Bueno.
Con su dinero, que haga lo que le dé la gana.
Luego, si hay alguien que le quiera comprar el discurso, que lo haga.
Qué ingenuos de los que pensaban que cuando lloraba en el Congreso el día de la investidura, estaba emocionado por poder rebajar la factura eléctrica, ir contra los paraísos fiscales, luchar contra el trabajo precario...
Pues miren.