Es una fruta mentira de una mujer que no me cae bien.
De memoria y brevemente.
La conversación del jefe de milicias de Toledo con Moscardó en la que amenazó con acabar a su hijo si no se rendía es real. Está más que comprobada. Al final no mataron al hijo porque ya vieron que Moscardó no se rendía y se lo guardaron para más adelante como rehén. Por desgracia una turba de gente de izquierdas lo mató en una saca de presos en venganza por un bombardeo aéreo nacional unas semanas más tarde.
Sí, hubo rehenes en el Alcázar de Toledo, unas cincuenta personas, no quinientas, autoridades civiles y personas que pertenecían a partidos del Frente Popular y que primero fueron hechos presos por su oposición al Alzamiento nacional y secundariamente sirvieron de rehenes como garantía de que los gente de izquierdas no mataran a las familias de los sublevados. Algunos como el propio Moscardó dejaron a sus esposas e hijos fuera de la fortaleza, en la creencia errónea de que así estarían más seguros y que los gente de izquierdas no iban a ser tan bestias como para tomar represalias contra ellos, pero por si acaso los rehenes eran una garantía más. Aparte de la resolución inquebrantable de Moscardó de no rendirse, que hacía inútil la amenaza de dar de baja de la suscripción de la vida a su hijo, es posible que esto influyera en la decisión de no fusilarlo entonces, pues los alzados podrían ejecutar a los rehenes como represalia.
La gesta de Moscardó es la más conocida, pero no fue un hecho aislado. En el sitio del cuartel de Simancas en Gijón, los gente de izquierdas amenazaron con dar de baja de la suscripción de la vida a la esposa del coronel Pinilla si no se rendía. No lo hizo y por esto los defensores de los cuarteles de Simancas y Coto lucharon hasta morir sin rendirse. Sabían que no iban a recibir cuartel.
Por lo que se refiere a los rehenes, jamás fueron utilizados como escudos humanos, esto es ni los sacaron a las ventanas como parapetos, ni los encerraron en los pisos altos para evitar bombardeos, ni nada por el estilo. Ni su vida, ni la del resto de los civiles, mujeres y niños, importó lo más mínimo ni a los políticos del Frente Popular ni a las milicias rojas. Sólo hacia el final del asedio y dada la fama y relevancia internacional que había cobrado la heroica defensa del Alcázar hizo que el gobierno rojo, por presiones internacionales y por una cuestión de imagen, muy dañada ante las democracias occidentales por todas las atrocidades y crímenes perpetrados por las milicias, aceptara, como gesto de magnanimidad, proponer la evacuación de los no combatientes antes de proceder a la voladura de las minas bajo la fortaleza, que se creía iba a volar por los aires o dejar sepultados entre los escombros a sus defensores. Como después de dos meses de guerra y atrocidades espeluznantes quedaba claro que si se rendían iban a acabar a todos los guardias civiles y militares, porque la palabra del gobierno de Madrid no valía nada, y aunque fueran sinceros no tenían autoridad ni control sobre las milicias, las esposas e hijos de los guardias civiles prefirieron quedarse y morir con ellos.
En cuanto a los rehenes, fueron tratados igual que todos los no combatientes y compartieron las mismas raciones, penalidades y peligros, refugiándose con ellos en los sótanos. De hecho hasta escribieron declaraciones reconociendo el trato correcto recibido. Ignoro que fue de ellos después de la liberación del Alcázar, pero como no eran personas especialmente significadas y claro está, al estar presos no tuvieron nada que ver con los crímenes cometidos en Toledo, no les pasaría nada aparte de la depuración. Es posible que al detenerlos, les salvaran la vida.
Sobre el sitio del Alcázar de Toledo, el libro definitivo ya se escribió en los años 70 por el luego general Casas de la Vega, autor de varias obras sobre la Guerra Civil española. No es el más ameno de los libros escritos sobre el asedio, pero sí el más preciso y técnico.
Sobre los rehenes del Alcázar creo recordar que también le dedicaba un capítulo Vila San Juan en "Enigmas de la Guerra Civil Española" otro libro definitivo que sentenciaba sobre ese y otros mitos.
Los hechos son como son y no como a los carroñeros políticos del PSOE actual les gustaría que fueran.
Los hechos son que la República, un estado fallido ya antes del Alzamiento de 1936, dejó de existir como estado y como gobierno cuando se entregaron armas a las milicias rojas, disolviendo de facto el ejército y las fuerzas de policía. Los gente de izquierdas de 1936 eran unos fanáticos asesinos como el ISIS o los nazis de Ucrania o la ETA multiplicada por cien. Lo realmente trágico, fue que una revolución se convirtiera en una guerra civil que arrastró a cientos de miles de españoles reclutados a la fuerza a dar de baja de la suscripción de la vida y hacerse dar de baja de la suscripción de la vida en los campos de batalla.
Los soldados conscriptos del Ejército Popular de la República no luchaban por la República, ni por la democracia ni por la revolución socialista ni contra el fascismo, aunque a algunos así se lo hiciera creer la propaganda y el adoctrinamiento. Lucharon arrastrados por una cuadrilla de políticos orates locos de ambición que querían hacerse por el poder por la fuerza, pensando que lo lograrían con facilidad con unas pocas luchas callejeras y unos cuantos cientos de asesinatos, y que al azuzar a sus partidarios a la violencia y armarlos, desencadenaron una orgía de sangre, cuando vieron demasiado tarde que había estallado una auténtica guerra, que la estaban perdiendo y que serían castigados implacablemente por lo que habían hecho, arrastraron a la media España bajo su control para intentar salvarse.