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Agapito García Atadell, el chequista y criminal sin escrúpulos al que se le atribuyen más de 800 asesinatos
García Atadell estuvo afiliado a la UGT, al PSOE y al PCE. El autor de este artículo ha encontrado una fotografía inédita del chequista con el socialista Francisco Largo Caballero, cuya figura sigue blanqueando el gobierno de Pedro Sánchez.
El socialista Largo Caballero junto al chequista García Atadell | Biblioteca Nacional de España
El nombre del socialista Agapito García Atadell (Vivero, Lugo, 1902-Sevilla, 1937) posee la extraña cualidad de haber concitado, en plena Guerra Civil, la unanimidad de ambos bandos a la hora de considerarlo un criminal sin escrúpulos. Su metamorfosis es digna de ser iluminada por un detallado ensayo entre la política y la psicología: el joven tipógrafo de ideas revolucionarias, afiliado primero a la UGT y a la Agrupación Socialista Madrileña al llegar a Madrid a principios de los años 20, militante del PCE después y encarcelado hasta en once ocasiones durante la dictadura de Primo de Rivera, acabará acaudillando como figura del PSOE madrileño entre los meses de agosto, septiembre y octubre de 1936 una banda de asesinos y ladrones frentepopulistas que colaboraran en el cruento régimen de terror del Madrid gubernamental.
Agapito García Atadell, fotografiado en su despacho para el reportaje sobre su "Brigada de Investigación Criminal" que publicó la revista "Crónica" el 13 de septiembre de 1936 (Foto: Videa. Biblioteca Nacional)
Desde un palacete requisado del paseo de la Castellana, el de los Condes del Rincón, en la esquina con la desaparecida calle Martínez de la Rosa, llamada “de la S”, donde recibía a sus visitas con bata de casa, haciéndose servir por tres doncellas uniformadas y con delantal de encaje, García Atadell decidirá en esos meses cruentos sobre la vida y la fin de más de ochocientas personas, desde obreros de ABC a aristócratas, de antiguos rivales políticos a religiosos. Los cadáveres de muchos de ellos formarán parte del tétrico paisaje de aquellos días en los Altos del Hipódromo, la Ciudad Universitaria, la Casa de Campo y el Cementerio del Este.
La “checa” de García Atadell se autodenominaba “Brigada de Investigación Criminal”, aunque en este caso el orden de los factores no altere el producto. La criminal brigada de investigación estaba sujeta teóricamente a jerárquica dependencia de la Dirección General de Seguridad y del Ministerio de Gobernación, cuyos titulares en esos meses fueron el general Sebastián Pozas y, ya en septiembre, con el gobierno de Francisco Largo Caballero, el socialista Ángel Galarza. El mando intermedio entre el Ministerio y la “checa” recayó en el comisario Antonio Lino, que aparece el 4 de octubre junto a García Atadell en un reportaje laudatorio de la revista “Crónica”.
La misma publicación se había hecho eco el 13 de septiembre de la visita de los diputados socialistas Lamoneda, Bujeda y Albar, junto con el ministro Anastasio de Gracia, también diputado del PSOE, al palacete donde tiene su sede la “checa”. La versión sobre el carácter incontrolado de la represión frentepopulista en Madrid cae hecha pedazos con pública notoriedad en la misma prensa republicana de la época, que a su vez no cesará de reseñar los “éxitos” de García Atadell en su lucha “policial” contra los considerados desafectos, como es el caso de los diarios "El Sol" y "La Voz", donde había trabajado como tipógrafo.
García Atadell es una pieza más en un engranaje articulado y armado desde el Ministerio de Gobernación, que el 14 de agosto le había nombrado agente de Policía de tercera, adscrito al Cuerpo de Vigilancia, junto con otras decenas de hombres de confianza del Frente Popular. Es esa cobertura ministerial, pensada para intentar hacerse con el control de la represión, la que paradójicamente otorgará en muchos casos carta de impunidad a los asesinos. Es cierto que algunos de sus detenidos tienen suerte y son entregados por la “checa” de García Atadell a la Dirección General de Seguridad, por lo que logran conservar su vida, como la hermana del general Queipo de Llano, Rosario. Pero otros que son entregados también a la Dirección General acabarán sus días como los demás infortunados.
García Atadell y los diputados socialistas Ramón Lamoneda, Anastasio de Gracia, Jerónimo Bujeda y Manuel Albar en la visita de estos a la checa de la calle "de la S" (Foto: Videa. Biblioteca Nacional)
La historia de García Atadell es la de un revolucionario que empezó a vivir peligrosamente y que, ante la contienda provocada por el golpe militar, decidió que era mejor que lo hicieran los demás. Entre uno y otro extremo del arco, desde su salida del PCE a mediados de los años 20 hasta su cénit en el Madrid revolucionario del 1936 como aristócrata del crimen, transcurre una década de evolución. Pero no es la evolución de un don nadie que decide dar el salto al asesinato y el robo como a veces pudiera parecer. García Atadell es un hombre traqueteado en una carrera ascendente en el socialismo, primero entre puestos medianos dentro de las Juventudes Socialistas, la UGT y la Agrupación Socialista Madrileña, y después en responsabilidades que le convierten en una figura de peso dentro de sus filas.
