Harkkonen
Himbersor
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Primero hay que ponerse a intentar que el Estado español funcione mejor no?La cuestión catalana es paralela a la cuestión mexicana, la cuestión brasileña, la cuestión portuguesa, la cuestión andaluza, la cuestión castellana, la cuestión filipina y demás vectores de dispersión. Estamos en medio de un sálvese quien pueda tras la voladura del barco, pero con nuestras nacioncitas sólo podemos dar brazadas antes de hundirnos.
España tiene que poner sobre la mesa un proyecto creíble. Si sólo alcanza a plantear el europeo, es inmediato y lógico que sus partes conformantes se salten al intermediario y prefieran negociar y depender directamente del centro colonial francoalemán.
El proyecto lo tenemos desde siempre, y no es el iberista, que es como decir latinoamericanista pero a este lado del charco, sino el paniberista, es decir, el que recoge de manera completa y sin exclusiones geográficas al conjunto de 800 millones de hispanos y lusos (que también son hispanos, aunque estén empeñados en que no) de Menorca a Manila y de California a la Antártida comprendiendo las 30 naciones herederas o generadas por la expansión hispánica.
Tanto el iberismo como el latinoamericanismo se hunden en un fallo de concepto que es el de introducir una fractura atlántica que nos condena a vivir existencias separadas, y por tanto nos pone a los pies de los caballos de los hegemones de cada continente (carolingios en Europa, yankis en América).
El proyecto paniberista exige la fortaleza y unidad de España por la misma razón que EEUU exigía la unidad europea ante la URSS o la fortaleza japonesa ante la China comunista. Por el contrario, el proyecto europeo promueve la debilidad de las naciones europeas a través del modelo de la Europa de las regiones.
España sólo puede instigar o proponer, pero no tiene la fuerza para conseguir su salvación. Estamos más bien en una carrera contrarreloj entre dos eventos, la unidad iberoamericana y la disolución de España en Europa. Sólo la primera puede evitar la segunda, porque sólo ellos, por tamaño y población, pueden dar la batalla geopolítica al nivel que se necesita. Si no ocurre a tiempo, puede ser demasiado tarde, pues aquí vamos camino de convertirnos en un puñado de taifas de bárbaros capaces de recuperar hasta la lengua celtíbera, conviviendo con lobos y bisontes producto de los planes europeos de rewilding. Tras el evento de unidad iberoamericana, y desechado el regionalismo latinoamericanista, deberían plantear inmediatas intervenciones geopolíticas de rescate de todas las piezas en descomposición, siendo España quizás el objeto de intervención más importante, al igual que EEUU rescató a Inglaterra en la SGM.
Hoy vivimos la versión paródica de este escenario. Tenemos injerencias bolivarianas (Evo Morales: es turno de que nosotros les conquistemos ahora a ellos) y miameñas. España está inserta hasta el corvejón en los procesos del Foro de São Paulo y el Foro de Madrid, que siguen sin crítica las posiciones de la izquierda y de la derecha antihispanas. ¿Para cuándo un Tercer Foro que las supere?
Hay muchos problemas a nivel de democracia, de modelo de Estado, de gestión de lo público, de economia, etc como para andan pensando en Imperios españoles...
En España sobra ideología y demagogia y falta gestión y pragmatismo.