Clavisto
Será en Octubre
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Fue bajarme del coche y las nubes empezaron a chispear como si yo fuera un grifo de agua corriendo. Pero sólo estaba empezando a caminar, tanto que aún no había tenido tiempo para taparme los oídos. Miré hacia arriba, hacia el cielo cubierto, y viendo sus malas ideas de diferentes tonos oscuros recordé la gran bandeja del festín de Saló. Regresé sobre mis pocos pasos y me pareció increíble haber llegado tan lejos.
Por un momento pensé en ir a casa a por el paraguas, pero enseguida deseché tan sencilla idea. Y no sé como, sin venir a cuento, determiné que era el indicado para ir hasta Tomelloso: hacía cinco años que no salía del radio del pueblo.
Apenas había entrado en la autovía cuando quité Radio Clásica (hay música para andar y música para correr, que diría el sabio Salomón) y metí a los Beatles que ya estaban dentro, cosa de la que ya empiezo a estar un poco cansado; de hecho, mientras iba con ellos hacia la casa de mis padres para celebrar la última noche del último año muerto, decidí que ya había sido suficiente, que ya iba siendo hora de cambiar de onda, pero...me olvidé. Bueno, no, no me olvidé: volví a dejarlo estar. Los brindis y sus buenos deseos futuros todavía estaban demasiado frescos como para cambiar nada.
A veces uno encuentra el porqué cuando ya tiene la misma importancia que el último condón de la orgía, pero no por ello deja de ser curioso como los motivos mueven a tus actos tal que si no fueras más que un trozo de madera del retablo de maese Pedro sin Quijote alguno entre la concurrencia.
- ¿Cuantos kilómetros tiene tu coche? -me preguntó mi padre el otro día.
- Veinticinco mil y pico -le respondí. Precisamente esa mañana le había echado el ojo bueno.
- jorobar...-contestó como si le hubiera pedido un chupito de avellana sin alcohol.
"Cinco mil en cinco años...mil por año...menos de tres al día...leche fruta...Ni mi abuela"
Casi nunca me han gustado los coches, pero cuando los conduzco en una carretera abierta son como la cuarta copa. Ya más la tercera. O la segunda. Según lo que lleve en el estómago. Pero el pie derecho, si no te pide la imposible sexta, todavía anda muy cómodo con la quinta y última.
Miré el reloj cuando vi la desviación del regreso.
Y me pareció increíble que ya estuviera tan cerca.
Sonaba Algo
El cielo estaba tan lleno de hez que parecía a punto de explotar.
https://www.youtube.com/watch?v=mBjt7EsWbWE