El enemigo común; de la creación del conflicto a la resolución y vuelta a empezar. Para entender el porqué de la situación actual

Torrente Ballester

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El enemigo común; de la creación del conflicto a la resolución y vuelta a empezar

Para entender el porqué de la situación actual


Experimento sociológico que se puede aplicar a la situación actual del mundo, de América, de Europa, de Francia, de España, de Al Qaeda, del ISIS, de... todos..., hasta de los enfrentamientos entre vecinos.

Está claro que nos manipulan:

- Crean el conflicto, mediante el enemigo exterior, formando dos grupos, siendo cada grupo enemigo del otro.

- Crean los enfrentamientos.

- Crean la solución o disminución del conflicto, mediante un enemigo común a los dos grupos enfrentados: altercados provocados por un tercer grupo, terrorismo, catástrofes naturales, tragedias, sucesos varios, etc.

El que no vea que está sucediendo esto, que pase y lea dos explicaciones al mismo experimento social.

Explicación 1

La cueva de los ladrones: conflicto y conciliación (Sherif & Sherif; 1961) (enlace roto)

No pude evitar decirle al señor Gorbachov, que sólo pensara qué fácil sería su tarea y la mía en las reuniones que sosteníamos, si hubiese una amenaza a este mundo de alguna otra especie, de otro planeta. Averiguaríamos de una vez, y para siempre, que realmente todos somos seres humanos, aquí, en esta Tierra, juntos”
Ronald Reagan, 4 de diciembre de 1985, discurso (Myers, 2005).



El siguiente experimento psicosocial o sociopsicológico fue llevado a cabo por el matrimonio Sherif y sus colaboradores en el parque estatal Robber’s Cave de Oklahoma, en 1954. Los autores presenciaron cómo, en 1919, su provincia fue invadida por tropas extranjeras y desde entonces quisieron entender el salvajismo que se podía llegar a producir entre grupos.

Para estudiar este fenómeno, recurrieron a un campamento de verano de Boy Scouts. Seleccionaron a 22 chicos de Oklahoma City, sin diferencias culturales, físicas o económicas entre sí y adaptados plenamente en sus comunidades. Fueron divididos en dos grupos de 11 niños, y llevados por separado en autobuses al campamento. Una vez allí y sin contacto ni conocimiento mutuo, se asentaron a una distancia de aproximadamente media milla. Fue entonces cuando dio comienzo la primera fase del estudio.

Fase (I): formación de los grupos

Durante la primera semana cada grupo realizó diferentes actividades de cooperación como, por ejemplo, preparar alimentos, ir de acampada o construir un puente. Cada conjunto se volvió muy unido en poco tiempo, y llegaron a ponerse un nombre: “Cascabeles” y “Águilas”, respectivamente. Antes de terminar la primera semana los Cascabeles descubrieron a los Águilas en el que hasta ese momento consideraban ‘su’ campo de béisbol. Se habían sentado las bases para poner en marcha la segunda fase.

Fase (II): contacto intergrupal y competición.

Con sendas identidades grupales establecidas, todo estaba listo para que surgiera el conflicto. El personal responsable de la organización organizó un torneo de actividades competitivas ante las que ambos grupos reaccionaron con entusiasmo. En dichos juegos o actividades, sólo podía ganar uno y sólo el ganador obtendría los premios (medallas y otros objetos deseables para los chicos de esa edad y en ese momento).

Pronto se pudieron apreciar las evidencias de que el campamento se tornó de manera gradual en una guerra abierta entre Cascabeles y Águilas. El conflicto comenzó durante la realización de las actividades, cuando miembros de un grupo insultaban a los del otro. La escalada de conflicto se extendió a las cenas con “batallas de sarama”, quema de banderas, ataques a las cabañas ‘enemigas’ e incluso peleas y golpes físicos. Al ser preguntados por su grupo (endogrupo) y el otro (exogrupo) los sujetos empleaban términos positivos tales como “valientes” o “amigables” para referirse a sí mismos, mientras que se referían a los ‘Otros’ como “sospechosos”, “apestosos”, etc. Según el propio Sherif, si hubiéramos visitado el campamento en este punto, nuestras conclusiones habrían sido que se trataba de, según sus propias palabras, “jóvenes malos, perturbadores y feroces” (Myers, 2005).

Fase (III): resolución del conflicto o final de la segregación.

En la última parte del experimento, Sherif hizo que las tareas competitivas cesasen, para lo que reunía a los grupos para actividades como ver películas, comer y encender fuegos artificiales. Pero la hostilidad existente entre ellos había llegado a tal punto que el contacto sólo propiciaba más ataques y afrentas. Era evidente que el mero fin de la segregación no había puesto fin al conflicto.

