Nadie me pidió que desarrollara el programa ese.
De hecho, tampoco es que yo lo planificara. Sencillamente, empecé por implementar una aplicación que monitorizaba dos platanodas y pitaba cuando se iban de madre, salió bien y pasé a controlar otras dos platanodas no tan simples, luego otras dos que vi que también derivaban en empastre... y a los tres meses de apilar alertas, tenía un sistema de prevención de incidentes que no fallaba una. Cuando algo iba mal, su sentido arácnido lo veía venir.
Tonces comencé a parar máquinas cuando pitaba el bicho y a corregir variables en cada parada. Al jefe le gustó eso de que las paradas fueran para prevenir y no curar, lo consideró una mejora consecuencia de que ahora tenía a un ingeniero al mando y no a un espabilao. De modo que le pasé a mi programa control sobre unos WOL para que restableciera producción en cuanto las temperaturas y las posiciones se recuperaban. Me vi que el sistema ya no sólo anticipaba los crashes, sino que los corregía.
Y de nuevo a apilar estrategias causa-efecto en el bucle principal de polling. Hasta que voy y me encuentro con que hace semanas que me toco la pirindola nueve horas de las diez que dura el ciclo de producción.
Esto es, que el software, por iniciativa propia, lo hice yo para optimizarme... y me ha terminado reemplazando. No es algo que me encomendaran ni que sepan que está aquí, sino una ventanita negra en mi ordenador que muestra números y códigos de error en arameo.
No tengo claro que le pertenezca al empresario, algo así.