nicklessss
Madmaxista
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En Boeing necesitaban una pieza para un avión nuevo y enviaron un comunicado a todo el mundo para ver quien presentaba la mejor oferta. De China les llegó una oferta de tres mil dólares la pieza. Inglaterra se ofrecía a construir la pieza por seis mil dólares. Israel pidió nueve mil.
Richardson, el ingeniero encargado de la construcción del nuevo avión, pensó que lo mejor era ir a cada uno de los paises para averiguar el por qué de la disparidad de precios. El fabricante chino le dijo: "Mil para los materiales, mil para la mano de obra y mil para los gastos indirectos y un pequeño beneficio".
En Inglaterra, Richardson revisó la pieza y descubrió que era casi tan buena como la fabricada en China. Preguntó: "¿Por qué piden seis mil dólares?". El inglés se lo explicó: "Dos mil para los materiales, otros dos mil para la mano de obra y otros dos mil para los gastos y un pequeño beneficio".
En Israel, el representante de Boeing tuvo que llegar hasta un callejón en el que había una pequeña tienda, donde vio a un viejecillo, el que había presentado la oferta de nueve mil dólares.
- ¿Por qué pide tanto? -le preguntó.
- A ver -dijo el viejo judío-. Tres mil para usted, tres mil para mí y tres mil para los iluso de China.
Richardson, el ingeniero encargado de la construcción del nuevo avión, pensó que lo mejor era ir a cada uno de los paises para averiguar el por qué de la disparidad de precios. El fabricante chino le dijo: "Mil para los materiales, mil para la mano de obra y mil para los gastos indirectos y un pequeño beneficio".
En Inglaterra, Richardson revisó la pieza y descubrió que era casi tan buena como la fabricada en China. Preguntó: "¿Por qué piden seis mil dólares?". El inglés se lo explicó: "Dos mil para los materiales, otros dos mil para la mano de obra y otros dos mil para los gastos y un pequeño beneficio".
En Israel, el representante de Boeing tuvo que llegar hasta un callejón en el que había una pequeña tienda, donde vio a un viejecillo, el que había presentado la oferta de nueve mil dólares.
- ¿Por qué pide tanto? -le preguntó.
- A ver -dijo el viejo judío-. Tres mil para usted, tres mil para mí y tres mil para los iluso de China.
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