Para propiciar la armonía entre los grupos enfrentados, Sherif introdujo unas metas comunes y particulares: las metas supraordenadas. Estas metas compartidas necesitan de un esfuerzo de cooperación, que supera las diferencias existentes entre las personas (Myers, 2005). Presentaron a los jóvenes el siguiente problema: las reservas de agua del campamento se habían acabado. Ante esta situación se pidió la cooperación de ambos grupos para buscar y restablecer el líquido. Se comunicó a los chicos que en el pasado algunos alborotadores habían saboteado el sistema de agua, y se les mostró que las válvulas del tanque principal se hallaban averiadas. Pronto empezaron a indagar y a probar estrategias por turnos, terminando por intercalarse los miembros de uno y otro grupo (Sherif, Sherif & otros, 1961).

Según Dennis Coon, citando a Gaertner,

La cooperación y las metas comunes sirven para atenuar el conflicto, pues estimulan a los miembros de grupos antagónicos a verse como miembros de un grupo más grande (Coon, 2000).
Más adelante se les comunicó la posibilidad de ver una película que era atrayente para todos ellos, pero demasiado cara por lo que requería los recursos de los dos grupos para su obtención, ante lo cual los chicos cooperaron otra vez más. Un camión se averió y un miembro del personal sugirió que todos tiraran de él con una cuerda para hacerlo arrancar. Al lograrlo, la celebración que surgió fue unánime. Tras estas tareas las hostilidades desaparecieron y surgió la amistad entre miembros de diferentes grupos, dejaron de distribuirse como antes y regresaron a casa, entre cánticos, todos juntos en el mismo autobús.

Se podría concluir que las tareas cooperativas unen al grupo, ya sea frente a un contrario en competición, o por la persecución de metas supraordenadas. Pero, ¿es acaso el resultado de este experimento un juego de niños? La realidad nos da muestras de que no. Basta con observar como las condiciones que llevan al surgimiento de un nuevo grupo, propician que grupos previos se disuelvan y exista la cooperación (por ejemplo con la formación de los Aliados durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Estados Unidos, la Unión Soviética y otros países se unieron en un mismo bando). Por otra parte, Robert Blake y Jane Mouton (1979) llevaron a cabo experimentos recreando las situaciones planteadas en los de Sherif, pero con ejecutivos en este caso (más de mil divididos en 150 grupos). Sus resultados ilustraron que las reacciones adultas no se diferenciaban de las de los sujetos jóvenes (Myers, 2005).

Por último, y como dato anecdótico y a menudo muy poco conocido: ¿cómo fue posible que Muzafer Sherif pudiera observar a los chicos hasta tal punto pero sin influir en su comportamiento? La respuesta es sencilla: se convirtió en el hombre de mantenimiento del campamento.

Post redactado por:

Agustin Hernández
Becario de Investigación
Fundación iS+D para la Investigación Social Avanzada

Explicación 2

La Cueva de los Ladrones
El experimento de la Cueva de los Ladrones es una de las investigaciones clásicas de la Psicología Social desarrollada en el año 1954 con adolescentes de 11 años. Fue conducida por Muzafer y Carolyn Sherif, profesores de la Universidad de Oklahoma, en el intento de comprender el origen de los prejuicios en los grupos.

Este curioso experimento tuvo como escenario un espacio destinado a los Boy Scouts conocido como Robber’s Cave State Park, en el estado de Oklahoma.

En el estudio, Sherif fue presentado como el cuidador del campo, como la persona que se encargaría de cuidar a los 22 adolescentes varones que tomarían parte en el experimento. Los adolescentes fueron trasladados al campo de forma separada, en dos grupos, cada uno compuesto por 11 chicos. Cada grupo desconocía la existencia del otro y como fueron asignados a dos áreas lejanas entre sí; durante los primeros días no se encontraron. Posteriormente cada grupo escogió un nombre que los identificaría: “The Eagles” y “The Rattlers”.

Pero… ¿qué querían demostrar los experimentadores al desarrollar tan singular experimento? Estos psicólogos pensaban que:

1. Si las personas no han establecido aún relaciones entre ellas; mostrarán una tendencia a trabajar en conjunto con metas comunes y se desarrollará una estructura grupal.

2. Si dos grupos se han formado bajo condiciones de competitividad y frustración grupal, desarrollarán actitudes hostiles en relación con los miembros de otros grupos.

Vale aclarar que los 22 adolescentes provenían de la clase media protestante, habían presentado un desarrollo psicológico normal hasta el momento y eran chicos ajustados a las normas sociales. Los participantes no se conocían con anterioridad entre ellos, de esta forma se evitaba la existencia de pequeños subgrupos anteriores a la experiencia.


Crear un enemigo común


Ante todo, los experimentadores tenían que generar el sentimiento de pertenencia al grupo en cada uno de los adolescentes. Para lograrlo, promovieron una serie de metas comunes a través de una discusión cooperativa, la planificación de la actividad y su consecuente ejecución. Al cabo de los primeros cinco o seis días, dentro de cada grupo ya se habían desarrollado jerarquías sociales internas y los chicos se reconocían como parte integrante.

Cuando ambos grupos finalmente se descubrieron el uno al otro, los chicos mostraron una tendencia a reforzar su sentido de pertenencia a su grupo y a establecer barreras hacia los otros. De hecho, a menudo le pedían a los investigadores que organizaran una especie de competencia con el grupo contrario. Así se pudo apreciar que, a medida que crecía la animadversión por el grupo contrario, la efectividad grupal aumentaba. En otras palabras: los chicos se motivaban a unirse para combatir contra un aparente “enemigo exterior”.

