El moviment txarmil: la subcultura que podria devorar els MENA

¿Dónde están los skins de los 90 cuando se les necesita? Ultrassur, ultraboys, brigadas blanquivioletas, ultravioletas, bastión, etc. Volved.
 
Traducción hecha con Google:

Pese a la existencia de bandas organizadas de chicos magrebíes que se dedican a cometer robos con extrema violencia de manera sistemática en Barcelona, la charmil en Cataluña, a diferencia de jovenlandia, todavía no constituye una banda delictiva organizada y jerarquizada, como si lo hicieron las madres centroamericanas a mediados de la pasada década o la segunda ola de los 'Skin Head' a finales de siglo.

El movimiento charmil, aunque extremadamente violento, se encuadra dentro de una subcultura juvenil, donde sus miembros, paradójicamente chicos desarraigados que provienen de entornos marginales, desestructurados y centros de menores, exhiben una estética ostentosa y construyen su identidad subversiva en torno a los valores consumistas, el tráfico y el consumo de drojas, la violencia física y psicológica y un machismo exacerbado, donde el poder físico, el acoso y la masculinidad malentendida son celebrados e incluso venerados.

Esta subcultura delictiva, que se inserta esencialmente en el ámbito de las llamadas tribus urbanas, está estrechamente relacionada, junto con otros muchos factores y grupos delictivos, con el aumento de la delincuencia en Barcelona, la percepción de la inseguridad en la calle y la tensión de la convivencia en diferentes puntos del país, constituyendo una amenaza de presente y futuro para la seguridad y el orden público.

Este fenómeno, que podemos contemplar construyéndose ahora mismo haciendo uso del ojo de halcón que nos ofrecen las redes sociales, lo hace paralelamente con la peor crisis de seguridad en la ciudad desde el año 1986, cuando heroína golpeaba con violencia a tantos barrios de la ciudad, y el 26% de barceloneses afirmaban haber sido víctimas de un delito. Hoy, treinta y cuatro años después, es el 31,8% de la población de Barcelona quien afirma haber sufrido algún delito, y donde la inseguridad, por segundo año consecutivo según el barómetro municipal, encabeza el ranking de preocupación de los barceloneses, incluso todo por frente a la esa época en el 2020 de la que yo le hablo del cobi19 o la recesión económica. Este aumento de seis puntos de victimización y el ranking del barómetro municipal representa el mayor retroceso en materia de seguridad de las tres últimas décadas, y desgraciadamente comparte tiempo y espacio con una crisis económica, aún de dimensiones desconocidas, donde los turistas, las principales víctimas hasta ahora, han desaparecido de las calles, y donde las personas de más de sesenta y cinco años, hasta hace poco el colectivo que menos robos sufría, se convierte en botín principal por su vulnerabilidad física.


Estética y códigos propios: lujo, consumismo y violencia

Esta joven subcultura violenta y consumista ha desarrollado sus propios códigos de vestimenta, donde predomina la abrumadora presencia de marcas y el deseo omnipresente de obtener productos de alto valor: zapatillas deportivas de alta gama, accesorios y gorras, camisetas de fútbol , teléfonos móviles de última generación... Es por esta razón que podemos ver cientos de chicos jóvenes, en situación de exclusión social, más preocupados por hacer ostentación de formar parte de un capitalismo occidental idealizado a través de las redes sociales, que aprovechar la oportunidad brindada por el sistema de bienestar catalán.


Redes sociales

El papel de las redes sociales, principalmente Instagram y Facebook, sirve a los jóvenes para ostentar una falsa vida de éxito y lujo, mostrándose a los amigos y familiares como los ganadores del éxodo juvenil que sufre jovenlandia, azotado por el fracaso escolar , el paro juvenil (24,1%), la exclusión social (49%) y un tejido social, educativo y sanitario defectuoso. Al mismo tiempo, les proporciona la posibilidad de articular nuevas identidades e imaginarios colectivos, haciendo apología a la delincuencia y la criminalidad al ritmo de música rap propia, que narra este estilo de vida delictivo.

Desde BCN Helpers hemos detectado y analizado una cincuentena de perfiles en las redes, hemos podido constatar la exhibición pública de armas, la difusión de objetos y vehículos sustraídos, e incluso alardear del acoso sensual y la vejación de chicas, que no dudan de exhibir como trofeos de caza con sus contactos. Hemos analizado cientos de vídeos y fotografías, encontrando similitudes con los códigos y comportamientos característicos de las charmilas magrebíes, donde se pueden ver peleas multitudinarias con cuchillos de grandes dimensiones -la palabra txarmil, atribuida al movimiento, hace referencia a un plato típico de jovenlandia que se prepara con este tipo de cuchillos- y vídeos de cacerías coordinadas en grupo, haciendo uso extremo de la violencia, al igual que la txarmil hace en las estrechas callejuelas de Casablanca. Estas mismas sospechas y comportamientos han quedado confirmadas por educadores sociales y miembros de la comunidad joven consultadas por BCN Helpers.