Una testigo de excepción de esta transformación fue la singular Hildegart Rodríguez Carballeira*, antigua militante socialista, que publicará en el diario “La Tierra” el 5 de octubre de 1932 un furibundo retrato de García Atadell, en una columna titulada “¡Cuatro años de militancia socialista!”, donde ajusta cuentas con su anterior partido:
La actividad represiva de las milicias de García Atadell encontró entre los meses de agosto, septiembre y octubre de 1936 un extraordinario eco en la prensa republicana, como muestra este reportaje también de "Crónica", del 4 de octubre. (Biblioteca Nacional)
Esta ascensión no termina ahí. El antiguo tipógrafo consigue convertirse en asiduo colaborador del semanario “Renovación”, órgano de la Federación de Juventudes Socialistas de España, donde escriben también personas que también ocuparían puestos de responsabilidad en la represión en el Madrid revolucionario, como Santiago Carrillo o Segundo Serrano Poncela. Comienza a publicar sus artículos al menos desde marzo de 1932, según los fondos del semanario que conserva la Fundación Pablo Iglesias. Salvo excepciones, como el titulado “Marinerías”, de pretensiones literarias, que es su segunda colaboración, fechada el 26 de marzo, todos son artículos doctrinales contra el capitalismo, el imperialismo o la propiedad privada y sobre la actividad de las juventudes socialistas, el partido y el sindicato.
García Atadell se muestra como un socialista sin fisuras. La citada Hildegart le identificaba como “isabelino”, inclinado por la participación en el gobierno, frente a los “sarracenos”, que se oponían, como era el caso de ella. Sin embargo, García Atadell consideraba, al igual que la corriente representada por Largo Caballero, que la Segunda República era un medio para conseguir la dictadura del proletariado. Así, el 1 de mayo de 1932 concluye su colaboración con ese deseo:
Semanario de la Federación de Juventudes Socialistas de España, donde García Atadell colaboraba
En otro número de “Renovación”, del 8 de abril de 1933, escribe sobre el ascenso de Hitler al poder en Alemania y propone combatir la dictadura nancy.
Según la crónica del acto publicada por el diario “Luz” al día siguiente, García Atadell
García Atadell estuvo afiliado a la UGT, al PSOE y al PCE. El autor de este artículo ha encontrado una fotografía inédita del chequista con el socialista Francisco Largo Caballero, cuya figura sigue blanqueando el gobierno de Pedro Sánchez.
El socialista Largo Caballero junto al chequista García Atadell | Biblioteca Nacional de España
El nombre del socialista Agapito García Atadell (Vivero, Lugo, 1902-Sevilla, 1937) posee la extraña cualidad de haber concitado, en plena Guerra Civil, la unanimidad de ambos bandos a la hora de considerarlo un criminal sin escrúpulos. Su metamorfosis es digna de ser iluminada por un detallado ensayo entre la política y la psicología: el joven tipógrafo de ideas revolucionarias, afiliado primero a la UGT y a la Agrupación Socialista Madrileña al llegar a Madrid a principios de los años 20, militante del PCE después y encarcelado hasta en once ocasiones durante la dictadura de Primo de Rivera, acabará acaudillando como figura del PSOE madrileño entre los meses de agosto, septiembre y octubre de 1936 una banda de asesinos y ladrones frentepopulistas que colaboraran en el cruento régimen de terror del Madrid gubernamental.
Agapito García Atadell, fotografiado en su despacho para el reportaje sobre su "Brigada de Investigación Criminal" que publicó la revista "Crónica" el 13 de septiembre de 1936 (Foto: Videa. Biblioteca Nacional)
Desde un palacete requisado del paseo de la Castellana, el de los Condes del Rincón, en la esquina con la desaparecida calle Martínez de la Rosa, llamada “de la S”, donde recibía a sus visitas con bata de casa, haciéndose servir por tres doncellas uniformadas y con delantal de encaje, García Atadell decidirá en esos meses cruentos sobre la vida y la fin de más de ochocientas personas, desde obreros de ABC a aristócratas, de antiguos rivales políticos a religiosos. Los cadáveres de muchos de ellos formarán parte del tétrico paisaje de aquellos días en los Altos del Hipódromo, la Ciudad Universitaria, la Casa de Campo y el Cementerio del Este.