Entonces los investigadores organizaron situaciones que provocaran una fricción entre los grupos a lo largo de las competencias. Se les dijo que le darían un trofeo al grupo ganador y que cada competencia que ganasen les acercaría aún más a la victoria. Al mismo tiempo, otorgaban trofeos individuales (objetos que eran claramente deseables para los chicos de su edad) a los participantes más destacados. Fue a partir de ese momento que comenzaron verdaderamente las muestras de antipatía: los chicos de un grupo no deseaban comer con los otros, se mostraban irrespetuosos para con la bandera del equipo contrario e incluso hacían alusión al otro equipo de manera despectiva.

En este punto los investigadores pasaron a la próxima fase del experimento, en la cual pretendían romper esos sentimientos de animadversión y competitividad para integrar ambos grupos. Sin embargo, las actividades programadas en conjunto (como ver filmes o tirar fuegos artificiales en conmemoración del 4 de julio) no surtieron efecto y no era inusual que terminasen con alguna pelea entre los miembros de los equipos.


Luchar juntos por una causa

Atascados ante este problema, los investigadores se dieron a la tarea de diseñar actividades cuyas metas iban más allá de cada grupo particular; un ejemplo era el “Problema del Agua”. Este problema ponía a los chicos ante a una situación ficticia que debían resolver: un buen día se terminaron las reservas de agua y los investigadores culparon a unos “vándalos de la región”. Ambos grupos emprendieron la búsqueda de agua hasta que hallaron un tanque al cual era necesario introducirle un grifo. Evidentemente, era necesario un trabajo conjunto para cumplir el objetivo y así lo hicieron los chicos. Fue tal su regocijo cuando vieron salir el agua que los miembros de un equipo no objetaron nada cuando los chicos del otro grupo bebieron el agua primero ya que eran ellos quienes tenían las cantimploras.

Otro de los problemas al que tuvieron que enfrentarse ocurrió cuando estaban a punto de ver un filme. Casi todos concordaron en que deseaban ver la misma película pero entonces el investigador les dijo que la proyección costaba 15 dólares. Se trataba de una cantidad de dinero que ningún grupo por separado podría reunir así que los chicos reunieron entre todos la cantidad necesaria para que el filme se pudiese proyectar.

Después de varias tareas de este tipo, los integrantes de ambos grupos se unieron en actividades comunes y dejaron atrás su sentido competitivo. Tanto fue así que al retorno, pidieron regresar juntos en el mismo autobús e incluso, cuando se detuvieron para descansar, los miembros de los “Rattlers” pagaron con el dinero obtenido de los premios las gaseosas para todos los chicos.


¿Qué conclusiones podemos extraer?

Sin duda, aquellos que tengan una perspectiva pesimista de la vida se focalizarán en cuán fácil es generar la animadversión en las personas pero quienes tienen una visión más optimista podrán notar que cuando tenemos una meta en común, es fácil romper las barreras que nos separan.

Sin embargo, lo más interesante de este experimento es el efecto del “enemigo común”, un fenómeno que tiene una larga historia y que ha servido para manipular a las masas a través del tiempo. Todos sabemos que, independientemente de todos los efectos positivos que pueda encerrar el hecho de pertenecer a un grupo; cuando estos construyen su identidad también delimitan barreras para los otros, en algunas ocasiones estas barreras son más flexibles, otras veces son muy rígidas y discriminan a los demás.

Se trata de una herramienta que han usado los grandes manipuladores de masas como Hitler: crear un enemigo común para fomentar un sentido de pertenencia de las personas para con el grupo. Así, la masa resulta más “manejable” y se pliega a las decisiones del líder.

Desde mi perspectiva, creo que es tiempo de que comencemos a mirar verdaderamente las cosas desde sus múltiples perspectivas. Les dejo entonces con unas estrofas de la más novísima canción de Silvio Rodríguez: “Debe dar tristeza y frío ser un hombre artificial: cabeza sin albedrío y corazón condicional”.

Fuente:
Sherif, M.; Harvey, O. J.; White, B. J.; Hood, W. E. & Sherif, C. S. (1961) Intergroup conflict and cooperation: The Robbers Cave experiment. Norman: University of Oklahoma Book Exchange.


Sirvan como referencias las siguientes (podemos poner múltiples ejemplos para definir X, Y, Z, etc.):

- Venezuela (Maduro frente a su pueblo; enemigo común... X)

- España (anti-España frente a pro-España; enemigo común... Y)

- Francia (Macrón frente a chalecos amarillos y otros; enemigo común... Z; Libia-Argelia, "Arde Notre-Dame", etc.)


pensando:
 
Última edición:
Muy acertado. El repruebo une, eso en Cataluña y el País Vasco lo llevamos viendo desde 1980'
 
Lo subo por estar de rigurosa actualidad.

Ejemplo

Provacunas / Antivacunas

Enemigo común: escasez y crisis "a elegir".


pensando:
 
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