Podemos afirmar de forma objetiva que la subcultura txarmil está asentada en territorio catalán, y que en un futuro próximo podría ser un factor clave para acabar de romper definitivamente la convivencia en los barrios y devorar el frágil futuro de una generación de menores tutelados, que según datos policiales en 2019 sumaba un 20% de detenidos entre los llegados durante 2016, es decir, un total de 1.011 menores habían sido detenidos al menos una vez. A pesar de encontrarse en una situación extremadamente compleja -a pesar de no tener referentes familiares tienen mejores expectativas de futuro que en sus sociedades de origen, donde la cobertura de las necesidades más básicas es absolutamente precaria- podrían desperdiciar la oportunidad que ofrece una sociedad abierta y tolerante, con una red de protección y acogida que, a pesar de tener muchos defectos estructurales, podría ofrecer la mayor oportunidad de éxito que ha tenido antes ningún joven viajero.
 
Traducción hecha con Google:

Pese a la existencia de bandas organizadas de chicos magrebíes que se dedican a cometer robos con extrema violencia de manera sistemática en Barcelona, la charmil en Cataluña, a diferencia de jovenlandia, todavía no constituye una banda delictiva organizada y jerarquizada, como si lo hicieron las madres centroamericanas a mediados de la pasada década o la segunda ola de los 'Skin Head' a finales de siglo.

El movimiento charmil, aunque extremadamente violento, se encuadra dentro de una subcultura juvenil, donde sus miembros, paradójicamente chicos desarraigados que provienen de entornos marginales, desestructurados y centros de menores, exhiben una estética ostentosa y construyen su identidad subversiva en torno a los valores consumistas, el tráfico y el consumo de drojas, la violencia física y psicológica y un machismo exacerbado, donde el poder físico, el acoso y la masculinidad malentendida son celebrados e incluso venerados.

Esta subcultura delictiva, que se inserta esencialmente en el ámbito de las llamadas tribus urbanas, está estrechamente relacionada, junto con otros muchos factores y grupos delictivos, con el aumento de la delincuencia en Barcelona, la percepción de la inseguridad en la calle y la tensión de la convivencia en diferentes puntos del país, constituyendo una amenaza de presente y futuro para la seguridad y el orden público.

Este fenómeno, que podemos contemplar construyéndose ahora mismo haciendo uso del ojo de halcón que nos ofrecen las redes sociales, lo hace paralelamente con la peor crisis de seguridad en la ciudad desde el año 1986, cuando heroína golpeaba con violencia a tantos barrios de la ciudad, y el 26% de barceloneses afirmaban haber sido víctimas de un delito. Hoy, treinta y cuatro años después, es el 31,8% de la población de Barcelona quien afirma haber sufrido algún delito, y donde la inseguridad, por segundo año consecutivo según el barómetro municipal, encabeza el ranking de preocupación de los barceloneses, incluso todo por frente a la esa época en el 2020 de la que yo le hablo del cobi19 o la recesión económica. Este aumento de seis puntos de victimización y el ranking del barómetro municipal representa el mayor retroceso en materia de seguridad de las tres últimas décadas, y desgraciadamente comparte tiempo y espacio con una crisis económica, aún de dimensiones desconocidas, donde los turistas, las principales víctimas hasta ahora, han desaparecido de las calles, y donde las personas de más de sesenta y cinco años, hasta hace poco el colectivo que menos robos sufría, se convierte en botín principal por su vulnerabilidad física.


Estética y códigos propios: lujo, consumismo y violencia

Esta joven subcultura violenta y consumista ha desarrollado sus propios códigos de vestimenta, donde predomina la abrumadora presencia de marcas y el deseo omnipresente de obtener productos de alto valor: zapatillas deportivas de alta gama, accesorios y gorras, camisetas de fútbol , teléfonos móviles de última generación... Es por esta razón que podemos ver cientos de chicos jóvenes, en situación de exclusión social, más preocupados por hacer ostentación de formar parte de un capitalismo occidental idealizado a través de las redes sociales, que aprovechar la oportunidad brindada por el sistema de bienestar catalán.


Redes sociales

El papel de las redes sociales, principalmente Instagram y Facebook, sirve a los jóvenes para ostentar una falsa vida de éxito y lujo, mostrándose a los amigos y familiares como los ganadores del éxodo juvenil que sufre jovenlandia, azotado por el fracaso escolar , el paro juvenil (24,1%), la exclusión social (49%) y un tejido social, educativo y sanitario defectuoso. Al mismo tiempo, les proporciona la posibilidad de articular nuevas identidades e imaginarios colectivos, haciendo apología a la delincuencia y la criminalidad al ritmo de música rap propia, que narra este estilo de vida delictivo.

