Dos semanas en JAPON. Mis impresiones.

No viviste "racismo"? Yo en dos ocasiones, una abuela se fue del asiento de al lado de mi amigo justo al sentarse él, y a mi un japonés de 35 o así lo mismo en el metro...

Tengo que decir que no lo percibí, pero tampoco sé si alguien se cagó en mi estampa sin que me enterara.

La sensación era que los japoneses simplemente me obviaban, y a las japonesas maduras -desgraviadamente no a las mujers- , les despertaba sana curiosidad. Allí llevar barba, medir mas de metro ochenta o tener vello corporal son atributos exóticos.
 
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Pues como reza el título compartiré con ustedes algunas impresiones de un burbujista tras dos semanas de vacaciones en el país del sol naciente. No pretendo un análisis exhaustivo de la realidad japonesa, que desconozco, sólo compartir las reflexiones de un occidental haciendo de guiri por el mundo.

1) Pude llegar al otro lado del planeta pagando unos 400€ por trayecto gracias a los chinos. Air China es muy de derechas y extrema derecha y a diferencia de las aerolíneas europeas o japonesas que sancionan al malvado pilinguin, ellos pueden sobrevolar el territorio de la Federación Rusa y el territorio de la Unión Europea, por lo que pueden ofrecer pasajes al Extremo Oriente por la mitad de dinero que su competencia, que son básicamente las aerolíneas del Golfo Pérsico. Me pareció muy ilustrativo de la situación geopolítica actual, me voy a Japón y los chinos se llevan su parte.

2) Escala en Pekín de un par de horas. Si tuviera que calificar mi brevísima experiencia en territorio chino con una palabra ésta sería desconfianza. Estás en tránsito, ya has pasado el arco de seguridad del aeropuerto de origen, pero da exactamente igual. Control exhaustivo nada más llegar, vaciar el equipaje de mano, incautación de mecheros -el aeropuerto de Pekín es un infierno para los fumadores-, cacheo a conciencia y te obligan a responder un cuestionario de salud en una pantalla táctil que escupe un ticket en chino que tienes que adjuntar a tu pasaporte. Me llamó la atención que el personal de seguridad era gente extremadamente joven. Veinteañeros todos y con cara de malas pulgas.

3) Aterrizaje en Narita, Tokio. Me llamó la atención el hecho de que el grueso del personal de seguridad era gente mayor a la que parecía quedarle poco tiempo para jubilarse. A diferencia de las formas sufridas en China, gente extremadamente amable y sonriente. Chinos y japoneses comparten raza, pero son como de dos planetas diferentes. Como comparar a un andaluz con un noruego. El primer funcionario con el que tuve contacto se dirigió a mí en perfecto castellano y cuando le di la enhorabuena por su correctísimo español me dijo ¿cómo no voy a hablar español si soy argentino? ¡Empezamos bien!, pensé. El control migratorio rapidísimo, se ventilaron al pasaje de unos cuantos aviones en menos de media hora, ahí te percatas que estás en un país en el que todo parece funcionar como un reloj.

4) Llegar a Tokio es una experiencia. Lo primero que llama la atención es que no hay una jodida papelera y sin embargo tienen la ciudad limpia como una patena. Tampoco hay bancos donde sentar el ojo ciego, ni siquiera en los parques y está prohibido fumar en la vía pública salvo en zonas delimitadas expresamente para ello, por tanto no ves una colilla, ni un chicle pegado en el suelo. Me pareció más que correcto. Por otro lado, y a diferencia de España, donde prohiben fumar en todos lados y la calle es de los fumadores, allí prohíben fumar en la calle, pero vas a un bar y te ponen un cenicero o bien indican claramente la zona del mismo donde se puede fumar. La represión del tabaquismo en Japón me pareció mucho más razonable que la que existe en España. También en los trenes habilitan en uno de los vagones una zona para que fumes.

5) Seguridad. Percibes que estás en un país extremadamente seguro por pequeños detalles como ver las bicicletas aparcadas en la calle sin estar amarradas a nada o que la gente deja sus trolleys en la puerta de los comercios. Eso en una megápolis de 30 millones de almas. Da una sensación brutal de paz interior, sobretodo si vienes de Warcelona.

6) jovenlandésnegros. No hay. Hay unos pocos señores jovenlandeses haciendo turismo con sus familias y unos pocos señores neցros, concentrados en el barrio golfo de Tokio haciendo labores de seguridad y de farmacia en la zona de los tugurios de pilinguis, que no tuve el placer de conocer.

7) Los japoneses. Se les ve muy occidentalizados en lo estético, pero no se estilan los tatuajes. Si ves a un japonés tatuado ya sabes que o bien es un antisocial, o bien es un tío chungo. Entre los hombres se estila llevar bolsos que aquí son de mujer. Y parece que allí el béisbol es como aquí el fútbol. Será el legado de las dos bombas atómicas.

8) Las japonesas. Pizpis y tirando a recatadas. No era raro ver a alguna enseñando carne, pero predominaba la sobriedad en el vestir. Me sorprendió, no sé si negativa o positivamente.

9) La hostelería. En España nos timan. La hostelería japonesa le da veintemil vueltas a la española y no tienen el concepto de restaurante sacacuartos para guris. Restaurante “bien” en el centro de Tokio en el que te cocinan la comida en tu propia mesa, que tiene insertada una plancha, ingredientes de calidad -un pez espada buenísimo, hongos de distintos tipos, veduras, mucha cerveza- y una cuenta que no llegaba a los 50€ al cambio para dos personas. Algo similar en el centro de Madrid o Barcelona a duras penas baja de los 100€. En general comer en Japón es mucho más barato que en España y los estándares de calidad, higiene y trato son elevadísimos.

10) Medios de pago. Los japoneses adoran el CASH. La Agenda los jorobará con muchas cosas, pero no con esto. El japonés en este sentido es como el alemán. Diría que en la mayoría de los locales de hostelería no franquiciados sólo aceptaban dinero en efectivo, las máquinas de vending -que están por todos lados- sólo aceptan efectivo y hasta en uno de los hoteles, ya en el Japón rural, no tenían ni siquiera un datáfono. En Japón sin efectivo no eres nada. Y me parece cojonudo.

11) En Japón no hay desempleo porque en vez de paguitas, te dan un palo, un gorro y te ponen a dirigir al gentío, o te inventan algún trabajo absurdo. Por ejemplo, en el metro de Kyoto los servicios de una de las estaciones no estaban disponibles. ¿Ponían un cartel? No. Ponían a un tipo sosteniendo un cartel pregonando que los baños no están disponibles. En la salida de un parking en vez de una barrera, ponían a ¡tres! tipos coordinados para cortar el paso en la salida del parking o en la acera según obligaran las circunstancias. En Japón da la sensación de que trabajan muchas horas, pero a ritmo muy suave y en puestos donde en España habría algún puteado o alguna puteada sin dar abasto allí ponen a tres japoneses relajados.

En resumidas cuentas, Europa Occidental, al menos sus grandes ciudades, son un cagadero. Quizá Japón para un occidental como país para hacer una vida no sea la mejor opción, pero como lugar donde hacer turismo es inmejorable.

Magnífica experiencia.
Corroboro todo lo dicho, cash sano y en buen estado, los billetes planchados porque si no te miran mal. Contraste entre la automatzación y los trabajos masivos de figurante que has descrito. Elegancia generaluzada en el vestir.

Añado que está prohibido hablar (no formalmente sono tácitamente) en muchos sitios como trenes y rincones de fumadores. Difícil contactar von esta gente.
 
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