La “checa” de García Atadell se autodenominaba “Brigada de Investigación Criminal”, aunque en este caso el orden de los factores no altere el producto. La criminal brigada de investigación estaba sujeta teóricamente a jerárquica dependencia de la Dirección General de Seguridad y del Ministerio de Gobernación, cuyos titulares en esos meses fueron el general Sebastián Pozas y, ya en septiembre, con el gobierno de Francisco Largo Caballero, el socialista Ángel Galarza. El mando intermedio entre el Ministerio y la “checa” recayó en el comisario Antonio Lino, que aparece el 4 de octubre junto a García Atadell en un reportaje laudatorio de la revista “Crónica”.
La misma publicación se había hecho eco el 13 de septiembre de la visita de los diputados socialistas Lamoneda, Bujeda y Albar, junto con el ministro Anastasio de Gracia, también diputado del PSOE, al palacete donde tiene su sede la “checa”. La versión sobre el carácter incontrolado de la represión frentepopulista en Madrid cae hecha pedazos con pública notoriedad en la misma prensa republicana de la época, que a su vez no cesará de reseñar los “éxitos” de García Atadell en su lucha “policial” contra los considerados desafectos, como es el caso de los diarios "El Sol" y "La Voz", donde había trabajado como tipógrafo.
García Atadell es una pieza más en un engranaje articulado y armado desde el Ministerio de Gobernación, que el 14 de agosto le había nombrado agente de Policía de tercera, adscrito al Cuerpo de Vigilancia, junto con otras decenas de hombres de confianza del Frente Popular. Es esa cobertura ministerial, pensada para intentar hacerse con el control de la represión, la que paradójicamente otorgará en muchos casos carta de impunidad a los asesinos. Es cierto que algunos de sus detenidos tienen suerte y son entregados por la “checa” de García Atadell a la Dirección General de Seguridad, por lo que logran conservar su vida, como la hermana del general Queipo de Llano, Rosario. Pero otros que son entregados también a la Dirección General acabarán sus días como los demás infortunados.
García Atadell y los diputados socialistas Ramón Lamoneda, Anastasio de Gracia, Jerónimo Bujeda y Manuel Albar en la visita de estos a la checa de la calle "de la S" (Foto: Videa. Biblioteca Nacional)
La historia de García Atadell es la de un revolucionario que empezó a vivir peligrosamente y que, ante la contienda provocada por el golpe militar, decidió que era mejor que lo hicieran los demás. Entre uno y otro extremo del arco, desde su salida del PCE a mediados de los años 20 hasta su cénit en el Madrid revolucionario del 1936 como aristócrata del crimen, transcurre una década de evolución. Pero no es la evolución de un don nadie que decide dar el salto al asesinato y el robo como a veces pudiera parecer. García Atadell es un hombre traqueteado en una carrera ascendente en el socialismo, primero entre puestos medianos dentro de las Juventudes Socialistas, la UGT y la Agrupación Socialista Madrileña, y después en responsabilidades que le convierten en una figura de peso dentro de sus filas.
Una testigo de excepción de esta transformación fue la singular Hildegart Rodríguez Carballeira*, antigua militante socialista, que publicará en el diario “La Tierra” el 5 de octubre de 1932 un furibundo retrato de García Atadell, en una columna titulada “¡Cuatro años de militancia socialista!”, donde ajusta cuentas con su anterior partido:
Una evolución aprovechada.
En la guandoca de Madrid había ya una cama reservada para un pensionista tan habituado a visitarla, que habíase familiarizado con el lóbrego recinto. Tratábase de un militante comunista, y su nombre era Agapito García Atadell. Era tipógrafo, pero, debido a sus “ideas”, rara vez encontraba trabajo. Por no sabemos qué medios, la conciencia del comunista acérrimo sufrió una evolución por demás curiosa. Ingresó en el socialismo, ingreso que patrocinó Saborit. Pocas horas después, Atadell empezó a ganarse la confianza de los dirigentes. No habían transcurrido meses cuando, con dietas de propagandista oficial, salía a realizar campañas en exaltación de la colaboración ministerial y, en particular, del Sr. Largo Caballero, pocos meses antes de las elecciones de Constituyentes, desde el mes de abril, pues marchó a Vivero antes del 1 de mayo del primer año de República. Atadell intentó, sin éxito, conquistar un acta por Galicia. Inútil empeño, pese a su “reclamo personal” en “El Socialista”, donde enviaba diariamente informes telegráficos que terminaban con grandes ovaciones y aclamaciones “al futuro diputado por el distrito”. A su regreso, Atadell ingresó en la “carrera de consolación” de los cargos retribuidos, y nada menos que en la Secretaría de la UGT, de donde se desplaza accidentalmente en la labor de propaganda sindical. De la guandoca a la poltrona secretarial va, desde luego, una bien apreciable diferencia”.