Desde BCN Helpers hemos detectado y analizado una cincuentena de perfiles en las redes, hemos podido constatar la exhibición pública de armas, la difusión de objetos y vehículos sustraídos, e incluso alardear del acoso sensual y la vejación de chicas, que no dudan de exhibir como trofeos de caza con sus contactos. Hemos analizado cientos de vídeos y fotografías, encontrando similitudes con los códigos y comportamientos característicos de las charmilas magrebíes, donde se pueden ver peleas multitudinarias con cuchillos de grandes dimensiones -la palabra txarmil, atribuida al movimiento, hace referencia a un plato típico de jovenlandia que se prepara con este tipo de cuchillos- y vídeos de cacerías coordinadas en grupo, haciendo uso extremo de la violencia, al igual que la txarmil hace en las estrechas callejuelas de Casablanca. Estas mismas sospechas y comportamientos han quedado confirmadas por educadores sociales y miembros de la comunidad joven consultadas por BCN Helpers.

Podemos afirmar de forma objetiva que la subcultura txarmil está asentada en territorio catalán, y que en un futuro próximo podría ser un factor clave para acabar de romper definitivamente la convivencia en los barrios y devorar el frágil futuro de una generación de menores tutelados, que según datos policiales en 2019 sumaba un 20% de detenidos entre los llegados durante 2016, es decir, un total de 1.011 menores habían sido detenidos al menos una vez. A pesar de encontrarse en una situación extremadamente compleja -a pesar de no tener referentes familiares tienen mejores expectativas de futuro que en sus sociedades de origen, donde la cobertura de las necesidades más básicas es absolutamente precaria- podrían desperdiciar la oportunidad que ofrece una sociedad abierta y tolerante, con una red de protección y acogida que, a pesar de tener muchos defectos estructurales, podría ofrecer la mayor oportunidad de éxito que ha tenido antes ningún joven viajero.
resumen del tocho, son nuestros niñosh y queremos mas África y miseria en las calles.
 
Malgrat l'existència de bandes organitzades de nois magrebins que es dediquen a cometre robatoris amb extrema violència de manera sistemàtica a Barcelona, la txarmil a Catalunya, a diferència del Marroc, encara no constitueix una banda delictiva organitzada i jerarquitzada, com si ho van fer les mares centro-americanes a mitjans de la dècada passada o la segona onada dels 'Skin Head' a finals de segle.

El moviment txarmil, tot i que extremadament violent, s'enquadra dins d'una subcultura juvenil, on els seus membres, paradoxalment nois desarrelats que provenen de entorns marginals, desestructurats i centres de menors, exhibeixen una estètica ostentosa i construeixen la seva identitat subversiva al voltant dels valors consumistes, el tràfic i el consum de drogues, la violència física i psicològica i un masclisme exacerbat, on el poder físic, l'assetjament i la masculinitat malentesa són celebrats i fins i tot, venerats.

Aquesta subcultura delictiva, que s'insereix essencialment en l'àmbit de les anomenades tribus urbanes, està estretament relacionada, junt amb molts altres factors i grups delictius, amb l'augment de la delinqüència a Barcelona, la percepció de la inseguretat al carrer i la tensió de la convivència a diferents punts del país, constituint una amenaça de present i futur per a la seguretat i l'ordre públic.

Aquest fenomen, que podem contemplar bastint-se ara mateix fent ús de l'ull de falcó que ens ofereixen les xarxes socials, ho fa paral·lelament amb la pitjor crisi de seguretat a la ciutat des de l'any 1986, quan l'heroïna colpejava amb violència tants barris de la ciutat, i el 26% de barcelonins afirmaven haver estat víctimes d'un delicte. Avui, trenta-quatre anys després, és el 31,8% de la població de Barcelona qui afirma haver patit algun delicte, i on la inseguretat, per segon any consecutiu segons el baròmetre municipal, encapçala el rànquing de preocupació dels barcelonins, fins i tot per davant de la pandèmia del cobi19 o la recessió econòmica. Aquest augment de sis punts de victimització i el rànquing del baròmetre municipal representa el major retrocés en matèria de seguretat de les tres últimes dècades, i malauradament comparteix temps i espai amb una crisi econòmica, encara de dimensions desconegudes, on els turistes, les principals víctimes fins ara, han desaparegut dels carrers, i on les persones de més de seixanta-cinc anys, fins fa poc el col·lectiu que menys robatoris patia, esdevé botí principal per la seva vulnerabilitat física.


