ojos como platos replicó "Pues no sabes lo que te has perdido, ha pasado...."
Tras escuchar el relato me quedé atónito, por no decir "sorprendido" para no redundar, allí estaba, en la clase de Teoría de la Información, después de haberme perdido el acontecimiento más importante de la televisión tras la llegada del hombre a la Luna. ¿Pero cómo pudo ocurrir algo así, sin enterarme de nada?, menuda hez de aspirante a periodista que estaba hecho...
Durante todo aquel día no se hablaba de otra cosa, "Que sí, que sí, que lo cortaron al final", "Que fuerte tía/o, ¿lo repetirán en un Zapping"...todo el mundo parecía haberlo visto, no haberlo escuchado de CorreVeyDile, no, no, directamente visionado en sus casitas. Al llegar a mi casa obviamente lo primero que hice fue preguntarle a mi madre, con cara de cierta incredulidad respondió "Sí, algo han dicho pero yo no he visto nada". Aquello empezaba a cobrar tintes goyescos.
En los dos días siguientes la bola seguía creciendo y el cenit llegó en el autobús, cuando un vecino de mi barrio aseguraba que la semana siguiente un amigo le iba a dejar la cinta, porque lo había grabado. Increíble.
Pasaron algunos días y el bulo se desinfló, eso sí muy lentamente, las conspiraciones hertzianas se encargaron a mantener vivo el cadáver mediático. No se volvió a hablar del tema y aquellos que decían haber visto, haber escuchado o tener un amigo qué habían sufrido una especie de agujero oscuro en su memoria, no recordaban haber dicho nada o directamente no lo mencionaban. Si los tupidos velos alguna vez tuvieron sentido, creo que aquellos fueron los días.
Lo que me maravilló de todo aquello no fue la historia, incluso la capacidad de crecimiento o expansión de una mentira, sino que alguien a quien conoces, con quien compartes conversaciones todos los días sea capaz de asegurar que ha visto algo que en realidad no ha visto con plena seguridad. Es la mentira al cuadrado, donde dos son los estafados, quien la recibe y lo que es peor, quien la emite.
Y para más INRI, el escenario en la misma Facultad de Ciencias de la Información. JAJA, ironías del destino.
Supongo que todos/as recordaréis aquella cinta que nunca existió y que permanece guardada en algún sótano de Antena 3. Una grabación donde Ricky Martín se disponía a sorprender a una adolescente, desde el interior de un armario, en el programa "Sorpresa, Sorpresa". El resto, un bote de mermelada y un perro, creo que es de sobra conocido.
La primera vez que tuve constancia de aquel acontecimiento fue al día siguiente de la emisión del programa. Llegué a clase, como cualquier otro día, y prácticamente TODA el aula, o jaula como se decía, estaba hablando a voces; parecían en estado de éxtasis, sentados encima de los pupitres, levantando los brazos, gesticulando como posesos. No entendía nada, quedaban 5 minutos para la llegada del profesor y tenía la sensación de que había ocurrido una noticia importante; ¿un atentado?, imposible, las caras no proyectaban dramatismo, ¿el profesor no viene?, tampoco, no habría nadie en clase, ¿alguien se ha liado con alguien?, debía ser eso.
Me senté mirando a cada lado de la clase como si estuviese en otro planeta y automáticamente apareció un chaval con el que solía comer a mediodía. Rojo como un tomate de la emoción, como si hubiese vista a España ganar un Mundial, me espetó "Tío, ¿viste el Sorpresa, Sorpresa ayer", "Pues no", le respondí, con más emoción todavía, la boca bien abierta y los ojos como platos replicó "Pues no sabes lo que te has perdido, ha pasado...."
Tras escuchar el relato me quedé atónito, por no decir "sorprendido" para no redundar, allí estaba, en la clase de Teoría de la Información, después de haberme perdido el acontecimiento más importante de la televisión tras la llegada del hombre a la Luna. ¿Pero cómo pudo ocurrir algo así, sin enterarme de nada?, menuda hez de aspirante a periodista que estaba hecho...
Durante todo aquel día no se hablaba de otra cosa, "Que sí, que sí, que lo cortaron al final", "Que fuerte tía/o, ¿lo repetirán en un Zapping"...todo el mundo parecía haberlo visto, no haberlo escuchado de CorreVeyDile, no, no, directamente visionado en sus casitas. Al llegar a mi casa obviamente lo primero que hice fue preguntarle a mi madre, con cara de cierta incredulidad respondió "Sí, algo han dicho pero yo no he visto nada". Aquello empezaba a cobrar tintes goyescos.
En los dos días siguientes la bola seguía creciendo y el cenit llegó en el autobús, cuando un vecino de mi barrio aseguraba que la semana siguiente un amigo le iba a dejar la cinta, porque lo había grabado. Increíble.
Pasaron algunos días y el bulo se desinfló, eso sí muy lentamente, las conspiraciones hertzianas se encargaron a mantener vivo el cadáver mediático. No se volvió a hablar del tema y aquellos que decían haber visto, haber escuchado o tener un amigo qué habían sufrido una especie de agujero oscuro en su memoria, no recordaban haber dicho nada o directamente no lo mencionaban. Si los tupidos velos alguna vez tuvieron sentido, creo que aquellos fueron los días.
Lo que me maravilló de todo aquello no fue la historia, incluso la capacidad de crecimiento o expansión de una mentira, sino que alguien a quien conoces, con quien compartes conversaciones todos los días sea capaz de asegurar que ha visto algo que en realidad no ha visto con plena seguridad. Es la mentira al cuadrado, donde dos son los estafados, quien la recibe y lo que es peor, quien la emite.
Y para más INRI, el escenario en la misma Facultad de Ciencias de la Información. JAJA, ironías del destino.
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