La actividad represiva de las milicias de García Atadell encontró entre los meses de agosto, septiembre y octubre de 1936 un extraordinario eco en la prensa republicana, como muestra este reportaje también de "Crónica", del 4 de octubre. (Biblioteca Nacional)
Esta ascensión no termina ahí. El antiguo tipógrafo consigue convertirse en asiduo colaborador del semanario “Renovación”, órgano de la Federación de Juventudes Socialistas de España, donde escriben también personas que también ocuparían puestos de responsabilidad en la represión en el Madrid revolucionario, como Santiago Carrillo o Segundo Serrano Poncela. Comienza a publicar sus artículos al menos desde marzo de 1932, según los fondos del semanario que conserva la Fundación Pablo Iglesias. Salvo excepciones, como el titulado “Marinerías”, de pretensiones literarias, que es su segunda colaboración, fechada el 26 de marzo, todos son artículos doctrinales contra el capitalismo, el imperialismo o la propiedad privada y sobre la actividad de las juventudes socialistas, el partido y el sindicato.
García Atadell se muestra como un socialista sin fisuras. La citada Hildegart le identificaba como “isabelino”, inclinado por la participación en el gobierno, frente a los “sarracenos”, que se oponían, como era el caso de ella. Sin embargo, García Atadell consideraba, al igual que la corriente representada por Largo Caballero, que la Segunda República era un medio para conseguir la dictadura del proletariado. Así, el 1 de mayo de 1932 concluye su colaboración con ese deseo:
En otro artículo en “Renovación”, publicado el 3 de septiembre de 1932 a las puertas del XVII Congreso de la UGT, escribe:“El Primero de Mayo que yo saludaré con fervor y entusiasmo será aquel en el que en nuestro país gocemos de la República Socialista”.
García Atadell muestra también, en una colaboración del 15 de febrero de 1933, su inquina contra los movimientos insurreccionales anarquistas, a los que acusa de hacer el juego a la burguesía y a los caciques rurales. Contra unos y otros, propone“¿Que la República no es tal como nosotros quisiéramos? De acuerdo. Pero (y aquí entra el natural pero español) puede serlo.
Víctor Hugo calificó así este problema: “Esto matará a aquello”
Y así es: la República burguesa morirá en manos de la República socialista”.
“prescindir, naturalmente, de los procedimientos democráticos con harto dolor de nosotros, para hacer entrar en razón a los anarcosindicalistas y a las fuerzas de derecha, patronales y reaccionarias, íntimamente ligadas por intereses comunes. Sólo así se haría en España una labor republicana”.
Semanario de la Federación de Juventudes Socialistas de España, donde García Atadell colaboraba
En otro número de “Renovación”, del 8 de abril de 1933, escribe sobre el ascenso de Hitler al poder en Alemania y propone combatir la dictadura nancy.
El 7 de octubre de 1933, el futuro jefe de la “checa” de la calle “de la S” vuelve a reclamar en el órgano de las juventudes socialistas de España la destrucción de las ideas democráticas en los cuadros de la UGT y del PSOE:“Frente a la dictadura del fascio procede realizar la dictadura socialista”, dice en el artículo, en el que advierte a sus camaradas: “Y conviene decirlo dentro de nuestras filas, ya que aún hay compañeros sensibles que se conduelen cuando se les habla de establecer la dictadura del proletariado, que no es otra cosa que establecer la dictadura de clase”.
Es en esa misma época cuando García Atadell se erige primero en secretario y después en presidente de la Asociación del Arte de Imprimir, creada en 1871 por Pablo Iglesias, y que sería el germen del futuro PSOE, fundado ocho años después. Es un cargo de gran poder político y simbólico entre la militancia socialista. Precisamente, el 21 de enero de 1934, con motivo del LXII aniversario de la fundación de la citada Asociación, García Atadell interviene en un acto junto con Francisco Largo Caballero, presidente del PSOE y secretario general de UGT, en el Cinema Europa de Bravo Murillo.“Estos y aquellos deben ser radicalizados, trastrocando de la mentalidad de algunos de sus componentes los viejos prejuicios demagógicos del liberalismo y la democracia, faramallas ya pasadas de moda y solo subsistentes para engañar a cuatro incautos que creen posible que por tales procedimientos se puede llegar a la emancipación de la clase trabajadora”.
Según la crónica del acto publicada por el diario “Luz” al día siguiente, García Atadell
“fijó la posición de la entidad ante el momento político actual, posición que consiste en no fiar nada ya a la democracia y el liberalismo y poner sus esperanzas en la eficacia de un movimiento revolucionario. La postura contraria la considera propia de simples o de pérfidos”.