Estètica i codis propis: luxe, consumisme i violència

Aquesta jove subcultura violenta i consumista ha desenvolupat els seus propis codis de vestimenta, on hi predomina la presència aclaparadora de marques i el desig omnipresent d'obtenir productes d'alt valor: sabatilles esportives d'alta gamma, accessoris i gorres, samarretes de futbol, telèfons mòbils d'última generació... És per aquesta raó que podem veure centenars de nois joves, en situació d'exclusió social, més amoïnats de fer ostentació de formar part d'un capitalisme occidental idealitzat a través de les xarxes socials, que no pas d'aprofitar l'oportunitat brindada pel sistema de benestar català.


Xarxes socials

El paper de les xarxes socials, principalment Instagram i Facebook, serveix als joves per ostentar una falsa vida d'èxit i luxe, mostrant-se als amics i familiars com els guanyadors de l'èxode juvenil que pateix el Marroc, assotat pel fracàs escolar, l'atur juvenil (24,1%), l'exclusió social (49%) i un teixit social, educatiu i sanitari defectuós. Al mateix temps els proporciona la possibilitat d'articular noves identitats i imaginaris col·lectius, fent apologia a la delinqüència i la criminalitat al ritme de música rap pròpia, que narra aquest estil de vida delictiu.

Des de BCNHelpers hem detectat i analitzat una cinquantena de perfils a les xarxes, hem pogut constatar l'exhibició publica d'armes, la difusió d'objectes i vehicles sostrets, i fins i tot vanar-se de l'assetjament sensual i la vexació de noies, que no dubten exhibir com trofeus de caça amb els seus contactes. Hem analitzat centenars de vídeos i fotografies, trobant similituds amb els codis i comportaments característics de les txarmils magribines, on es poden veure baralles multitudinàries amb ganivets de grans dimensions -la paraula txarmil, atribuïda al moviment, fa referència a un plat típic del Marroc que es prepara amb aquesta mena de ganivets- i vídeos de caceres coordinades en grup, fent ús extrem de la violència, de la mateixa manera que la txarmil fa en els estrets carrerons de Casablanca. Aquestes mateixes sospites i comportaments han quedat confirmades per educadors socials i membres de la comunitat magribina consultades per BCNHelpers.

Podem afirmar de manera objectiva que la subcultura txarmil està assentada a territori català, i que en un futur pròxim podria ser un factor clau per acabar de trencar definitivament la convivència als barris i devorar el fràgil futur d'una generació de menors tutelats, que segons dades policials l'any 2019 sumava un 20% de detinguts entre els arribats durant 2016, és a dir, un total de 1.011 menors havien estat detinguts com a mínim un cop. Malgrat trobar-se en una situació extremadament complexa -malgrat no tenir referents familiars tenen millors expectatives de futur que en les seves societats d'origen, on la cobertura de les necessitats més bàsiques és absolutament precària- podrien desaprofitar l’oportunitat que ofereix una societat oberta i tolerant, amb una xarxa de protecció i acollida que, malgrat tenir molts defectes estructurals, podria oferir l'oportunitat d'èxit més important que ha tingut mai abans cap jove immigrant.
Qué es esa cosa?. Habla el idioma del imperio!
 
Frente Popular en España + Independentistas en Cataluña. Y los gente de izquierdas e independentistas llorando todo el santo día. El paraíso en la tierra ya está aquí ¡ A disfrutar de los amegos segarreros chancleteros shishi! Nadie sin su navajazo en las costillas
No descartemos en breve portar el chaleco anticortes hasta para ir a comprar el pan
 
resumen del tocho, son nuestros niñosh y queremos mas África y miseria en las calles.


Muy sencillo, que los nenes pagapensiones les gusta lo caro (ropa de marca etcétera), que por lo visto son muy machistas y hacen gala de una "masculinidad tóxica" y que no paran de jorobar al personal. En consecuencia los catalanes progres están muy escandalizados, pues se supone que son nuestros "ninios" y que ellos no hacen esas cosas. Tratan de justificarlo con las típicas chorradas y seguramente sea un pretexto para crear nuevos chiringuitos dirigidos por alguna Charo catalufa (esto es una teoría mía).


Resumiendo: "no se podía de sabeh'
 
Se lo traduzco.

Ver archivo adjunto 936785

"Sarna con gusto, no pica".
Si cada uno de los manifestantes adoptara dos o tres de los niños que escapan de un sitio tan terrible como es jovenlandia, los llevara a un colegio de pago y se hiciera responsable legal de ellos hasta que tengan un trabajo y se puedan independizar al igual que harían con sus propios hijos, nos enriqueceríamos culturalmente todos y además se acabaría el problema.
 
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